Hoy fue un día terrible, y tu pareja no lo notó

No podemos controlar lo que otros hacen, pero mientras puedas decidir cómo sentirte, estarás a salvo de la desesperación y más cerca de la felicidad.

Rafael Vázquez

Hoy tu día no pudo ser peor. Por la mañana, llegaste tarde al trabajo porque al salir de casa, se rompió el tacón de tu zapatilla y tuviste que volver para cambiarte el calzado. Luego, tu jefa te humilló en público y perdiste la hora del almuerzo por corregir los errores de tus compañeros. Además, nadie te agradeció el trabajo tan excelente que hiciste para que la reunión del Consejo de Administración fuera todo un éxito.

Llegas a casa con la ilusión de desahogarte con tu pareja, contándole todo el calvario que has vivido. Pero hoy, precisamente en este día específico, él no es ni un poquito comprensivo, ni parece tener interés en brindarte apoyo, al menos en esas horas. Y aunque quisieras conformarte con sentarse juntos a ver una película o ir al cine a relajarse, también te vas a quedar con las ganas porque es el día de la semana en que se va a jugar su partido semanal de Futbol.

Así que, en poco tiempo suena el claxon de los amigos de tu pareja, y él se va. Terminas azotando la puerta mientras te abandona en tu lecho de dolor y entonces añades a las peripecias del día la que causó él, al ser tan insensible contigo: ¡Has tenido un día de muerte y él no hace nada al respecto! En medio de la frustración, tu mente comienza a elaborar esta idea: “Aunque yo no le dije nada, él debería saber lo que me pasa para poder hacerme sentir mejor. Se supone que me ama, no necesito decirle todo, él debió apagar el teléfono y cancelar sus planes para quedarse a consolarme porque debió darse perfecta cuenta de que yo la estaba pasando muy mal”.

Dile adiós a la ira y el resentimiento

A pesar de que mucho del malestar que sientes ahora deriva de no haber encontrado el apoyo esperado, por favor no te entregues a la autocompasión. Lo diré de otra forma: tu pareja sí que te ha fallado, pero es importante considerar cuántos elementos directos e inequívocos tenía él en sus manos para que lo consideremos culplable de insensibilidad.

No es bonito añadir a un mal día la indiferencia de quien se supone debe estar para ayudarte, en las buenas y en las malas. Sin embargo, a pesar de todo, puedes descubrir que tienes el poder de hacer a un lado esa falla y concentrarte en lo que tú puedes resolver. Déjame explicarme: ni tu tacón, ni tu jefa, ni tus compañeros hicieron lo que hicieron por culpa tuya. Sabiendo eso, la mitad del malestar se va. La otra mitad es un trago amargo que puedes incorporar a tu sagrado libro de la experiencia personal. Sana tus heridas emocionales lo mejor que puedas y no cargues con la ira, ni el resentimiento.

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Siempre puedes elegir cómo reaccionar

Considera que si no somos completamente libres de hacer lo que querramos (no podemos atravesar una pared, ni estar en dos sitios a la vez), sí lo somos para asumir la actitud que nosotros decidamos, ante cualquier situación. Elige la que te ayude a sentirte mejor. Por lo menos, ahora te han dejado sola: en los próximos minutos no habrá ningún otro ser humano que te siga estropeando el día.

Cuando tu esposo llegue a casa, puedes hablar con él y abrir tus sentimientos por completo, para que se dé cuenta de todo lo que has tenido que pasar. No temas hacerlo, porque en toda relación de pareja debe haber interés y cuidado mutuos, de manera que él deberá estar apercibido de tus inquietudes, tus buenos y malos días, y la salud de tu corazón. Pero mientras llega, toma una ducha, prepara un chocolate y haz algo que te guste y relaje. Consiéntete: te ayudará a dar vuelta a la página y te sentirás mucho mejor.

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