El puerperio, aunque puso tu vida de cabeza, también te convierte en una nueva mujer

¿Eres madre, pero aún no acabas de hallarle el modo y te sientes perdida? Queremos acompañarte y contarte lo que muchas madres como tú hemos hecho.

Marilú Ochoa Méndez

Pasaron los nueves meses de tu embarazo, en los que soñabas constantemente con tu hermoso bebé. Hoy, con tu bebé en brazos, te sientes fuera de foco y un poco confusa.

Parece que te has sumergido en el fondo del agua. Miras la realidad desde otra dimensión.  La dinámica que vivías antes, hoy te es extraña, y en tu corazón, la prisa ha tenido que detenerse.

No has podido dormir bien en varios meses. Te preocupan mil cosas que antes no te pasaban por la mente: si tu bebé respira, si el jabón con que lo lavas es realmente libre de químicos, si la enfermera que aplicará la vacuna será cuidadosa con tu bebé.

Te miras en el espejo y te cuesta reconocerte. Tienes ya varios días sin poder hacerte el tan necesario corte de cabello. ¡Ni siquiera has podido depilarte!. Lo peor, es que ni siquiera te parece una prioridad.

Tus necesidades se han vuelto básicas: poder comer sin un bebé en brazos, ir al baño con serenidad.

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Conoces los ruidos de tu casa de noche.  Has pasado noches en vela sacando el aire a tu bebé, amamantándolo o simplemente observando su pancita subir y bajar con la respiración.  Te has sorprendido con un suspiro lleno de amor.  ¿Cómo ha logrado tu bebé hacerte parecer una extraña y al mismo tiempo darte una alegría tan especial y plena?

Pasas todo el día con tu bebito, pero te sientes sola.  Tu estado de ánimo fluctúa tanto que a veces te sientes contenida, y a veces desbordada. Tus lágrimas salen fácilmente de tus ojos por las causas más mínimas, o mas descabelladas.

Te cuesta entablar diálogos coherentes y mantenerte actualizada del vertiginoso ritmo del mundo exterior.  A veces piensas si con el parto no habrás perdido algo de tu chispa.

¿Te ha pasado algo de esto?

El puerperio, ese regalo

Déjame decirte, querida madre, que estás recibiendo un regalo maravilloso que si sabes aprovecharlo, le dará un nuevo sentido a toda tu vida: el puerperio.

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¿Qué significa esta palabra? De acuerdo con la asociación española El parto es nuestro, el puerperio o cuarentena es “el periodo de tiempo que va desde el momento en que el útero expulsa la placenta hasta un límite variable, generalmente 6 semanas, en que vuelve a la normalidad el organismo femenino. Se caracteriza por una serie de transformaciones progresivas de orden anatómico y funcional”. 

Esto explica en parte por qué te sientes así, ¡pero eso ya lo sabías!. “La cuarentena es conocida por todas“, me dirás, y tienes razón.  Lo que no te han dicho, es que todo lo que vives hoy, es una sacudida bastante oportuna.

El puerperio o cuarentena, dominado por cambios en tu cuerpo, en tu vivencia del tiempo (no existen para ti ni el día ni la noche), será la tormenta perfecta para redimensionar tu vida y darle un nuevo propósito.  Te lo cuento con una anécdota.

La maternidad es como una montaña

En un pueblo cercano a las montañas, un pequeño creció enamorado de una de ellas en particular.  Miraba desde su ventana todos los días el pico lleno de nieve de la montaña más alta, prometiéndose que algún día llegaría hasta allí.  Con los años, mantuvo su promesa, ahorrando lo que podía permitirse para contar con el equipo adecuado para el ascenso.

Cuando llegó el día, no cabía en sí mismo de la emoción. Comenzó la conquista de su montaña, avanzando paso por paso. Cuando había pasado la mitad, notó sorprendido que era muy distinta la vista desde la lejanía de su montaña, a lo que le presentaba la naturaleza en su trayecto.  Se acercó más, y vio desconcertado que la punta de su amada cima ¡no era ni siquiera una punta!.

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Había casi llegado al extremo superior, y no podía creer que había pasado décadas soñando con ese momento. ¿Esa era la montaña de sus sueños?

Se sentó en una roca desanimado, y sintiendo cómo la frustración iba subiendo desde sus pies cansados hasta su corazón.  Entonces, el ruido de un águila llamó su atención, y lo hizo desviar su atención de sus negros pensamientos.

Sin querer, posó sus ojos en su pueblo, en la belleza de las nubes que casi podía tocar desde esa altura.  El color volvía poco a poco a su rostro, y el calor a su alma. Debía aceptar que la montaña no era como la imaginó desde su recámara, y sin embargo ¡qué vista más hermosa! Su pueblo adquiría un tinte melancólico y llenaba sus ojos, el cielo se veía limpio, y sus pulmones respiraban un aire purísimo que lo hacía sentir pleno.

Esta aventura le enseñó a amar aún mas su montaña, porque -ciertamente- no tenía el pico nevado que lo había conquistado, pero le dio regalos invaluables: una ilusión, el esfuerzo para conseguir de subirla, y una vista que lo hacía redimensionar su lugar de origen.

No busques el pico, disfruta la vista

La maternidad es así.  Definitivamente no es como la imaginabas, es real.

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La belleza de la realidad aplastante, imperfecta y perturbadora del puerperio es que te introduce en el mundo como es. Tu cuerpo que no siempre responde, tu piel que no vuelve a su lugar tan rápido como lo esperas, tu bebé que no siempre parece consolarse contigo.

Detenerte a mirar cómo se redimensionan tu mundo, tus prioridades, tus metas, es lo que te hará enriquecerte con este momento nuevo en tu vida.

Ahora, conseguirás la sabiduría más absoluta que muchos tardan años por descubrir: la felicidad y plenitud de la entrega.

Porque -no podemos negarlo- entre estas emociones tan intensas, has experimentado momentos de verdadera felicidad, ¿cierto?

El amor crece dándose

Tu pequeño bebé te “mata” de amor, justo porque demanda mucho de ti.  Tu entrega cotidiana hacia él lo alimenta, lo hace crecer en centímetros y llena su corazón de tu amor.

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La entrega que realizas de manera instintiva a tu bebé será la guía para mantener una vida feliz: mirar a quienes te acompañen, que siempre tienen una demanda o una herida latente en su corazón, y te piden mirarlos y atenderlos.

Dale gracias a ese hermoso bebé que ha vuelto tu mundo al revés.  A partir de hoy, avanzas de su mano regordeta para conseguir la más pura y hermosa felicidad.

Al irte reincorporando al mundo activo, apurado y lleno de tensión, no olvides que tú, desde tu esencia femenina, eres quien debe voltear la vista de tus compañeros de viaje a lo que realmente aporta: la entrega amorosa de nuestra vida a otros. ¡Felicidades por tu bebé!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.