El bullying dentro de la familia también existe y debes ponerle un alto

Aunque parezca absurdo, la familia muchas veces puede ser tu peor enemiga y tu mayor opositor. ¿Qué hacer?

Erika Patricia Otero

No se supone que las familias sean perfectas. En innumerables ocasiones a lo largo del día, podemos ser maltratadores o maltratados. Esto pasa en todos los hogares y no es algo agradable cuando el foco del bullying familiar eres tú.

La situación no pasa a mayores cuándo las personas saben reconocer sus fallos y corrigen el trato que te dan. El caso es distinto cuándo a pesar de saber que te están haciendo daño, no se disculpan; en cambio te hacen sentir responsable de sus acciones.

Detectando el bullying en la familia

Puede llegar a ser muy triste reconocer que tus padres, hermanos, abuelos, tíos o pareja son tus acosadores; sin embargo, negarlo es peor que admitirlo.

El bullying familiar puede venir disfrazado de muchas maneras; por ejemplo: una crítica o burla a tu manera de comer o tu ropa. Malas interpretaciones a tus gestos o tus miradas que disparan un ataque sin sentido. Un cuñado, hermano o suegro interviniendo en tu relación con tu esposo o tus hijos.

En el bullying no necesariamente hay golpes o insultos. Basta una risita burlona, una mirada juzgadora, un comentario suelto a lo incapaz que eres respecto a algo; cualquier cosa que te haga sentir mal y dolido es bullying familiar.

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Si estas acciones son tan cuestionados en el ámbito social, ¿Por qué son ignoradas y no son detenidos en el entorno familiar? La razón es simple; se cree que si el bullying se da en la familia, es con el fin de “educar”.

Está bien que si alguien te ve actuando de manera cuestionable, te llamen al orden sin ponerte en ridículo. El problema surge cuando te insultan y se burlan de ti para que “corrijas tus fallos”.

Hay maneras de hacer caer en cuenta a alguien de sus errores; lo que no se justifica es la burla y daño intencionado que se alega como un llamado de atención.

La manipulación también puede ser considerada bullying familiar. Hay familiares que para que accedas a hacer algo, te exponen delante de otros familiares para que te sientas comprometido a hacer lo que desea.

Consecuencias del bullying familiar

1 El bullying en cualquiera de sus versiones, deteriora la seguridad en ti mismo y tu autoestima.

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¿Qué persona que no sea cuestionada constantemente sobre sus capacidades o su aspecto, va a sentirse cómoda consigo misma? Ninguna. Es más, la inseguridad se va apoderando de ti y empiezas a creer que todas sus críticas camufladas de ironías y bromas, son ciertas.

2 Estrés y ansiedad que parece no tener un momento de pausa. Debido a que los “ataques” pueden presentarse en cualquier momento, la persona siempre está nerviosa y en estado de alerta.

Esto llega a un punto tan complicado que desencadena ataques de pánico en la víctima. Esto porque, aunque soporte callado y justifique las críticas que lo lastiman, el organismo sabe lo que ocurre y reacciona como respuesta.

3 Las relaciones familiares se deterioran porque surge una pérdida paulatina del vínculo, cualquiera que sea. No importa si se trata de padres con los hijos, un matrimonio o entre hermanos.

Por eso se ven tantos hijos que no regresan jamás a visitar a sus padres luego de irse de casa. Los divorcios son frecuentes y las relaciones entre hermanos pasan a ser inexistentes.

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En ocasiones, el bullying, cuando ya es difícil de soportar, acarrea estallidos de ira en la víctima y provoca enfrentamientos verbales o físicos entre las partes.

Cómo enfrentar el bullying dentro de la familia

Muchas personas creen que, porque eres parte de su familia, debes soportar sus comentarios déspotas e hirientes. Esto no es así.

Podrás pertenecer a su familia, pero eso no otorga derechos de abuso. Un hijo o una pareja o cualquier familiar no es tu propiedad.

Tengamos en cuenta algo: las relaciones humanas son difíciles; sin embargo, existen parámetros de convivencia que las mantienen medianamente estables. Por lo regular, con una buena comunicación y dejar el orgullo de lado, soluciona los problemas.

Ahora bien, hay relaciones insalvables debido al bullying que lleva enraizado mucho tiempo. Cuando es esto lo que ocurre, se debe recurrir a establecer ciertos parámetros de convivencia. Sobre todo es vital hacerlos valer cuando es difícil desligarse del vínculo.

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Estos son:

Tomar distancia

La distancia es, en el mejor de los casos, la mejor solución al bullying familiar. Por esto, si existe la posibilidad de dejar de vivir con el acosador, vete. Pese a eso, esto no siempre es posible.

Distanciarse no es igual a escapar del problema. Es buscar tu paz mental y no odiar estar en donde vives. y mucho menos a tu familiar.

Mantener la calma

Hay personas que son increíblemente capaces de mantener la calma ante las provocaciones y malos tratos de un acosador. Sin embargo, hay quienes lo ven como un incentivo para seguir molestando.

La recomendación es que hagas todo tu esfuerzo posible para no dejarte vencer. Puede ocurrir que la persona, al no ver estimulado el acoso, pare con este. Pero ten paciencia porque puede tomar algo de tiempo.

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Establecer límites

Parece fácil, pero no lo es. Decir no muchas veces es un disparador para un acosador; aún así, no se pierde nada con decir “¡No, basta!, suficiente de tus malos tratos”.

No vamos a negarlo, en la mayoría de las ocasiones funciona bien ser asertivo y establecer límites. Cuando esto pasa, quien acosa se da cuenta que ya no eres material de abuso y tienden a retirarse.

Por último, si no es posible que la relación mejore, lo más beneficioso que puedes hacer por ti mismo es cortar todo vínculo con el acosador.

No por que exista un vínculo de sangre, estás obligado a ser el objeto de los malos tratos de personas que no te tienen un mínimo de respeto.

Conversar y decir lo que nos molesta

A veces pensamos que con hablar no solucionamos nada, pero también podemos llevarnos una sorpresa. Dile a esa persona cuánto te molestan las cosas hirientes que te dice. Tal vez tú seas la llave para que esa persona reflexione y cambie.

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No perdemos nada con hablar y decir lo que nos pasa y lo que nos molesta. Tú ya habrás hecho tu parte. Lo importante es no dejarse arrastrar por el maltrato y siempre buscar una solución conciliadora, si es que la hay.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.