Esto es lo que hizo mi padre cuando murió mi madre

El dolor de perder a la pareja es inmenso.

Adriana Acosta Bujan

Creía que iba a desfallecer de un momento a otro, sus fuerzas se debilitaban, lloraba a escondidas y su eterna alegría desapareció por varios años; vivía con una profunda soledad ya que su amor eterno había partido de este mundo. ¡Estoy hablando de mi padre!

Vi a mi padre muchas veces caerse del dolor, sin embargo, él logró sanar y superar su duelo de manera sorprendente. Ahora te comparto cómo fue su proceso:

1. Llorar no solo es cosa de niños

Mi padre solía llorar para curar sus penas, como si fuera un tipo de medicina emocional que lo ayudaba a iniciar el camino hacia la aceptación. Él lloraba sin control, hasta que sentía una paz en su alma. Él nunca escondió su llanto, al contrario, compartió su dolor con sus hijas (mi hermana y yo, que en ese entonces éramos unas adolescentes).

Fueron experiencias que quedaron marcadas mi memoria ya que cuando mi padre lloraba, nos abrazaba con todas sus fuerzas y entonces mi hermana y yo expresábamos nuestro dolor y tristeza junto con él. Era una especie de desahogo familiar.

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2. Rodéate de tus seres queridos

Como una manera efectiva de sacar el dolor y liberar las emociones, mi padre acostumbraba platicar con sus amigos y seres queridos sobre lo que sentía. Siempre estuvo rodeado de personas que lo escuchaban con atención y en cada conversación él encontraba diferentes alternativas para solucionar su aflicción en medio de la tormenta.

Incluso, mi padre solía platicar con nosotras para enseñarnos a sanar el dolor y evitar reprimir nuestros sentimientos. Recuerdo que él nos decía que sentir tristeza era correcto, sin embargo, debíamos recordar siempre las experiencias felices que vivimos con nuestra madre.

3. Escribir

Mi padre tenía una libreta pequeña como si fuera un diario personal, en la cual solía plasmar sus ideas. Recuerdo escuchar el sonido de las hojas desprendiéndose de su cuaderno y el olor a quemado cuando él quemaba las hojas que acababa de escribir.

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Muchas veces le pregunté ¿que escribía y por qué quemaba las hojas? Él decía que su psicóloga se lo había recomendado como una manera eficaz de reflexionar y sanar. Fue tanta mi curiosidad que le pedí a mi padre que me comprara un diario para hacer lo mismo y seguir su ejemplo.

4. Otro nuevo integrante

Recuerdo que un día mi padre llegó a casa muy feliz, diciéndonos que tenía preparada una gran sorpresa para mi hermana y para mí; se trataba de una perra pequeña que había adoptado y que deseaba que fuera nuestra nueva integrante de la familia.

De inmediato le pusimos el nombre de Blacky y fue aceptada con mucho amor. Nuestra nueva integrante fue de mucha ayuda para sanar la tristeza que sentíamos. Gracias al cariño de mi mascota, puedo asegurar que superamos más fácilmente el dolor de haber perdido a nuestra madre.

5. La fuerza y la mano de Dios

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Recuerdo que mi padre decía que Dios era su fuerza, su guía y su mejor amigo, ya que él conocía su dolor y le daba fortaleza para superar su duelo. Siempre nos enseñó a amar a Dios fomentando oraciones en familia, lecturas y visitas a los templos.

El dolor de perder una pareja es inmenso, sin embargo, con la ayuda de Dios, la motivación de tus hijos y seres queridos, se logra sanar. Nunca olvides que la vida continua y que tienes que ser fuerte para encontrar la paz en tu corazón.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.