El alma de un bebé elige a los padres

Tu hijo te escogió para que seas su madre. Y tienes una gran misión en su vida.

Adriana Acosta Bujan

La ciencia estaba en su contra, un problema en sus trompas de falopio le impedía concebir un hijo de manera natural, la única opción para realizar sus sueños era por medio de la fertilización artificial. Sin embargo, su economía no alcanzaba para el tratamiento, por ser un proceso muy costoso.

Afligida, triste y sin esperanza, lloraba de día y de noche encerrada en su habitación pidiéndole a Dios un milagro; ya que su mayor anhelo era convertirse en madre y experimentar en carne propia la maravillosa conexión espiritual que tanto había escuchado que tienen las madres e hijos.

Conservando su fe y el anhelo de ser madre, comenzó a investigar sobre las mitologías y teorías ancestrales, que hablan sobre temas relacionados a las almas de los bebés. Ella había escuchado y leído alguna vez que el alma de los bebés escogen a quienes serían sus padres, durante la gestación.

La esperanza es lo último que se pierde

Según una teoría ancestral Kundalini retomada por el maestro yoghi Bhajan, explica que los bebés eligen a los padres y los familiares antes de nacer. El maestro habla de la encarnación, afirmando que el alma de un bebé escoge quien será su madre el día 120 después de la concepción.

Dice que las almas viajamos a través de experiencias que no podemos recordar; cada vida es una lección y llegamos a este mundo para aprender cosas nuevas. Por ello, según esta teoría, antes de nacer elegimos exactamente a las personas que necesitamos para trascender, ya que ellos nos darán esos conocimientos y las experiencias necesarias para lograr el real entendimiento de la vida.

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Las almas buscan permanecer en las mismas familias de las vidas pasadas. Una vez que el alma del bebé decide quién serán sus padres, se crea una conexión espiritual, afirman quienes creen en esto.

Una explicación científica

El Dr. Rick Strassman, en su libroDMT: The Spirit Molecule afirma que el alma humana encarna en el cuerpo en la séptima semana después de la concepción, utilizando la glándula pineal como canal espiritual y a la molécula dimetiltriptamina (DMT) como catalizador.

El DMT es una sustancia que genera el cerebro de manera natural, similar a la serotonina; según los historiadores, la glándula pineal es considerada como el centro espiritual del organismo humano, relacionada con las visiones religiosas.

El autor concluye que existe la posibilidad que la glándula controle la entrada y salida del espíritu al cuerpo, explicando así las experiencias cercanas a la muerte. El DMT se detecta en el feto humano a los 49 días de gestación (que es lo que tarda un alma en reencarnar según Bardo Thodol en su libro Tibetano de la Muerte).

Lo que llamamos maternidad

Con gran devoción, entregó su corazón y alma a Dios. Después de algunos años logró tener una respuesta. Por fin, el milagro que había estado esperando se hizo realidad. Ahora ella podrá experimentar en carne propia la teoría del maestro Bhajan y el estudio realizado por el Dr. Strassman.

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Con sus ideas arraigadas, ella creyó fielmente en esas teorías, creando un vínculo inexplicable, llenando su vida de pensamientos de agradecimiento hacia el alma de su hijo.

Tal vez, es difícil de creer cuando hablamos de temas espirituales, puesto que cada quien tienen sus diferentes creencias, culturas y estilos de pensamiento. Sin embargo, la única explicación que puedo darle a esta conexión espiritual entre una madre y su hijo, es la maternidad.

Ser mujer y madre

El papel de una mujer es importante en esta vida, sin nosotras no existiría la reproducción, somos la vía que da vida, por medio de nuestro cuerpo y alma ayudamos a cumplir una misión a otras personas (los hijos).

Es por ello, que la maternidad no solo es concebir, sino va más allá de una explicación científica, es algo profundamente espiritual y mágico que la mayoría de las madres podemos entender. El amor que sentimos hacia los hijos es incondicional, lo que nos lleva a sentir las mismas emociones que ellos.

Sufrimos sus tristezas, celebramos sus logros, sentimos su dolor ante las enfermedades y los encaminamos a tomar las mejores decisiones. Lloramos, reímos, nos preocupamos, nos esforzamos con ellos para enfrentar cualquier adversidad y alcanzar la felicidad.

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Los hijos están en nuestros pensamientos constantemente, en nuestras oraciones, corazón y alma; lo que nos lleva a ser sus maestros de vida.

Puedes creer o no

Cierto o falso, mentira o verdad, a mí me gusta imaginar y pensar que mi hija me eligió para ser su madre. Tal vez, no soy una experta en la maternidad, sin embargo, todos mis esfuerzos van encaminados para lograr que ella encuentre la felicidad; hasta convertirse en madre y que ella sea la maestra de su propio hijo.

Estoy agradecida con Dios, con la vida y con mi hija; ahora que soy madre mi vida es mucho más hermosa y maravillosa, tengo un motivo para alcanzar mis sueños y convertirme en una mejor persona cada día. El amor que las dos nos tenemos es tan inmenso que inunda mi alma.

Sin duda, ser madre es lo mejor que una mujer puede experimentar, al sentir esa conexión única y especial, ¡Es un gran regalo de Dios!, que debemos valorar y agradecer.

Tal vez, no podamos comprender de manera espiritual cómo es que el alma viaja y se introduce en nuestro cuerpo para darnos vida. Sin embargo, lo único que importa es que estamos aquí y ahora, que somos madres y que tenemos que cumplir con una gran misión en la vida.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.