¿En qué se parece el matrimonio a las uvas?

Después de la tormenta, viene la calma. Después de cada caída, te levantas más fuerte. Así pasa también con tu relación y puedes hacer que tu matrimonio sea como las buenas uvas, dignas de excelencia.

Erika Otero Romero

Para iniciar, quiero compartir con ustedes la siguiente información sobre el vino y las uvas. Para hacer que sus vinos sean exquisitos al paladar de los degustadores y clientes, algunos vinicultores someten a las vides a una técnica agrícola que llaman estrés hídrico, la cual consiste en someter los cultivos a una reducción controlada de agua, con el fin de que el vino que produzcan las uvas de esas vides sea de una calidad excelente, el mejor vino del mercado.

El amor en el matrimonio es como las vides sometidas a estrés

Ustedes se preguntarán a qué viene esta lección acerca del cultivo de vides. Pues bien, hace unos días vi una película donde un matrimonio joven estaba pasando por un problema que, aunque no era algo grave, estaba deteriorando su relación y la estaba llevando al punto del divorcio.

Fue entonces cuando el padre del joven esposo, dueño de una vinícola, le dio un valioso consejo a su hijo. Le dijo, palabras más, palabras menos, que recordara la enseñanza que su abuelo le había dado acerca de cómo las vides sometidas a las más arduas condiciones de estrés por algunos periodos de tiempo, eran las que daban el mejor vino. Así mismo, dijo el padre, pasaba con los matrimonios: los más bellos y duraderos eran aquellos que sabían soportar con amor y fortaleza las más duras tormentas de la vida.

La vida real

Debo decir que esta comparación me encantó y estoy de acuerdo con esa enseñanza. Casarse y amar a alguien son dos cosas diferentes: no necesariamente quien se casa con alguien, lo hace por amor. Las razones pueden ser diversas y dependen de los consortes; es más, ahora se conocen incluso algunos casos donde los padres casan a las hijas porque las han prometido a alguien a cambio de ganado o por apuestas de juego. En otros casos, son los mismos novios y novias quienes se unen a alguien por interés económico; quizá el amor surja por efecto de los años, la costumbre o los buenos tratos, pero en otras ocasiones las cosas no son tan agradables.

El punto coyuntural de todo esto es que los matrimonios exitosos son aquellos que se fortalecen a través de los años y los sacrificios efectuados. El matrimonio es de dos, lo lógico es que sean las dos personas quienes estén dispuestas a dar de sí mismas, poco a poco y diariamente. Que en los momentos de dificultad se tomen de las manos y sean capaces de guardar la calma y la fe en sí mismos, y así luchar por el amor, el hogar y los hijos.

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Secreto de la felicidad conyugal

El secreto no radica en complacer al compañero en cuanto deseo tenga, ni en dar la razón en todo para evitar problemas y malos entendidos. Nadie es feliz cediendo terreno. Más bien, se trata de poner los diferentes puntos de vista sobre la “mesa de negociación” y hallar el punto medio entre ellos.

Las parejas que más se aman y han luchado juntas sus batallas, aquellas que han sumado fuerzas para remar a la par la misma barca hasta el destino final, serán las únicas que logren gozar de un matrimonio feliz. Casi nada es fácil en la vida y aquello que sí lo es dura poco, eso lo sabes de sobra. En general, se disfruta más de aquello que más ha costado conseguir, así que no temas las dificultades: después de cada problema que enfrentamos, renacemos y somos más fuertes para afrontar las más grandes tormentas de la vida.

Aprende de las vides que son sometidas a fuertes condiciones de estrés y que, al cabo del tiempo, dan el mejor vino de todos, gracias a esas dificultades. Por ello, saca el mejor provecho de los problemas de pareja y verás cómo, al paso del tiempo, tendrás un matrimonio digno de emular.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.