Esos “bichos raros” que educan en casa: de la escuela al Homeschooling

"Dime y lo olvido, enséñame y tal vez recuerde, involúcrame y lo aprendo". Benjamin Franklin.

Marilú Ochoa Méndez

“¿Por qué razón hay algunas familias a las que les gusta complicarse la vida?” Es la pregunta de muchos cuando se habla de educar en casa a los niños, adolescentes o jóvenes. “¡Hay tantas escuelas!”, piensan.

Si te soy sincera, yo también pensaba eso al inicio, cuando la idea de educar en casa me parecía temeraria, intensa e inclusive, un poco inútil.  Años más tarde, tuve la oportunidad de educar cinco años en casa a mis siete hijos, y mi perspectiva cambió enormemente.  Acá te cuento un poco de esa experiencia.

El “submundo” del homeschool

Cuando desescolaricé a mis hijos, conocí personas maravillosas que se dedican en cuerpo y alma a sus familias y que se convirtieron en grandes amigas para mí.  Al conocerlas, descubrí que existe un submundo (literal) de información bellísima y super atractiva sobre esta práctica, cada vez más común. Cuando tienes la fortuna de acercarte a alguien que haya tomado esa valiente decisión, es submundo, deja con la boca abierta por su belleza, por su riqueza y por lo emocionante que es el camino.

Sí, quien educa en casa es “raro”

Tomar las riendas de la formación académica e integral de los hijos es tomar una carga seria. Es entendible que se mortifiquen quienes delegan en las escuelas al menos la preparación técnica y de “conocimientos intelectuales”. Se siente como una avalancha que se precipita sobre los padres, que se preguntan cómo alguien sensato dejaría de lado el trabajo y propuesta de las escuelas para irse “por la libre”.

La respuesta a esta inquietud requiere irnos mucho más al fondo.  ¿Para qué son las escuelas?, ¿para qué surgieron? Durante la Revolución Industrial, padres y madres salieron al mundo laboral, pero el hogar no podía quedarse con los pequeños abandonados, así que surgieron los centros de enseñanza, en los que se adiestraba a los pequeños para estar sentados ocho horas aprendiendo lo que harían en su vida futura en algunas fábricas y oficios.

Hoy en día, las escuelas han cambiado mucho, y ofrecen robótica, artes, música y el desarrollo de habilidades intelectuales elevadas, pero a miles de padres, eso no les es suficiente, ellos buscan algo más, algo que solo ellos pueden dar.

¿Quién los ama más?

La neurociencia, la pedagogía y otras ciencias enfocadas en la formación de personas, nos dicen con claridad que las personas aprenden más y mejor cuando se conectan emocionalmente con sus tutores y con el proceso de aprendizaje. El conferencista y life coach inglés Rasheed Ogunlaruuinca afirma que “la única manera de cambiar la mente de alguien, es conectar con ella a través del corazón”.

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En este sentido, los padres que educamos en casa, consideramos que nadie amará más a nuestros niños, ni se interesará más genuinamente por su bienestar y bienser, que sus padres. Desde ahí, a través del corazón, procuraremos moldear la mente y corazón de nuestros pequeños.

Muchas personas entonces se preocupan: ¿cómo educaremos bien a nuestros hijos si no todos los padres somos profesores ni educadores? La respuesta que damos es: si los amamos, tenemos la mitad del camino ganado. 

¿Y la otra mitad?

Antes de responderte sobre este punto, permíteme que te pregunte qué aprendiste en tu segundo año de educación primaria. ¿Qué recuerdas sobre los verboides, las preposiciones, la historia de la constitución de tu país? Yo, al menos, bastante poco.  

Asistir a la escuela es generar habilidades, actitudes y valores para ser personas eficaces, que se desenvuelvan bien en sociedad.  Especialmente hoy, en esta era del conocimiento, la inteligencia artificial y el Internet, no es necesario aprendérselo todo. O recordarlo, sino más bien, saber encontrarlo y saber usarlo a nuestro favor.

Entonces, dos grandes habilidades que necesitan hoy nuestros niños, son seguridad y autogestión. Ambas, pueden enseñarse en la escuela, con la bellísima ventaja de que acá puedes ir enamorando a los pequeños día tras día, con base en sus intereses (el arcoiris, los bichos, los mocos o los superhéroes) y poco a poco mostrarles cómo y dónde aprender más sobre ellos, por qué las matemáticas se esconden atrás de la estructura de un columpio, y cuándo y cómo el hombre comenzó a medir el tiempo.

Involúcrame y lo aprendo

Seguro has escuchado la maravillosa frase de Benjamin Franklin:

“Dime y lo olvido, enséñame y tal vez recuerde, involúcrame y lo aprendo”  

¡Claro! El hecho de que los niños sean sujetos activos de su propio aprendizaje, en lugar de cajas vacías en las que los profesores vuelcan el “conocimiento que deben saber”, hace toda la diferencia.

Las habilidades que requieren las escuelas del mañana son justo las que el homeschooling modela, además, su éxito laboral y su asimilación consciente de los valores inculcados por sus padres, se potencian.  Según datos de Brian D. Ray, y su estudio de 2017 en el Peabody Jornal of Education:  “el 69% de los estudios revisados por pares sobre el éxito en la edad adulta (incluida la universidad) muestran que los adultos que recibieron educación en el hogar tienen éxito y se desempeñan estadísticamente significativamente mejor que aquellos que asistieron a escuelas institucionales“.

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No necesitas ser maestro

Cada padre tiene la tarea primordial de ser la imagen de Dios Padre amoroso para con sus hijos.  En ese camino, debemos inspirarlos, llevarlos a la búsqueda de la verdad, del bien, de su vocación.  Esta tarea tan importante no es responsabilidad nunca de la escuela.  

Los padres que eligen educar en casa a sus pequeños, procuran discernir con ellos el don especial de cada uno, para protegerlo y potenciarlo.  En este camino, no se necesita ninguna certificación más que la del amor, la de la dedicación y la de la oración.

Es por esto que estos “bichos raros” no temen, no se inquietan ni preocupan.  Los niños pueden -si son bien apoyados e impulsados- encontrar su vocación desde pequeños, e ir construyendo su destino con decisiones conscientes, serenas y el apoyo incondicional de sus padres.

Los padres que llevan a sus hijos a la escuela, y los que educan en casa, tenemos la misma función, la misma tarea: inspirar, guiar.   Los ‘homeschooler’ simplemente, queremos todo el tiempo posible para conseguirla, atesoramos la mañana, la tarde, la noche y a veces la madrugada como ese espacio de conexión con ellos.

Ambas maneras son válidas y pertinentes, pero hay algunos que eligen intensidad por encima de practicidad, eligen cercanía completa por encima de la compartición de la crianza.  ¡Enhorabuena!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.