La educación en el hogar inhibe el machismo

Vivimos en una sociedad moderna y con un adelanto continuo, pero ¿seguimos educando hijos machistas? ¿Qué problemas atraemos con este tipo de crianzas? ¿Cómo podemos hacer para evitarlo?

Edith Kingore

Es incuestionable el importante papel que juega la familia en la formación de todo ser humano. Como padres tenemos una influencia grande durante la crianza de los hijos. Los mensajes que les damos los asimilan de tal manera que comenzarán a formar parte de su educación, de su manera de ser y de ver la vida.

Naturalmente tanto los hombres como las mujeres tenemos diferencias que nos caracterizan, como la intuición, la capacidad lógica, la racionalidad, la fuerza, etcétera. De una generación a otra se transmiten tradiciones, costumbres y roles que, a veces, se les pueden llamar machistas; como esos roles de la mujer de servir al hombre y cuidar a los niños y el del hombre, de salir y proveer para la familia. En general se prepara a las niñas para las tareas de la casa y a los niños para enfrentar el mundo externo; a las niñas se les educa para ser más dependientes y se les permite expresar sus emociones; por otra parte, se desconocen las necesidades del hombre en el mundo afectivo, porque se le ridiculiza al expresar sus emociones, y se le dice que el llorar es asunto de niñas.

Cuando una madre tiene hijos de sexo diferente, en muchos casos los trata distinto, de forma inconsciente; se les enseña y se esperan cosas distintas de ambos. Citemos un par de ejemplos: al niño no se le pide que lave los platos, pero a la niña se le exige; allí se fomenta el machismo. Cuando a la niña se le demanda que ayude a la madre con los quehaceres de la casa y al hijo se le deja hacer lo que quiera; o cuando se apoya a este para que termine los estudios y a la hija se le apresura para que abandone la escuela y continúe ayudando en la casa o que forme su propia familia; allí se está enseñando que solo el hombre tiene la capacidad de graduarse y que la mujer tiene su límite en el hogar; se están forjando mujeres que, al llegar a la adultez, pensarán que solo son buenas para estar en la casa y atender al marido, y hombres para ser atendidos. Los hijos e hijas pueden llegar a no aprender a hacer las cosas básicas para funcionar de manera independiente y a asumir actitudes rebeldes al darse cuenta de que no existe igualdad entre hermanos.

Es posible que nos quejemos, pero nosotros contribuimos a esto. Si la mujer es comedida y le gusta complacer al esposo, bien, pero no a tal grado de que el marido no se levante a buscar sus zapatos o a prepararse de comer. Se considera asimismo un extremo si la mujer no tiene idea de lo que significan los gastos de la casa ni cuánto salario gana el marido, porque no conoce las finanzas del hogar.

Considerando todo esto, y a pesar de la influencia que los padres tienen en sus hijos e hijas, no significa que estos se convertirán en adultos con tendencias machistas. Cada uno tiene la libertad y la inteligencia de entender y aplicar esas enseñanzas en sus propias vidas, o hacer los cambios que necesite. Hoy los roles de las madres y padres están mucho más combinados que en el pasado, ya sea por el intercambio de culturas, donde hay matrimonios cuyos miembros pertenecen a distintas nacionalidades; hasta cambios en las circunstancias económicas y el mismo desarrollo social, donde la esposa es la que sale a trabajar y el esposo es el que se hace cargo de la casa y de los niños; o en muchos casos no es inusual ver a familias en las que los dos esposos estudian o ambos trabajan. Allí se empieza a ver una necesidad de cambios y rompimientos de estos roles, y entre los dos deberían compartir los deberes y responsabilidades del cuidado de los hijos, la casa y las finanzas.

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El problema empieza cuando, en estos casos, el esposo o la esposa se ha criado en hogares machistas y no cuenta con la habilidad de entender las responsabilidades del hogar y el de ayudar con los deberes de la casa. Citemos un ejemplo: la esposa que ha trabajado fuera del hogar, al igual que su esposo, y regresa a la casa con la encomienda de que ella es la única encargada de limpiar y cuidar de sus hijos; o el caso opuesto, el esposo que no cuenta con el apoyo de su esposa con los gastos de la casa.

¿Cómo podemos hacer como padres para no caer en una crianza donde exista el machismo y haya equidad entre los hijos varones y mujeres? Aquí te paso algunas sugerencias:

1. Enseñar tanto a los hijos como a las hijas las diferentes tareas del hogar

: cocinar, lavar los platos, el automóvil; cortar el césped, barrer y trapear, etcétera.

2. Rotar las asignaciones de las tareas del hogar

entre todos los integrantes de la familia.

3. Mantener una actitud positiva y de aliento al hacer los deberes del hogar

.

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4. Elaborar una serie de reglas al interior de la casa

, que todos tienen que cumplir.

5. Proyectar con justicia e igualdad sobre lo que se espera de los hijos

.

6. Apoyar a los hijos e hijas en sus estudios

, y animarlos a que obtengan un título y a que desarrollen sus talentos.

Es importante que desde la niñez hasta que son mayores de edad los hijos e hijas aprendan y desarrollen las habilidades necesarias para cuando llegue el momento de ser responsables en lo tocante al funcionamiento de su propia casa y, al mismo tiempo, mantener una relación equitativa y de solidaridad con los miembros de su propia familia, que está formando. ¿Tienes experiencias de la crianza, en las que viste fomentado el machismo? ¿Cómo lo has superado y qué sugerencias tienes al respecto?

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Edith Kingore

Edith Kingore es originaria de Argentina. Estudió Psicología en México. Se ha dedicado muchos años a la educación y trabajos con infantes y niños de edad preescolar. Actualmente reside en Estados Unidos con su esposo y tres hijas.