Es tiempo de conectar con tus hijos

Detente, míralo a los ojos, conecta con sus emociones. Hoy más que nunca tienes la posibilidad de hacerlo. Mañana será tarde.

Danitza Covarrubias

Cuando eres padre de familia, las responsabilidades son demasiadas. Tanto las necesidades del hogar, las económicas, las de los hijos, y hasta las personales te desbordan. Pero es una realidad que casi en la mayoría de lo casos, lamentablemente, la última necesidad que atendemos es la de nuestros hijos de conexión.

No, no estoy hablando de una conexión a internet. Estoy hablando de la necesidad de los pequeños de conectarse con otro ser humano. Con un adulto con el que se sienta contenido, protegido. Y qué mejor que con sus figuras paterna y materna.

Es fundamental para su desarrollo emocional, puesto que convivir contigo asegura su vinculación. Esta vinculación le dará una sensación de amor, seguridad y le enseñará también a relacionarse con los demás. Sin embargo, los adultos no tenemos la facilidad de conectarnos con los niños. Mucho menos en estos tiempos que estamos tan conectados a nuestros dispositivos electrónicos.

Aquí, algunas ideas para vincularte con tus hijos. Vale la pena el esfuerzo.

1 Involúcrate con sus gustos

Tempranamente, los niños muestran intereses. A veces sorprenden con gustos que tiene la familia, y uno ve que hay cosas que pareciera se heredan. Otros no tienen nada que ver, y no hay explicación lógica de sus gustos. Como quiera que sea, los niños tienen intereses particulares, muchísimos no compartidos.

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Es importante poder entrar a su mundo. Comprender sus gustos, pasiones, dar atención total y absoluta. A veces es difícil, puesto que son nombres y cosas que nos parecen insignificantes, banales, incluso aburridos. Para que nos compartan lo importante, lo trascendente después, es importante primero establecer la confianza inicial, el hilo que une para poder lograr la conexión.

2 Involúcralo en tus gustos

También es cierto que muchas veces los niños no comprenden las actividades de sus padres. Sus maneras de ser, pensar, o hacer. A veces, una pasión, hobbies, o la música que escuchas, podría ayudarle a tus hijos a comprender un poco más de quién eres. También pueden darles a ellos elementos y recursos para tratar de explicarte su mundo, sus emociones, sus vivencias. Además de esto, pudiera suceder que de pronto compartan un gusto, y coincidan en esto. Que se convierta también en algo que compartir.

3 Escúchalos

Muchas veces cuando salen de la escuela o llegamos a casa, tenemos un encuentro y preguntamos ¿cómo estás? Sin embargo, a veces en ese diálogo de conversación estereotipada, no nos detenemos realmente a escuchar la respuesta. No les miramos sus ojos, ni el rostro a ver cómo están, a saber qué les sucede en este momento, qué les sucedió en el día, cómo se sienten, qué viven, qué piensan de lo que ocurre a su alrededor.

Y a veces, cuando se asoman algunas palabras, prontos comenzamos con un vómito de palabras y un sermón inmediato, con retórica de lo que “debería de ser”. La invitación es: detente. No hables. Pregunta, escucha. Comprende. Empatiza con tu pequeño o pequeña, recuerda lo que era tener esa edad. Imagina lo que sería vivir eso que te narra, o una situación similar. Acompáñalo. Incluso, hazle preguntas reflexivas que le lleven a posibles soluciones y respuestas.

4 Háblales

Llegamos del trabajo, a veces agotados, estresados porque algo sucedió preocupante. Y al saludar a los pequeños, nos encuentran desganados, sin energía, incluso con el rostro adusto. Y ellos solo sienten una cosa: rechazo. Son pequeños, y no pueden imaginar que no tiene que ver con otra cosa que no sea ellos.

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Piensan que ellos son causa y son efecto. Así que, ¿te has planteado la posibilidad de explicarle, muy adaptado a su edad, lo que te sucede? Ellos son muy empáticos y comprensivos. Tienen una total capacidad de amar, sin tantas defensas y endurecimiento del corazón como los adultos. Encontrarás que ellos podrán darte hasta una frase sabia, o una respuesta que te haga reír. Tal vez un beso comprensivo que te alivie el alma. Pero entonces, para ambos, las cosas se sentirán que van mejor.

5 Tertulia literaria o tertulia cinéfila

La maravilla de los libros es que las ideas de un autor pueden poner en la mesa temas que nos conecten con los de alrededor. Poder leer un cuento juntos, o ver una película, podría ser un pretexto para poder tener un tema de conversación. Analizar la situación, los personajes, y narrativa de una historia puede ser una manera de tener de qué platicar con tus hijos, compartir momentos juntos, y conocerse más. Saber si han vivido situaciones similares, qué le aconsejarían al personaje, o qué opinan de lo que hicieron, puede darles mucho de qué hablar.

6 Actividades juntos

Juegos de mesa, bailar, cantar karaoke, cocinar, una pijamada especial en el jardín, o la sala. Este hacer cosas diferentes juntos es mirarse a los ojos, las caras, admirarse, reírse a carcajadas. Son estos los momentos que le dan sabor, y recuerdos invaluables a la familia.

7 Revisa el pasado

Mirar un álbum familiar, videos de antes, incluso hablarles sobre eventos que ellos no pueden recordar porque fueron demasiado pequeños cuando sucedieron. Siempre echar ojo al pasado renueva el presente. Refrenda los vínculos, regalan comprensiones. Ayudan a mirar el trayecto del tiempo con mayor amplitud, lo que tiene una magia especial. Déjate atrapar por ella.

8 Planea el futuro

Muchas veces hablamos de esto con otros adultos. Con la pareja por ejemplo, hablamos de la siguiente compra, el siguiente viaje. De cómo imaginamos o deseamos el futuro. Incluso qué problemas hay que resolver. Pero pocas veces, por no decir que nunca, se involucra a los niños en estas pláticas. Esto no quiere decir que les demos la batuta. Simplemente que escucharlos muchas veces genera ideas nuevas, frescas, que pueden dar un giro interesante a los proyectos de la familia.

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9 Detente un momento en una mirada, en un abrazo

Entre el correr de la rutina, o en este silencio histórico de aislarnos por el virus que amenaza, te invito a que de la nada, te detengas y le mires a los ojos. Le mires su carita, su rostro. Que te detengas a tomarle su mano, o a abrazarle largamente. A simplemente conectarse en un instante. Refuerza y refrenda el amor.

Estas son solo algunas ideas. ¿Tienes tú alguna otra qué compartirnos?

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Danitza Covarrubias

Danitza es originaria de Guadalajara, Jalisco, en México. Licenciada en psicología y maestra en desarrollo transgeneracional sistémico, con certificación en psicología positiva, así como estudios en desarrollo humano, transpersonal y relacional. Psicoterapeuta, docente, escritora y madre de 3. Firme creyente que esta profesión es un estilo de vida.