El apego, el veneno silencioso que nos está matando sin darnos cuenta

¿Te regalan algo para ser feliz o en realidad te quitan la libertad de poder elegir el camino a la vida que tanto añoras?

Camila Ignacia Gómez González

Vamos por la vida catalogando nuestros gustos, poniéndole etiquetas a las cosas que nos agradan y a las que definitivamente no queremos cerca de nuestras vidas. Estamos convencidos que son nuestros gustos los que nos definen ante los ojos del mundo. Así es como vamos sembrando apego con todo aquello que en realidad NO nos pertenece, pero que al precio que sea queremos como nuestro.

De hecho, Julio Cortázar escribió que cada vez que nos regalan un reloj, no somos nosotros los dueños, sino que es el reloj el que comienza a poseernos:

“Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes.

No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”.

Eso es el apego. Y no es nada más que la actitud mental o emocional de exagerar las cualidades o virtudes de una persona o de un objeto. Esto nos lleva a justificar la actitud egoísta que comenzamos a proyectar porque pensamos que es la causa de nuestra felicidad, aferrándonos y sin querer separarnos de todo aquellos que creemos que nos entrega felicidad.

Lamentablemente, debemos reconocer que todos lo hacemos. Siempre nos aferramos a las personas o a los bienes materiales, incluso a trabajos, situaciones, puestos jerárquicos, sin cuestionarnos cuán sano resulta ser o no para nuestra mente. Por lo mismo muchas religiones o filosofías de vida hablan del apego como un veneno que puede resultar mortal.

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Sin darnos cuenta, cuando estamos apegados algo, comenzamos a idear expectativas poco realistas. Creemos firmemente que si tenemos con nosotros un objeto, tendremos éxito, felicidad o el reconocimiento que pensamos merecemos. Algo que nunca sucederá, pues tarde o temprano chocamos con la realidad, y el desengaño llega sin tardar. Además bajo este tipo de pensamientos llegamos a tener ideas totalmente egoístas por el miedo a perder lo que se tiene.

El apego nos aleja del equilibrio mental. Pero esto no significa que no podamos disfrutar de las relaciones sanas o gozar con las metas que alcancemos, comprarnos lo que nos gusta, pero sin sentir la necesidad de que algo nos falta. Sin proyectar cualidades inexistentes porque lo que realmente es sentirnos felices, sin algo o alguien de por medio.

Desde ese punto de vista, lograremos ser personas equilibradas, siendo capaces de dejar ir todo lo necesario para comenzar a ser felices, sin tener que pasar por el fuerte sentimiento de angustia al que nos sometemos cada vez que tenemos que soltar o dejar partir a alguien.

Por ello la próxima vez que te plantees recibir de regalo un reloj, piensa si realmente aportará a tu felicidad o simplemente te llenará de cuestionamientos que interferirán en el tipo de vida que tanto deseas encontrar. Cuestionándote

¿Hay algo externo que pueda darnos felicidad y satisfacción duradera?​

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Camila Ignacia Gómez González

Camila, es Relacionadora Pública, con orientación en Marketing, actualmente reside en Villa Alemana, Chile. Es esposa y madre, y ama escribir para ayudar a fortalecer los lazos familiares.