Dios siempre te escucha, solo debes saber cómo hablar con Él

Siempre obtendrás respuesta a tus plegarías.

Erika Patricia Otero

A muchos de nosotros desde pequeños nos enseñaron a hablar con Dios. Por supuesto, la forma como lo hiciéramos dependía mucho de las creencias religiosas de la familia.

Las cosas no han cambiado desde entonces, pues los padres siguen con está importante tradición que hace parte de las familias que practican alguna religión.

Cómo aprendí a acercarme a Dios de la manera correcta

Cuándo era pequeña recuerdo que cada noche, mi mamá y yo nos sentábamos en la orilla de mi cama y rezábamos una serie de oraciones. Yo no sabía bien de qué se trataba pero entendía que lo que buscaba era hablar con Dios y ser protegida por mi ángel de la guarda.

También recuerdo qué cuando mi abuelita materna venía a visitarnos, ella solía hacer el rosario a la Virgen. Yo la miraba entusiasmada, pues se sabía una cantidad increíble de oraciones. Luego de un tiempo comenzamos a acompañarla en sus rezos. Esa fue y es la manera como aún a muchos de nosotros nos enseñaron que podíamos acércanos a Dios.

Sin embargo, cuando me hice adolescente me aleje por completo de mis creencias religiosas; no por rebeldía de juventud ni nada de eso, solo fue algo que pasó sin siquiera darme cuenta.

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Lo que sí sé, es que eso dio paso a que poco a poco mi creencia en Dios se debilitará a un punto donde puse en duda su existencia. Esa etapa de mi vida fue tan terrible que puedo decir que casi perdí mi fe en lo sagrado.

Las cosas tenían que cambiar

Pasaron los años y tanto mi vida familiar como personal era un desastre; hasta que un día simplemente me derrumbé. Me sentía sola, triste y tan cansada que solo pensaba en escapar de tanto dolor y sufrimiento.

Así fue como sentada en mi cama comencé a hablar con Dios. Sí, a hablar así como cuando uno habla con un amigo. Le pregunté por la razón de tanto sufrimiento, pues yo no entendía porque tenía que pasar por tanto problema que ni siquiera era mío y aun así me dañaba.

No sé cuánto tiempo pasó desde el mismo momento que comencé a hablar con Él, pero sé que comencé a llorar como si nunca antes lo hubiera hecho.

Puedes decir que estoy loca, yo lo creí por un tiempo; pero después del llanto, sentí un alivio inimaginable que fue acompañado por la sensación de tener una mano suave y confortante sobre uno de mis hombros y esa sensación me dio una paz que jamás había sentido.

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Fue entonces que supe que yo no estaba sola; que si bien estaba pasando por uno de los peores momentos de mi vida, no estaba sola, y que nunca estuve, ni lo estaré.

Todos podemos ir por busca de guía

El Salmo 48:9-14 en resumidas cuentas dice que quien busque guía la obtendrá, y el versículo final del mismo señala:

14 “¡Este Dios es nuestro Dios eterno!
¡Él nos guiará para siempre!”

No importa tu religión, siempre que busques guía divina, la vas a obtener. El asunto es que debes saber cómo hacerlo.

Si te has preguntado por qué razón tus oraciones no son respondidas, te daré algunos de mis consejos, los cuales me han funcionado.

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Para acercarte a Dios no actúes de manera maquinal

¿A qué me refiero con eso? ¿Recuerdas que al inicio dije que cuando era niña recitaba mis oraciones?, pues es justamente eso algo que no puedes hacer si buscas guía.

Lo que pasa es que -aunque las oraciones sean bonitas- llegas a un punto en donde te las aprendes de memoria, y al hacerlas pareces una grabación. Así todo se hace de manera automática; te arrodillas o sientas a la orilla de tu cama y comienzas a rezar tus oraciones. Estás tan acostumbrado a hacerlo que pierdes la conexión entre la comunicación que deseas tener y el momento presente.

Ser escuchado es simple

¿Quieres ser escuchado o consolado? Busca a Dios como si de un amigo se tratará. Habla con Él de manera franca, ÉL sabe tus problemas, necesidades, sueños pero requiere que tú se los comuniques y pidas guía, pues te ama y necesita cerca.

Es como la relación que tienes con tus padres: vives en la misma casa y tu papá o mamá saben que necesitas zapatos (por ejemplo) pero no saben cuándo se han gastado, dañado o ya no te sirven. Pues ellos necesitas que vayas y les digas que ya no los tienes. Sí, sé que el ejemplo es un tanto banal, pero se ajusta a lo que trato de hacer que comprendas.

Cuando te dispongas de orar puedes estar en un templo, iglesia o en la intimidad de tu casa o habitación. Si gustas, agarra tus escrituras sagradas y ábrela al azar, lee con total atención la sección que has abierto. Ésto, a manera de centrar tu atención en lo que estás haciendo.

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Luego de leer tus escrituras para saber más sobre ellas y sus enseñanzas, entonces puedes comenzar tu “charla” con Dios.

Cuida primero de dar gracias por todo (lo bueno y lo malo); lo primero te lo mereces y lo segundo te fortalece.

Después cuéntale lo que te agobia con detalles para que te sientas libre y para que la luz (guía) llegue a ti de manera correcta y no te reprimas.

Y finalmente guarda silencio y espera. Si, puede parecer muy raro pero algo que aprendí hace algunos años es que Dios siempre responde tus oraciones.

¿Cómo?

Escucha al Espíritu Santo; puedes llegar a sentir una paz inmensa en tu corazón y la sensación de que las cosas pronto serán resueltas.

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También puede ocurrir que no sientas nada, entonces solo espera y pronto obtendrás lo que estás buscando que es respuesta. Solo debes esperar y la luz vendrá a tí de manera indudable.

Todo lo que te explico aquí es algo que siempre hago, no solo cuando necesito guía, si no porque me gusta sentir que no estoy sola y que todo lo que tengo se lo debo a Él.

No olvides, siempre que le busques Él te abrigará, consolará y guiará por los caminos de la luz.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.