Esto debes hacer si deseas que tu relación amorosa vaya bien desde el principio

"El amor no reclama posesiones sino que da libertad” Rabindranath Tagore

Erika Patricia Otero

Desde el mismo momento en que una relación amorosa comienza, se establecen una serie de pilares concretos que serán determinados por ambas partes.

Estos pilares están compuestos por lo que cada persona aporta a la relación, pero además se trabajan en conjunto. A medida que el compromiso entre ambos se va asentando, la relación se va haciendo más fuerte. Por supuesto, esto requiere de un trabajo personal arduo de sanación de heridas y conflictos internos que hacen que las partes de amen de forma madura.

Además de lo anterior, una pareja sana no pierde su individualidad. Sí, se aman, pero el amor no funciona como una mezcla donde ambos se hacen indistinguibles. Un amor de pareja sano permite a ambas partes mantener su naturaleza e integridad personal.

Para que todo esto suceda, el inicio de la relación debe ser cuidado y protegido. Añádele que ambos deben mostrase genuinos, sin máscaras. Esta es la única manera como comienzan a fortalecerse los pilares que garantizarán que la relación perdure en el tiempo.

Si deseas que tu relación vaya bien desde el principio, te dejo los siguientes consejos que te darán una ayuda para que lo logres por ti misma.

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Ser amigos antes que amantes

Es sorprendente cómo hoy muchas relaciones afectivas empiezan por lo que debería ser uno de los “últimos” pasos en el establecimiento de una relación: intimidad sexual.

Cada cual es libre de dar inicio a sus relaciones como crea más conveniente, pero cuando las cosas surgen con sexo, muchas veces no terminan como las partes querrían.

Lo que debes hacer si lo que deseas es una relación sentimental estable y buena es iniciar con una amistad. Debes reconocer en tu pareja un amigo.

Puede ser que tengas una larga temporada de sequía afectiva y tus deseos más grandes sean los de hallar un buen amor, pero ¿Cómo saber si esa persona es la correcta? Solo hay una manera: ser amigos.

Ahora bien, nos han vendido la idea de que debes ser un reflejo de quien amas y no es así. Debes esforzarte por encontrar a una persona con la que puedas negociar y llegar a acuerdos. Alguien con quien puedas aprender, discutir, divertirte, hablar y construir una vida juntos.

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Si hallas estas características en una potencial pareja, entonces vas por buen camino.

Disfrutar de la química que fluye naturalmente

Nada más agradable que sentir que alguien comienza a gustarte. Lo interesante es que a lo largo de la relación, el gusto y la atracción van dando pie a la complicidad que se establece entre las partes.

Un estudio llevado a cabo por José Luis Pozos analizó los procesos que influyen en la felicidad de la pareja. Así, halló que dentro de la escala de bienestar incluye el saber disfrutar de los momentos compartidos. Apreciar la complicidad del diario vivir surgida de la espontaneidad y los pequeños detalles.

Lo importante es no forzar al otro a que sienta, piense y haga lo que esperamos. Se debe aprender a respetar las diferencias; además, la pareja debe disfrutar el presente, sin dar lugar a la incertidumbre que surge por las ansias de anticipar el futuro.

Autorespeto

Antes de ser pareja son individuos y esto no debe desaparecer de la vida de nadie. Conservar la individualidad estando en pareja les permite no solo crecer a nivel individual, sino también como pareja.

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Como parte de una pareja no podemos descuidar nuestra individualidad porque nos debemos respeto a nosotros mismos.

Si sabemos darnos nuestro propio lugar, sabremos hasta dónde permitiremos llegar a nuestra pareja. En el amor los límites son necesarios porque marcan tácitamente lo que estamos dispuestos a permitir y lo que no. Es en sano beneficio para ambos y legítimo en toda relación humana.

Observar, conocer y respetar a la otra persona

Cuando observas y analizas a tu pareja, aprendes a amarla y respetarla con sus más y sus menos. Es lo que esperarás que haga contigo.

Es que no solo van a compartir un lugar y vivencias, sino intimidad. Esto hace posible que se sientan parte e la vida del otro, pero además que se respeten en sus puntos divergentes.

Al crecer en ambientes distintos, es normal que los valores, principios y aprendizajes sean diferentes. Esto no es malo porque enriquece la relación al compartir conocimientos. Esa es una buena manera de comenzar a conocerse y a sentar los cimientos de una relación solida.

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Poner nombre a la relación cuando ya existe, no antes

A veces nos es complicado saber qué tipo de relación tenemos con la persona con la que estamos compartiendo. Esto se presta para confusiones.

Por esto es justo y necesario hablar claramente con la otra persona. Ha pasado muchas veces que mientras una de las partes creen que son amigos, la otra piensa que son novios.

Si vas observando que la relación de amistad va escalando y cada vez se va poniendo más seria, entonces es momento de hablar sobre “lo que tienen”. Esto despejará cualquier duda que puedas tener.

Si ambos llegan al acuerdo que se gustan y se sienten “más que amigos”; entonces pueden considerar dar el segundo paso: ser pareja.

Puede ser que incluso ya ambos estén enamorados y solo quede ponerle nombre a la relación. Así la situación ¿Por qué no saber a dónde se dirigen ambos?

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Es mejor que antes de que digas o pienses: “somos novios”, la otra persona también lo sepa; de otra manera te estarás haciendo ilusiones y no vale la pena sufrir de esa manera.

Solo me queda decir que las relaciones se construyen poco a poco y sin afán. Cuando una pareja está dispuesta a amar de verdad, respetará tus limites y condiciones, tu harás lo mismo. Solo de esa manera podrán pensar en un futuro próspero juntos.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.