El matrimonio no es sinónimo de cárcel

Un matrimonio es feliz cuando cuando ambas partes comprenden que la libertad es lo que los unirá para siempre.

Erika Patricia Otero

Navegando por internet hace unos días encontré la anécdota de una señora a la que sigo en Instagram.

Ella contaba que el día anterior se había reunido con sus amigas a desayunar. Hablando de todo un poco, una de ellas que está divorciada dijo: “No entiendo por qué están casadas, qué pereza. Yo ya, bendito sea Dios, soy libre”.

Esa frase molestó mucho a quien cuenta la historia porque para ella el matrimonio no es una jaula. Ella dice algo que es cierto: el matrimonio es divertido. El truco radica en que ambos sepan que dentro de la conformación del hogar ambos tienen las mismas responsabilidades.

El matrimonio y la división de responsabilidades

Por años se creyó que cada persona que conforma la pareja tenía un rol que debía cumplir; las cosas funcionaron de esta manera por mucho tiempo. Sin embargo, aunque ahora no todas las parejas funcionan de esta manera, poco a poco las cosas han ido cambiando.

Hoy día ambas personas comparten responsabilidades. Muchas parejas no ven problemas en que la mujer trabaje y el hombre se quede en casa o viceversa. A muchos hombres les gusta cocinar y cuidar los niños; muchas mujeres gustan de arreglar las cosas que de a poco se deterioran en la casa. Antes eso era impensable, pero hoy en día no hay división de roles. Si me lo preguntas a mí, esto es genial.

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Es cuestión de establecer reglas y saber que no se está solo manejando una “nave” que necesita dos pilotos. La pareja debe aprender a asumir la posibilidad de hacer lo necesario para que la familia se mantengan en marcha.

Ir en la misma dirección

Un matrimonio funciona bien cuando ambos van en la misma dirección. Si además tienen metas en común y personales, seguramente van a avanzar pues ambos se esforzarán para dar lo mejor. Obviamente, se requiere de apoyo mutuo y buena comunicación. Esto no surge al azar, debe ser trabajado; y aunque no lo creas, los problemas bien manejados fortalecen los matrimonios.

Es claro que ningún matrimonio es fácil ni perfecto. Las relaciones matrimoniales se construyen desde las dificultades y la pronta resolución de conflictos. Muchos matrimonios pueden salvarse si se tienen en cuenta esos aspectos.

No me mal interpretes, estoy a favor del divorcio cuando este es el único camino que queda. Pienso que hay matrimonios insalvables, aún más cuando hay violencia de cualquier tipo o infidelidad. Sin embargo, hay matrimonios que se pueden salvar; solo que las partes no saben cómo hacerlo o no tienen la menor intención.

La realidad es que en la actualidad las personas no están dispuestas a luchar por salvar sus matrimonios. Se casan con la expectativa puesta de que todo será fácil, cuando no es así.

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La estabilidad matrimonial no solo se basa en una efectiva resolución de conflictos, sino en un esfuerzo constante por mantener el vínculo amoroso vigente. Estos son aspectos que se aprenden y trabajan con paciencia y comprensión.

Libertad antes que posesión

En el matrimonio debe haber libertad. Comprender la libertad dentro del matrimonio a algunas personas les resulta complejo. Esa libertad hace referencia a la posibilidad que debe tener toda persona de crecer como individuo dentro de la relación. Es decir, apoyar al compañero si desea estudiar o emprender un negocio, por ejemplo.

También hace referencia a la posibilidad de tener sus propias amistades sin que estas representen un peligro para la relación. Desde luego, también abarca el respeto por el espacio y tiempo personal; estar casado no es un yugo que les impida moverse y alejarse el uno del otro. Sin embargo, esto no sucede todas las veces. Hay personas que se sienten amenazadas porque su pareja haga uso de su libertad.

Cuando eso pasa, una de las partes empieza a sentirse inseguro; entonces es cuando tiene la necesidad de controlar y poseer. Es en estos momentos cuando la otra persona busca escapar. Esa es la manera más rápida de llegar al divorcio; la razón es que puede ser el primer paso de la violencia emocional y física.

Debe haber comprensión

La comprensión dentro del matrimonio es importante porque le permite a ambos ponerse en el lugar del otro; es decir, entender cómo se siente el otro respecto a algo.

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Tener la capacidad de entender las necesidades de la pareja lleva a ambos a un nivel superior de comunicación. Esto establece un vínculo indeleble; además de una complicidad única que les llevará a conocer las necesidades del otro -a veces- con solo mirarse.

Puede ser entendible la razón que lleva a muchos jóvenes a huirle al matrimonio. Posiblemente, vieron en sus hogares violencia o sumisión y claramente no se ven siendo sometidos por nadie. Pero el matrimonio bien constituido está lejos de ser un castigo o una obligación.

El matrimonio no es una jaula que te impide ser tú mismo; por el contrario, es un lugar seguro para aprender de ti y de quien amas. Cuando las parejas comprenden que el amor no es igual a miedo, celos o sacrificio, es cuando estarán dispuestas a decir: “me la juego por ti”.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.