Enfermedades severas o crónicas en la infancia: lo que la familia puede hacer

Es urgente abrir los ojos ante posibles enfermedades silenciosas que están presentes en los niños y que antes sólo ocurrían a los adultos.

Erika Gaytán

“Cuando muere un padre te conviertes en huérfano; pero cuando muere un hijo, es tan grande el dolor que nadie le ha podido poner un nombre”. Este pensamiento lo escuché por primera vez en voz de la mamá de un entrañable amigo ya fallecido, al cual no pude responder más que con una lágrima.

La pérdida de cualquier ser querido es sumamente dolorosa, pero la de un hijo es están desgarradora que te puede llevar a la locura misma. Son de esas heridas tan profundas que difícilmente sanan, y cuando lo hacen, nunca es por completo.

La obesidad y la diabetes se han convertido en “compañeros” frecuentes de los niños de hoy. Siempre han existido, pero hoy por hoy, se presentan casos con mayor frecuencia. Un poco por la falta de información, malos hábitos alimenticios, otro por la falta de actividad física y un mucho por los altos contenidos de azúcar y grasa en dulces y refrescos.

Según especialistas, la salud del infante se define desde sus primeros meses hasta los 6-8 años. Por eso es de suma importancia que un niño esté bien alimentado y no se le den dulces o refrescos. Los niños nunca piden lo que no conocen.

¿Qué podemos hacer como padres ante estas enfermedades silenciosas?

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1. Abrir los ojos

Debemos estar atentos a los comportamientos alimenticios, higiénicos y fisiológicos de los niños. Ojo: hay síntomas, en el caso de la diabetes, con los que se puede acostumbrar una persona, por eso en ocasiones puede resultar imperceptible. Sólo se manifiestan cuando el mal ya está muy avanzado.

2. Detección

En cuanto nos percatamos de que el infante presenta indicios, acudamos al médico de inmediato, sin autorrecetas que puedan alterar los síntomas.

3. No somos doctores

Por mucho amor y conexión que podamos tener con nuestros hijos, no somos especialistas. Tengamos mucho cuidado en remedios caseros, que por lo regular son proporcionados por personas de buena voluntad, pero sin conocimientos científicos. Por otra parte si se tiene dudas con respecto al diagnóstico, se aconseja pedir otra opinión. Es muy importante tener plena confianza en el médico.

4. Atención psicológica para el niño

Para los hijos, el hecho de saber que tienen una enfermedad que cambiará su alimentación, actividades y cuidados implica un conflicto existencial y emocional, que a edades tempranas resulta más difícil entender y aceptar. Por otra parte, se les debe informar perfectamente sobre su padecimiento, un niño enfermo debe estar consciente de los síntomas y las consecuencias, así como de la importancia de llevar las indicaciones médicas al pie de la letra. Si para un adulto resulta complicado entender un padecimiento en nuestro cuerpo, cuánto más para un niño.

5. Atención psicológica para los demás integrantes de familia

El hecho de tener un enfermo en casa implica diversos cambios en nuestro sentir, en el pensar y en el comportamiento. Por ello es imprescindible el apoyo de un psicólogo, él nos apoyará para aceptar la enfermedad, consecuencias, cuidados, reacciones, la forma de dirigirnos al paciente, sin descuidar el rol de cada persona cercana a él en lo familiar como en lo individual.

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Por desgracia, estos problemas crecen en número día con día. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2006, dos de cada tres mexicanos tienen sobrepeso u obesidad.

El doctor Raymundo Paredes Sierra, de la Facultad de Medicina de la UNAM, afirma que de no tratarse la obesidad a tiempo, ésta puede provocar hipertensión (presión sanguínea elevada en las arterias), cardiopatía isquémica (impide que el corazón reciba la sangre necesaria), infarto de miocardio (cuadro clínico producido por la muerte de una parte del músculo cardíaco), dislipidemias (concentración de grasas en la sangre), diabetes y algunas neoplasias (crecimiento anormal de masa que sobrepasa los tejidos normales).

En el caso de la diabetes, conforme va pasando el tiempo se van teniendo otros problemas: nefropatía (insuficiencia renal), neuropatía (daño en el sistema nervioso), pie diabético (amputación en algunos casos) y ceguera. Esto es grosso modo lo que significa tener diabetes y obesidad. Como podemos ver, es muy serio y va más allá de la información tan pobre que se nos proporciona.

Si tenemos la valiosa fortuna de evitarlo, hagámoslo, pero si ya está presente en nuestra vida, actuemos. El inmenso amor que profesamos a nuestros hijos nos dará la fuerza suficiente para sacar la fortaleza necesaria y afrontar cualquier adversidad. Y sobre todo, nos ayudará a mantener la fe.

Si conoces a un amigo o conocido que esté pasando por algo así, comparte esta información, todo ayuda para esos momentos de gran desesperación.

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Cuidemos lo más valioso de nuestra vida: la familia.

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Erika Gaytán

Oriunda de la tierra del taco, el mariachi y el folklore. Periodista de profesión y corazón. Por muchos años he tenido la fortuna de colaborar como docente en la educación de niños, adolescentes y jóvenes. La música, la enseñanza, la investigación, lectura y escritura son mis grandes aficiones.