Enseña a tus hijos pequeños a ser compasivos

La compasión nos iguala y nos recuerda que todos podemos estar de un lado u otro de la vereda; nos sacude la modorra, nos hace latir con el corazón del otro y nos interroga: ¿y si fuera yo?

Marta Martínez Aguirre

Somos miembros del mismo club. El de celebrar la vida. El dolor, los gritos, la sangre, el ruido y el horror se hicieron presentes en Francia hace unos días, nos rememoró la caída de la Torres gemelas, el dolor de Madrid y también otros dolores distantes pero no ajenos. Vivimos tiempos difíciles, algunos hablan del fin del mundo, otros de la pérdida de valores, de la maldad creciente, del egoísmo, de fanatismos religiosos, de terrorismo y de la locura y la sinrazón.

Pero pocos hablan de la compasión. No se trata de transformarnos en débiles y pasivos, sino todo lo contrario, de meternos en el meollo del asunto y vivir la compasión por el dolor del otro, venga de donde venga, hable lo que hable y crea lo que crea. La compasión es un sentimiento que se duele no sólo por el dolor de la oveja lastimada sino también por el lobo ensangrentado.

La compasión nos iguala y nos recuerda que todos podemos estar de un lado u otro de la vereda, nos sacude la modorra y nos hace latir con el corazón del otro y nos interroga ¿y si fuera yo? En los programas académicos de las escuelas debería estar como materia obligatoria el de ser compasivos, mientras tanto, tú puedes enseñar a tus hijos a serlo y marcar una gran diferencia.

A través de cuentos y de relatos

A través de cuentos y relatos los niños logran captar mejor los valores que deseas inculcar en ellos, te recomiendo la lectura del cuento “Un conejo en la vía“. Quizá puedas reflexionar con ellos, sobre cómo ser más compasivos con otros compañeros, sus mascotas y otras personas.

Acciones concretas

A menudo te dices a ti misma que el futuro está en las manos de tus hijos. Para que ellos puedan construir un mundo mejor y más compasivo, es muy importante que les des las herramientas necesarias para lograrlo. Una de ellas es ayudarlos a que vivan la compasión a diario a través de actos concretos, en el colegio, el hogar y fuera de él, ayudando a quienes tienen capacidades especiales, dificultades en el aprendizaje, están tristes o pasando momentos difíciles. Tú eres el mejor ejemplo en el primer paso hacia el aprendizaje de la compasión: ayuda a cruzar la calle a una persona no vidente, cuida de una vecina enferma, consuela a alguien.

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A la hora de jugar con sus amigos

Puedes ayudarlo a que desarrolle sentimientos de compasión hacia la desilusión y la frustración que sienten sus amigos de juego sin han perdieron la partida, o hacia quienes se han caído o quienes no pudieron, por algún impedimento, participar del juego.

Un desafío semanal

Quizá puedan llevar a cabo como familia actos compasivos durante una semana y, al término de la misma, compartir sus experiencias personales.

Voluntariado

Cuando los niños tienen la oportunidad de servir, pueden aprender por propia experiencia el valor de la compasión. Deja que tus hijos colaboren en alguna ONG, o se involucren en actividades en donde donen su tiempo a una temprana edad.

Historias de tu vida

Las madres que se toman tiempo para compartir sus historias dejan un fuerte impacto en el alma de sus hijos, más fuerte que cualquier otro medio de transmitir un valor. Comparte experiencias donde hayas sido compasiva, pero también donde recibiste la compasión de otros.

Cuando la compasión se activa en el diario vivir, no puedes otra cosa que esperar que tus hijos sean constructores de un mundo más humano y más feliz.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: