Existe un monstruo que puede enseñar a tu hijo a ser feliz

Esto tapiza las paredes del corazón de ciertos niños: “soledad”, “aislamiento forzado”, y “rechazo social”. No dejes que estén pintadas de esos colores para siempre. El monstruo de colores enseñará a tu hijo a ser feliz.

Marta Martínez Aguirre

Diego es hermosamente inquieto: su cara redonda, sus manos pequeñas, sus ojos curiosos inundan el salón de clases. Corre de un lado para el otro, trepa, salta, juega cuando hay que trabajar y risueño festeja sus propias travesuras.

A veces no sabe expresar su enojo y termina explotando en mil colores, un arcoíris de emociones sin controlar: ya sea molestando a otros niños o tomando sus cosas sin pedirlas prestadas. En ocasiones no sabe cómo expresar su amor por los demás y acaba apretándolos contra sí para abrazarles y decirles cálidamente: “Amigo”, como hacía Elvira en aquella vieja caricatura.

Algunas madres, a menudo, hablan en voz baja en la puerta de entrada al salón de clases mientras esperan a sus hijos: el tema de conversación es, otra vez, Diego: se ha transformado en el “socialmente inadaptado” niño del colegio según las madres expertas en desconocer lo que es empatía.

Diego es pequeño, simpático, curioso e inmaduro en sus emociones y no necesita que le administren ritalina o risperidona para que las demás madres se sientan tranquilas de que sus hijos están a salvo. Diego lo que necesita es aprender a controlar sus emociones.

Tanto en los niños con TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) como en los que aún no han madurado sus emociones, detectar lo que está pasando en el entorno, entender lo que deben hacer o lo que tienen que cambiar de un momento a otro puede resultarles terrible y les genera inseguridad, miedo y ansiedad.

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Por otro lado, que identifiquen sus actos de curiosidad, inquietud o descontrol que afectan a sus amigos y compañeros es pedirles lo imposible, pues poseen dificultades para entender sus propias emociones, entonces menos van a entender las de los demás.

Anticipar que sus actos tendrán consecuencias para sí mismos y para otros es pedirle peras al olmo. Eso no significa que a toda Carlita o Diego los tildemos de “loquitos sueltos” o fomentemos que los otros niños los excluyan de sus vidas o lo que es peor, que se junten firmas para pedir que los saquen del colegio o del jardín de niños.

Si alguien pudiera entrar en el corazón de los niños como Diego sabría que las palabras que más veces están pintadas en sus cavidades cardíacas son “soledad”, “aislamiento forzado” y “rechazo social”. Por eso, quizás sea tiempo de que te sientes con tu hija o hijo a realizar esta actividad que tanto me ha servido para trabajar en mi quehacer profesional:

1. Prepara estos materiales

  • Lee el cuento El monstruo de los colores de Anna Llenas (si te es imposible conseguirlo aquí te dejo el link con el vídeo del mismo nombre.

  • Busca frascos o recipientes donde los niños puedan dejar sus emociones.

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  • Recorta círculos, trozos de tela, lana de cinco colores diferentes.

  • Ten a mano un rotulador (marcador) negro, y

  • Etiquetas.

2. Lee a tu hijo el cuento

3. Liga cada color con una emoción:

Rojo-rabia, verde-calma, azul-tristeza, negro-miedo, amarillo-alegría, etcétera.

4. A medida que leas cada emoción, rotula una etiqueta

Y deja que tu hijo la adhiera al frasco o recipiente.

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5. Luego, permite que coloque la lana

O el material que identificará la emoción dentro del correspondiente frasco.

6. Pídele que recuerde un momento puntual en que sintiera cada una de las emociones

Entonces, que te cuente qué la desencadenó; si no logra darse cuenta, hazlo tú de la siguiente manera; pregúntale: “¿Recuerdas cuando te enojaste con tu amiga porque te quitó las crayolas, qué emoción crees que sentiste?, ¿qué color de lana identifica esa emoción?”.

7. Dialoga con tu pequeño

Platica sobre qué cosas le provocan ciertas emociones y deja que se exprese abiertamente, “comer helados me pone feliz”.

8. Hazle pensar en las emociones de sus compañeros

Es importante que él pueda poner en palabras qué expresan sus compañeros cuando actúa de determinada forma: ¿cómo se siente Lalo cuando llora y tú lo abrazas?

9. Da seguimiento diario

Explícale que cada día tendrá la oportunidad de colocar una lana o varias en los frascos según cómo se haya sentido durante el día.

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Este acto tan simple va a permitirle identificar sus emociones y las de los demás. Reconocer las emociones, expresarlas y verbalizarlas son elementos claves para que el monstruo de colores aprenda a ser feliz.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: