Háblale bonito y cambiarás su mundo

Lo bueno de las buenas palabras es que no sólo se escuchan bien, sino que nos hacen bien.

Yordy Giraldo

Tengo la costumbre de hacer cumplidos. Soy del tipo de persona que si no tengo nada bueno que decir, prefiero no decir nada. Esta forma de ser viene de una infancia marcada por una dermatitis atópica que llenaba mi cuerpo de granos, y que provocó la burla de niños y el rechazo de adultos durante toda mi infancia y gran parte de la adolescencia.

Ellos me enseñaron lo mucho que duele que te definan por tus padecimientos, y el terrible daño que arraiga en quien sufre las críticas negativas sobre su aspecto. Para acabar pronto, aún lidio con problemas de autoestima. Por esa razón, “no hagas lo que no quieras que te hagan” es como un mantra para mí. Leía hoy una historia que un amigo y colega compartió, y las replico para ustedes:

“Un día, Thomas Edison regresó a casa del colegio y le entregó un papel a su madre: ‘Mi maestra me dio este papel, y me dijo que sólo te lo diera a ti’. Los ojos de su madre se llenaron de lágrimas mientras le leía la nota a su pequeño Thomas: ‘Su hijo es un genio. La escuela es muy pequeña y no tiene maestros suficientemente buenos para entrenarlo. Por favor, enséñele usted en casa’.

“Muchos años después de que la madre de Edison muriera, cuando ya era uno de los más grandes inventores del siglo, se puso a buscar entre los recuerdos de familia. De repente encontró, en la esquina de una gaveta, un papel doblado. Lo abrió y leyó: ‘Su hijo es mentalmente lento. Ya no lo recibiremos más en la escuela’.”

Es cierto: la historia no ocurrió exactamente así, pero nos deja en claro dos cosas: Primero, lo que puede hacer el amor de una madre. Y segundo esta otra enseñanza, que es la que quiero compartirles: el poder de las palabras. Estoy segura de que haber escuchado lo que realmente decía la nota habría sido demoledor para su confianza en sí mismo. En cambio, tuvo a su lado quien creyera en él, quien no permitió que la opinión de uno lo definiera.

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Lo ideal sería que todos creyéramos en nosotros y no dejar que palabras malintencionadas repercutan en nuestro desempeño, pero así no funciona nuestro cerebro, y no podemos controlar lo que dicen los demás; pero, afortunadamente, sí tenemos control sobre lo que nosotros decimos.

¿Cómo hablar en positivo para reforzar la confianza de quien nos escucha?

1. No temas alabar

“Eres genial”, “Tú puedes”, “Eres súper inteligente”, “Eres muy creativo”, “¡Adelante!”, son frases que pueden hacer un gran cambio para bien en quienes las escuchan, así que no te limites ni escatimes halagos.

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2. No te concentres en lo negativo

En vez de decir lo que está mal, qué tal si te enfocas en lo que está bien y en qué puedes hacer para que eso que ya está bien, sea todavía mejor. Lo malo de lo malo es que nos agobia, pero lo bueno nos llena de optimismo.

3. Imagina todo lo que puedes lograr

La imaginación tiene el gran mérito de que carece de límites. Qué mejor, entonces, que usarla para no limitarnos. Dicen que si lo imaginas y lo crees, es posible. ¡Inténtalo!

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4. Usa lo que está bien

Muchas personas usamos lo mal hecho como nuestro faro, pero ver lo malo puede provocar que nos asustemos ante la posibilidad de caer en lo mismo. Mejor procura replicar lo que está bien, y de ese modo te llenarás del optimismo del: “¡Sí se puede!”, que ha resultado tan demoledor ante problemas y retos.

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Lo bueno de las buenas palabras es que no sólo se escuchan bien, sino que nos hacen bien. Crean un ambiente agradable, positivo, alegre y esperanzador que nos rebosa de entusiasmo. Por eso vale la pena apostarle y cambiar la forma en que hablamos para cambiar lo que sentimos. ¿Te sumas?

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.