El rencor es un castigo que no necesitas en tu vida

Perdonar es un acto de amor no solo contigo sino con quien te ha lastimado.

Erika Patricia Otero

Creo que todos sabemos lo que se siente tenerle rencor a alguien. No importa las razones por las cuales nos sintamos de esa manera; sentir rencor es perjudicial desde muchos puntos de vista.

El rencor surge de no poder perdonar a alguien que nos hizo daño. La realidad es que perdonar es muy difícil. Necesitamos ser muy nobles y humildes para perdonar fácilmente, y la mayoría de nosotros no somos así.

Una mala comprensión de lo que es el perdón es lo que nos hace complicado concederlo. Por años se creyó que perdonar es olvidar el daño que nos hicieron y volver a tratar a esa persona como si nada hubiera pasado. Muchas personas al día de hoy creen eso, pero la realidad es otra.

Los seres humanos no somos máquinas. No es como si fuéramos ordenadores a los que solo dándole a la tecla suprimir, los malos momentos se borraran. Lastimosamente, nuestra memoria almacena una cantidad infinita de información; también somos un compilado enorme de emociones. Estos dos aspectos combinados nos hacen débiles o fuertes según el caso.

¿Acaso somos débiles por no poder perdonar fácilmente? Depende. Hay situaciones que a veces ocurren, que son por completo malos entendidos. Incluso, puede ocurrir que nos sentimos heridos por cosas que solo pasaron en nuestra mente. Esto pasa cuando somos dados a suponer cosas. La suposición hace que deduzcamos cosas que no pasaron o no son como imaginamos.

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El problema es que cuando somos muy rencorosos no podemos distinguir la realidad de la fantasía. Esto hace que nos amarguemos y no perdonemos. La solución es simple: solo debes dejar de suponer y preguntar cómo son las cosas. Sabrás si te mienten o no; entonces, tendrás todo el derecho a enojarte o a disculparte por lo ocurrido.

¿Qué es perdonar?

Hace años aprendí a la fuerza lo que significa perdonar. Me costaba comprender el concepto y el valor tras esta acción.

Yo era la típica persona que creía que perdonar era igual a poner la otra mejilla. En mi cabeza, volver a tratar a alguien que me hizo daño como si nada hubiera pasado era inconcebible. Mi opinión no ha cambiado; solo que mi actitud sí se modificó después de lo que aprendí.

Hace tiempo tuve un par de conocidos. Supe por alguien que uno de ellos le había hecho una mala jugada al otro y eso les había distanciado. Pese a eso, un día los vi hablar de nuevo y se me hizo extraño. Fue así como un día hablando con el que había sido traicionado le pregunté por qué le hablaba aún. Me dijo lo siguiente:

–”Erika, es que perdonar no es regresar derechos”.

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–”¿Cómo así?”, le pregunté.

–”Perdonar no es igual a regresarle derechos a quien te lastimó, perdonar –me dijo– es liberarte del rencor”.

Sinceramente, yo no terminaba de entender, así que hice gesto de estar en blanco.

–”Ok, te explico: no es que alguien te traiciona y lo sigues tratando como si nada hubiera pasado; no es así. Perdonar es liberarte del rencor. No olvidas, aprendes. No somos máquinas para olvidar el daño que nos hicieron. Sigues tratando a quien te hizo daño, pero ya sabes que debes cuidarte porque esa persona no es de fiar. Cuando perdonas, te libras del peso del rencor”.

En ese momento entendí lo que me quiso decir: que no debo cargar amargura por algo de lo que fui víctima, no victimario.

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El rencor enferma

Si te pones a pensar, el rencor te enferma. Es un mal que carcome tu tiempo, salud y atención. Voy a ponerlo claro para darme a entender más fácilmente:

Un problema cualquiera te estresa. Cuando tienes un enfrentamiento con alguien te llenas de rabia y malestar, eso es estrés. Si además eres de esas personas que le cuesta echar al olvido las palabras hirientes, pues vas a sufrir más.

El estrés tiene una caracteristicas particular: suele generar enfermedades psicosomáticas. Es decir, enfermedades físicas que tienen su origen en la mente. Ejemplo de estos males son el insomnio, colón irritado, úlcera gástrica, enfermedades cardiacas y virosis por tener defensas bajas.

Recuerdo que cuando era rencorosa, me era difícil dormir. Cada que encontraba en mi camino a quien me había hecho daño, lo que más deseaba era lastimarlo. ¿Quién puede vivir de esa manera? no, nadie tiene paz. Además, también que vivía enferma de gripe cada tanto resultado de mis bajas defensas. Añádele que antaño, por un empleo complejo por el jefe que tenía, desarrollé colon irritado, pues mi salud era precaria.

Cuando aprendí que perdonar me liberaba del rencor, mi salud cambió por completo.

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Fue difícil, no te voy a mentir, pero con el perdón llegó la resiliencia. También aprendí a restarle importancia a lo que los demás decían, pensaban o hacían en mi contra.

Hoy día pasan meses e incluso años sin saber lo que es una gripe o dolor por colon irritado. Mi vida mejoró por completo.

Yo no creía en el perdón porque pensaba que era darle mucho a alguien que no lo merecía; sin embargo, cuando comprendí que era una acción de amor para conmigo misma, entendí que perdonar valía el esfuerzo.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.