Haz que tus hijos amen a su padre, incluso cuando tú ya no le ames

Criar y sacar adelante a los niños sin la presencia y respaldo de su padre en casa es una tarea muy difícil para una madre, pero para tus hijos puede ser aún peor si no les ayudas a seguir cerca de su padre.

Emma E. Sánchez

Es común encontrar que entre los adolescentes problemáticos, en especial los varones, exista como constante una mala o nula relación con el padre. Y, curiosamente, también es común encontrar que ha sido la madre la responsable de haber iniciado, fomentado y aplaudido el resentimiento del hijo hacia el padre.

Una amiga modista odia hacer reparaciones de ropa y cuando le toca hacerlo siempre dice: “Es más fácil hacer una nueva prenda, que corregir una ya hecha”. Creo que lo mismo aplica en este caso: Es más fácil formar una buena imagen del padre, que corregir la que se tiene.No se trata de mentir, se trata de formar en nuestros hijos una imagen sana de su padre y de lo que un hombre bueno debe ser. ¿Te digo cómo puedes hacerlo? Aquí, algunos consejos:

No hables mal del padre de tus hijos

Algunas personas te dirán que no hables mal de él frente a los hijos, yo te sugiero que simplemente no hables mal de él. Es seguro que tienes muy buenas razones para haberte separado o para que él no esté con sus hijos, pero sean cuales sean esas razones, a pesar de lo mala que pueda ser o haber sido su relación, no hables mal de él. Los niños escuchan más de lo que tú te imaginas, lo perciben y lo asimilan sin tener más elementos para reflexionar la información que reciben. Aunque al principio te cueste trabajo, habla de él con respeto, sin denigrarlo o criticarlo de ninguna manera. Tampoco permitas que tus hijos hablen mal de su padre.

Habla de manera positiva del parecido de tus hijos con su padre

Muerde tu lengua antes de hacer un comentario negativo o hiriente sobre el parecido físico o actitudes, gestos o maneras que tus hijos hayan heredado de su padre. Hacer esto destruye el autoestima del niño, se sentirá avergonzado de ser quien es, de su aspecto y de su condición. Por ello, evita todas esas frases terribles que lastiman tanto. Tal vez tú veas en tu hijo algo que odiaste en su padre o que te recuerde algo triste o doloroso, pero ese es tu problema, no del niño. Por lo tanto, tú eres quien debe cambiar de actitud. Finalmente, ¿te digo un secreto que nunca falla? Perdona y olvida, es por tu bien, pero sobretodo, por el bien de tus hijos.

Reconoce y acepta que él es el padre de tus hijos

y que al igual que tú, está aprendiendo a serlo. Dale la oportunidad, confía en sus decisiones, dale su lugar (aunque pienses que no lo merece) y bajo ninguna circunstancia pretendas imponer que otro hombre, sea tu padre o una nueva pareja, tome su lugar y que tus hijos simplemente lo acepten porque tú lo dices.

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Fomenta la relación padre-hijo tanto como sea posible

Las cartas, las visitas o llamadas telefónicas pueden ser de mucha utilidad para los niños. Si se trata de adolescentes, anima sin presionar o forzar. Sé cuidadosa y prudente. Ayuda a tus hijos a procesar las cosas que le han tocado vivir, ya sea un nuevo matrimonio del padre, otra familia o las diferencias en el estilo de vida presente en casa de su padre y en la tuya. Por el bien de tus hijos, busca tener una relación amable con su padre y la familia de él, que al final es la familia de tu hijo. No te enojes o te frustres si él tiene el amor de los niños “sin hacer nada” o tanto como tú haces (o crees que haces); solo se constante, honorable y compórtate con dignidad.

Ten presente que un día lo amaste

y las cosas fueron de tal modo que él colaboró para que tú seas la madre de tus pequeños. Recuerda que, aunque han terminado su relación de pareja, nunca terminará la que tienen con sus hijos. No permitas que los malos sentimientos se apoderen de ti. No uses a los niños para vengarte de lo que él pudo haberte hecho, eso en nada te ennoblece y sí te aleja mucho de lo que una buena madre es.

Cuando los años pasen y veas que tus hijos son equilibrados y buenas personas, sabrás que todos tus esfuerzos valieron la pena.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.