El racismo, la violencia y la discriminación se aprenden en casa, evita dar esas lecciones

La tolerancia se aprende desde casa. ¿Qué lecciones les estás dando a tus hijos sobre el respeto a los demás?

Emma E. Sánchez

Ayer leí esta frase: “Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla pero quien la lee, está condenado a ver cómo los ignorantes la repiten”.

Durante la educación básica, un niño en México tomará dos horas de historia a la semana durante 10 años y dos horas de historia universal por 3 años. En teoría, los seres humanos estudiamos nuestra historia para conocer nuestro pasado, entender nuestro presente y poder crear un mejor futuro.

Entonces, ¿es mucho tiempo para estudiar esta materia? ¿es poco? ¿es suficiente?

No lo sé, pero me queda claro que los niños y los jóvenes y cada generación que nace, recibe muchas clases de historia, que leemos y escuchamos mucho sobre los errores de la humanidad y que una y otra vez, los repetimos sin parar.

Algo no estamos haciendo bien

Basta con ver las noticias una mañana para darnos cuenta que como sociedad algo no estamos haciendo bien, pues la violencia, el racismo y la discriminación van en aumento. Como plaga se adueñan de zonas, territorios, destrozando todo a su paso y sembrando muchas más semillas de odio y resentimiento.

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Las lecciones de historia donde aprendemos sobre las guerras, la esclavitud y sobre los hombres que han peleado por la libertad, la igualdad y la paz entre los hombres nunca serán suficientes, ¿sabes por qué?

Porque las lecciones para evitar que estos problemas surjan no se dan en la escuela, se dan en casa, y son profundamente poderosas. ¿Cuáles son esas lecciones que debemos evitar enseñar a nuestros hijos?

La violencia

Hay muchas hipótesis sobre si la violencia es lago instintivo o se aprende. Y aquí, para comenzar, hay que aclarar algo: la agresividad es una cuestión biológica que nos sirve para defendernos o reaccionar ante un peligro o una amenaza; mientras que la violencia es una cuestión cultural, por lo tanto, es una conducta aprendida.

La agresividad nos ayuda a preservar nuestra vida, pero el deseo de lastimar a otro por alguna razón, eso se enseña y se aprende.

Una persona, un niño, aprende a ser violento porque observa a alguien más ser violento, porque se le enseña a justificar esa conducta por ejemplo, para educar o corregir a alguien; y por otro lado, se enseña y se aprende que es normal y hasta bueno.

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Las lecciones que no debes enseñar nunca:

Burlarse de alguien, insultar, manipular

Amenazar

Humillar o denigrar

Lanzar objetos a alguien para pegarle

Limitar el alimento, el agua, la atención médica

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Pegarle a tus hijos o a tu pareja

Usar a los hijos para lastimar o amenazar a la pareja

Lastimar animales

El racismo y la discriminación

Mucho se ha dicho y escrito sobre estos temas, se dice que discriminamos porque rechazamos lo que es diferente y que en el fondo, solo se trata de miedo. Por lo tanto, que buscamos dominarlo y controlarlo, tenerlo bajo nuestro poder para evitar que nos lastime.

El racismo y la discriminación son manifestaciones de ignorancia, de un terrible complejo de inferioridad. La superioridad que se cree tener es la cubierta para esconder lo pequeño que se es y, al igual que la violencia, se enseñan y se aprenden en casa, en el día a día y poco a poco.

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Cualquiera de nosotros discrimina de una u otra manera, muchas veces sí por ignorancia, pero otras, mucho más graves, porque es lo que todos hacen y porque creemos que no es nada malo solo “una broma”.

Discriminamos todo lo que es diferente, lo que no es como nosotros pensamos debe ser, y aquello que no logramos comprender, en resumen: ignorancia total.

Observa si tú o en casa se dan alguna de estas conductas o si creen que estas ideas son correctas:

En casa solo las mujeres hacen el aseo y cuidan a los pequeños.

Los ancianos no sirven para nada.

Los que trabajan no deben ayudar con las labores domésticas.

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Las hijas no pueden tener muchos novios, los muchachos sí.

Los morenos son feos, es mejor ser “blanquito”.

Las mujeres no deben estudiar o solo lo que les sirva para ser mamás.

La señora del aseo no debe comer con la familia porque no es de la misma clase social.

Solo papá manda en casa.

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El que trae el dinero a la familia es el que manda.

Todos los que ganan dinero deben dárselo al papá.

Si eres gordo nadie te va a querer.

Los que no son de nuestra religión están locos.

Las personas del pueblo son ignorantes.

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Ese niño está tontito es un “dawn”, está loco, “está enfermito”.

Esa persona viste “raro”, ha de ser un indio.

La lección que todos debemos dar y aprender se llama tolerancia

Todos los seres humanos somos diferentes y muchas de esas diferencias ni siquiera las decidimos; gran parte nos fueron otorgadas inclusive antes de nacer. Y si bien otras las decidimos, todos tenemos la libertad para elegir y hasta cambiar, pero nunca por vía de imposición.

Todos los seres humanos tenemos la obligación de respetar y ser tolerantes ante las diferencias de otros.

La tolerancia no se trata de aceptar las conductas inapropiadas, violentas o dañinas de nadie, eso no es tolerancia, se trata de ser respetuoso ante lo que es diferente a lo propio.

¿Cómo puedo ejercer la tolerancia?

1 Adopta una actitud más abierta, aprende sobre otras culturas, religiones, costumbres e idiomas. Verás que entre más conoces más podrás entender a otras personas y el por qué son como son.

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2 Trata de encontrar puntos en común, de empatizar y de aprender del otro

3 Pregunta, investiga y busca información en fuentes confiables. Elimina la ignorancia y el temor desaparecerá.

4 Expresa tu opinión sin agredir a otros.

5 Pregúntate a ti mismo por qué algo te molesta tanto de otra persona. Muchas veces verás que solo son ideas infundadas, una mala experiencia que generaliza y te hace perder la visión.

Tal vez se trate solamente de una inseguridad tuya y nada que ver con la otra persona.

Y por último: recuerda que las diferencias son las grandes riquezas. Podríamos leer todos los libros de historia del mundo pero si no cambiamos las enseñanzas que transmitimos a los más pequeños en el hogar,  jamás podremos  mejorar nuestra sociedad.

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Para finalizar, te dejo esta frase que me encanta…

“Si pudiéramos conocer la historia de cada persona, seguro amaríamos a todos”.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.