El error más común y más dañino que cometen los padres

Si eres de esos padres que han caído en el error de comparar a sus hijos para incentivarlos, lee este artículo y seguro que cambiarás tu forma de estimularlos.

Erika Otero Romero

Si ser padre fuera simple, no habría tantas personas de diferentes edades en las cárceles. De hecho, los estudios indican que cada vez hay menos padres que saben cómo educar a sus hijos. Si bien los padres no tienen la culpa de los actos de los hijos, sí que son responsables de cómo los crían, de la igualdad en la educación que les dan y también de cómo los malcrían; pues aunque no lo crean, el hecho de comparar a los hijos o “hacerlos” competir entre ellos influye mucho en la personalidad de cada uno, así como también en la relación que se forje entre ustedes por el resto de su vida.

Jeane y Manuela

Jeane y Manuela son hermanas gemelas, ambas tienen 14 años y, aunque son idénticas en su físico, en sus personalidades y gustos son como el agua y el aceite. Jeane es una chica solitaria a la que le gusta estar en casa y leer, es feliz leyendo todo el día los libros del colegio, cosa que suele hacer por pasatiempo. Además, le gusta estar mucho tiempo frente al computador navegando por Internet: quizá esa sea la razón por la que tiene tan buenas notas en el colegio pero ningún amigo, a diferencia de su hermana Manuela es la que le hace tener un mediano contacto con el mundo exterior.

Manuela, por el contrario, es una chica a la que le gusta estar con amigos, bailar, pintar y todo lo que tenga que ver con las artes, razón por la cual ella tiene más amigos que su hermana y una forma de ver al mundo muy diferente.

Las dos son buenas estudiantes y se quieren; sin embargo su padre, considera que Manuela podría ser un poco más como Jeane y así permanecer en casa más tiempo con la familia. Esa comparación incesante que su padre hace entre ellas tiene cansada a Manuela y hace que Jeane se sienta incómoda y molesta por esa actitud. Manuela suele llorar a solas en su cuarto por la actitud de su padre y eso a la vez hace que ella permanezca más tiempo fuera de casa con sus amigos después de la escuela y de los cursos extra, sólo para no tener que escuchar los regaños y reclamos constantes de su papá. Manuela ha pensado escapar de casa.

La realidad

Como padre o madre es normal que notes las diferencias entre tus hijos, así como también es seguro que conoces cuál de ellos es más talentoso en artes o matemáticas y, desde luego, sabes cuáles son sus gustos e intereses, tanto, que los gustos o aficiones de uno de ellos puede llegar a estar acorde con los tuyos, razón por la cual este hijo podría llegar a tener algún tipo de gracia ante tus ojos. Aclaro que no quiere decir esto que ames más a unos que a otros, pero —y éste ‘pero’ debería ir con mayúsculas— no es una justificación para hacer una comparación entre ellos y así llegar a lastimarlos, pues si hay un poco de tacto y capacidad para “leer” a tus seres amados, puedes darte cuenta cuando te has equivocado.

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Por qué NO compararlos

Comparar a tus hijos entre sí o con alguien más porque son mejores en esto o aquello, hace que tus hijos se sientan insatisfechos e inseguros, lo cual será un obstáculo en sus vidas futuras en todos los aspectos de su vida, incluyendo la amorosa. Además, les generarás resentimientos hacía ti, harás que cada vez te tengan menos confianza y respeto, así que cuando desees guiarlos, no tendrán en cuenta lo que les aconsejes y se alejarán de ti.

Para finalizar, tómalo desde esta perspectiva: cada vez que te sientas tentado a “incentivar” a uno de tus hijos comparándolo con sus hermanos o incluso con el desarollo de otros niños, detente a pensar cómo se sentiría estar en el lugar de él, y entonces con calma aclama sus logros y ayúdale a cultivar un talento o a aprender algo extra, él te lo agradecerá siempre.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.