El amor consistente en un mundo de contradicciones cristianas

Ahora hasta los cristianos nos hemos unido al discurso del amor que se extingue y hemos dejado de recordar que el amor todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.

Marta Martínez Aguirre

A menudo las parejas me preguntan qué deben hacer para que su matrimonio sobreviva a las crisis y evitar el divorcio. Yo siempre les doy la misma respuesta: “Si creen en Dios, dejen de hacerlo cómo lo venían haciendo”. Frente a lo cual me miran con los ojos desencajados de sus órbitas y el asombro se mezcla en sus pequeñas arrugas de la frente.

Vivo rodeada de matrimonios rotos, fuegos apagados, tsunamis de divorcios y sacudidas de tierra en los corazones que una vez prometieron vivir unidos para siempre. Las relaciones de pareja, cada vez son más efímeras. La idea del amor que perdura en la eternidad se resquebraja cuando la infidelidad toca el timbre, y uno de los dos compra preservativos en la farmacia de turno a quince cuadras de la casa.

Explicitar que el deseo ya no es como antes, que las cosas han cambiado y que otras caricias resucitan los sueños enterrados, es tan común como untar una tostada con manteca por las mañanas. El divorcio se vende en dos panes como las milanesas en el carrito de la calle y llegar a casa a la madrugada sin explicaciones le ha ganado a la lotería de fin de año.

Ahora hasta los cristianos nos hemos unido al discurso del amor que se extingue y hemos dejado de recordar, o de creer, que el amor todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. ¿A qué nos lleva esto? Te lo explico en los siguientes puntos:

1. El cristianismo mal entendido realmente nos ha hecho mal

¿A qué me refiero?, a que nos volvemos más generosos y más empáticos con los niños de África, las ballenas emparentadas con Willy y los perritos abandonados en la calles de Nepal, antes que sentarnos a escuchar a ese que llora y se parece a tu marido, o darle unos masajes en los pies a esa que llega cansada del trabajo y tiene un enorme parecido con la madre de tus hijos.

Advertisement

2. Hemos llevado la fe, a las campañas televisivas

Esas que sirven para apoyar los niños con capacidades diferentes, y nos conmovemos con los refugiados y lloramos tres días con los que no aparecen entre los escombros, pero si esa persona que dijo el sí junto contigo te pide unos minutos para confesarte que la soledad parece no tener prisa y que todavía su piel te reclama, miras el reloj y le besas en la frente con la promesa de escucharle a la noche, pero dentro de ti bien sabes que estarás humedeciendo otras sábanas.

3. Deja de confesar que Él es Señor de tu vida

Porque, si lo piensas bien, Él nada tiene que ver con esas frases que salen de tu boca: “Ya no siento nada por ti”, o: “Necesito tiempo”. Te puedo asegurar que otro es el dueño de tu vida, porque Cristo se mantuvo velando por los suyos hasta el último suspiro.

4. Asistes a la iglesia, lees las Escrituras y hasta tienes el diezmo al día

Pero no has demostrado amor a los que sufren abusos de todo tipo en tu entorno. Pasas al frente y das un mensaje en pleno púlpito reconociendo que Dios requiere justicia, pero no haces nada con la injusticia social en tu manzana y mucho menos te indignas cuando tu pareja te comenta que la despidieron por no aceptar los abusos del jefe.

5. Tu conocimiento no concuerda con tus actos

Te sabes de memoria todos los pasajes bíblicos sobre los pobres y los oprimidos, pero permaneces en silencio cuando tu gobierno ahorca con los impuestos, o lo que es peor, ni mella te hace la angustia y la soledad de quien te ama, la miseria de amor despedaza más vidas que la economía. Sí, eres capaz de contar historias bíblicas de Cristo con los excluidos y, sin embargo, te aferras a la idea que algunos no pueden amarse y mucho menos adoptar hijos. Pero lo que más indigna es que dejas de lado a quien te ama porque ha aumentado de kilos.

Dios es mucho más que amor, es el amor mismo, así que para que tu matrimonio resulte más allá de las primeras llamas, empieza por rever qué tipo de amor cristiano has venido viviendo. Relacionado con este tema, te invito a leer los siguientes artículos:

Advertisement

Si sientes que no eres feliz por completo, aquí te comparto el ingrediente secreto
También puedes leer: Cómo inculcar en los niños el amor a Dios

Toma un momento para compartir ...

Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: