El niño que todos llevamos dentro

Nuestras pulsiones, pasiones y vivencias de la infancia nos acompañarán toda la vida. ¿Honras y cuidas al niño que siempre vivirá en ti?

Rafael Vázquez

En el hemisferio Norte estamos en plena primavera. El sol brilla intensamente y sólo de caminar unos minutos por el parque, se siente el calor propio de la estación. Es entonces cuando aparece el carrito de los helados. Eres un adulto respetable, tienes un trabajo serio y una familia, por lo que no puedes ir corriendo y pedir a gritos una nieve de limón para mitigar tu sed y calor. Así que caminas sin perder el glamour y te formas civilizadamente para esperar que el enjambre de niños se disipe y entonces pedir tu nieve.

¿Por qué no comprar una botella de electrolitos orales para hidratarte?, es más eficaz ¿no? La respuesta es simple: tu niño interior es el que te ha llevado al carrito de helados y es el mismo pequeño el que está disfrutando de esa nieve de limón, ya que es un placer que aprendiste a gozar desde tu niñez. Para algunos otros niños como yo -que tuve muchos problemas de bronquitis y faringitis- era un placer inalcanzable, hasta que después de determinada edad me resultaba más fácil superar los cuadros infecciosos. Es por esta razón que de vez en cuando, me doy el gozo infantil de tomar una nieve de limón.

Tu niño interior

Este pequeño es el que está en el núcleo de casi todos tus gustos y decisiones. Esto no lo digo yo, podrías preguntárselo a cualquier psicoanalista, pero si prefieres no entrar en este tipo de laberinto, puedes preguntarle a tu mamá. Sin duda te darás cuenta de que la singular alegría con la que diriges proyectos en tu trabajo, ya la mostrabas en el entusiasmo por ser la organizadora y jefa en tus juegos infantiles. También ella te sabrá decir que no le extraña con quién te casaste, pues desde niña te gustaban los niños con esos mismos rasgos físicos o de personalidad.

El aficionado de ese equipo, que está con él pierda o gane, es también aquel niño que se asoma y si no te gusta ese deporte, es porque aquel pequeño nunca supo entenderse con él. Es también el chico que llevas dentro, el que te hace tomarte selfies en el gimnasio para presumir su cuerpo; es la niña en ti, la que cada mes llama a sus amigas para juntarse a tomar el té y darse el sencillo pero enorme placer de su compañía mutua. ¿Y, a dónde vamos con todo esto?

Capitalizar el pasado

En México se celebra el 30 de abril como el Día del Niño y, aunque quizá tú ya no lo seas, aun así espero que hayas tenido mucho que festejar y recordar ya que, por difícil que haya sido la vida de un niño, siempre habrá buenos recuerdos. Es bueno haber aprovechado fechas como ese día para traerlos a la memoria; pensar en ellos con gratitud y llamar a la gente involucrada (tus padres, tíos, abuelos, hermanos, maestros, etc.) para contarles lo significativo que es para ti poder recordar esos momentos.

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Y ya que estás haciendo este ejercicio de memoria, puede ser una buena idea escribir estas experiencias para futuras consultas hechas exclusivamente por ti, para lectura de tus hijos o incluso como proyecto de escritura recreativa o comercial (se ha puesto de moda el novelar la propia vida, para lo cual la infancia es el puerto del que zarpa el barco de nuestra experiencia).

Retribuye lo bueno que has recibido

El pensar en las cosas hermosas que vivió el niño que fuiste y que sigues llevando contigo a todos lados (al trabajo, la escuela, a las citas con las chicas, al estadio, al gimnasio) ayuda a que este mundo sea al menos igual de generoso como lo fue contigo en aquel entonces. Más aún, si tienes el poder de evitar que un niño sufra algún dolor que tú viviste, hazlo. Hace poco supe de unos jóvenes empresarios que visitaron Kenia y se sorprendieron de que la mayoría de los niños estuvieran descalzos o con zapatos que, por quedarles ya chicos, tenían que cortar para seguir usándolos. Estos pequeños frecuentemente se lastiman o se cortan los pies, lo que les causa infecciones muy fuertes y de convalecencia larga por lo que no pueden ir a la escuela ni a jugar. Esta realidad impresionó hondamente a los jóvenes empresarios —ya que en su niñez nunca les faltó el calzado— de modo que se dieron a la tarea de diseñar un zapato que pudiera crecer junto con los niños. Finalmente lo lograron y hoy -mediante una fundación creada por ellos mimos- producen miles de pares de un calzado que puede ser usado por un mismo niño durante cinco años, debido a que puede adoptar cinco tamaños y formas distintas.

Esta es una forma hermosa y dignísima de honrar a ese niño interno, pero no necesitas una fundación ni diseñar un zapato revolucionario, basta con que procures hacer las dos siguientes cosas:

  1. Recupera el gusto por las cosas sencillas, por los placeres más elementales que tenías cuando niño.

  2. Ayuda a un pequeño a gozar de alguno de esos placeres, ya que éste lo acompañará toda su vida.

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De esta forma, honrarás y cuidarás para siempre al niño que siempre serás.

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