La esperanza aprendida te ayuda a cambiar tu vida

"La esperanza aprendida aparece con una mente más resiliente, con la emoción positiva, el propósito y las relaciones sociales enriquecedoras". Martin Seligman

Erika Patricia Otero

No hay una sola persona en el planeta que no haya tenido temporadas oscuras en su vida. Momentos en los que creyó que todo estaba perdido, excepto por un sentir en su interior que todos conocemos como esperanza.

La esperanza es un estado en el que la persona mantiene la fe y un ánimo optimista. Esto lo logra basado en las expectativas que le llevan a aspirar a obtener resultados favorables en sus propósitos. Con esto, la persona logra mantenerse en un estado de fe que promete que las cosas, a pesar de la adversidad, saldrán como esperaba. Pese a eso, la esperanza no debe ser ciega o sin fundamento.

Como toda acción humana, la esperanza así como la fe necesita acciones que hagan valido ese sentir. No puedes ir por la vida teniendo esperanza en que vas a pasar tu año escolar con éxito cuando no estudias y no haces tareas. Al igual que la fe, la esperanza requiere que luches y te esfuerces. No puedes pretender mantener viva una luz en tu mente y corazón cuando tienes miedo, dudas e incertidumbre.

La esperanza más allá de la necesidad de no darse por vencido

Partamos de la idea que es muy complicado tener esperanza cuando todo parece ir cuesta abajo; no es imposible, pero es difícil.

Ninguna persona en estado de angustia va a tener fácil hallar esperanza. La situación suele tornarse peor porque a un problema suelen seguirle cosas más problemáticas aun y uno termina sintiéndose ahogado, perdido y desesperanzado.

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A pesar de esto, las personas siempre nos la apañamos para hallar un resquicio de esperanza en lo más profundo de nuestro ser. Cuando logramos aferrarnos a este poquito de esperanza, hallamos todo lo necesario para seguir adelante. Es como lo describe el efecto Pandora; te aferras a lo último que queda en en fondo de tu caja y sigues adelante sin importar qué.

El psicólogo Martin Seligman afirma que la esperanza no consiste en un estado de ánimo; más bien se trata de un hábito de nuestra mente. Con esto en cuenta, todos podemos entrenarnos y desarrollarla con el fin de que no sea solo “una luz en la oscuridad”, sino que actúe como un propulsor nos lleve a tener bienestar mientras trabajamos por conseguir nuestras metas.

Seligman afirma que la esperanza aprendida le permite a las personas tener un enfoque mental más flexible. Es más, quien procura desarrollar una mentalidad más esperanzada es más resiliente. De esa forma logra una mayor motivación y es menos propenso en recaer en una depresión.

Esperanza aprendida ¿En qué consiste?

Pongamoslo de la siguiente manera: cuando todo lo que nos mantenía en pie se derrumba, la esperanza es lo que nos mantiene de rodillas. Si la esperanza falla, nos perdemos en un profundo pozo de tristeza.

Por los años 70’s, Martin Seligman acuñó el concepto indefensión aprendida. Esta idea está definida en un estado mental en el que la persona es incapaz de responder ante un estímulo adverso. Es de esa manera que termina asumiendo que sin importar lo que haga, no resolverá nada y el resultado siempre será el sufrimiento.

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Pese a esto, en los 90’s, Seligman dio un cambio a su carrera. Ya no se enfocó en comprender patologías y dolor emocional. Él optó por abordar las estrategias que facilitan que las personas sean felices. Fue así como junto a él, Ed Diener y Mihaly Csíkszentmihályi se convirtieron en pioneros de la psicología positiva. Es acá donde se acuña el concepto de esperanza aprendida.

La esperanza siempre está en nosotros, pero tendemos a olvidarlo

La esperanza aprendida es la capacidad en cada persona de hacer de la esperanza un hábito mental que facilita el afrontamiento de la adversidad.

En una investigación sobre las teorías de Seligman, se hace evidente que en el cerebro existe una estructura en la corteza prefrontal que tiene la función amortiguar el estrés y ansiedad. El problema radica en que la educación que recibimos y sufrir constantemente nos lleva a desarrollar traumas que provocan que esa zona cerebral se “congele”.

Entonces sí, las personas anatómicamente hablando estamos programados para la esperanza, pero esa capacidad natural se atrofia. La buena noticia es que esa situación se puede revertir. ¿Por qué? porque la esperanza debe ser entendida como un hábito y no un estado de ánimo. Al ser un hábito se puede entrenar educando nuestra mente, enfoque y la manera en que procesamos la realidad.

De esta manera se desarrolla una mentalidad más esperanzada

A continuación compartiré las técnicas que se pueden usar para hacer de la esperanza un hábito:

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1 Enfócate en las posibilidades, no en las limitaciones

Ya sea por costumbre o crianza, muchas personas optan por enfocarse en lo que les hace falta en lugar de “lo que tienen. Esa es una nueva versión del “ver el vaso medio vacío”. Esta mentalidad lleva indefectiblemente a que las personas tengan un problema para cada solución.

Si en lugar de eso, se enfocaran en toda la gama de posibilidades que surgen cuando “una puerta se cierra”, sus vidas tendrían un matiz optimista. Y sí, sí se puede cambiar de actitud, solo se requiere empeño y voluntad.

2 Analiza tus pensamientos negativos

Así como a tu alrededor hay personas que dicen cosas negativas de ti, las cuales no son ciertas, el cerebro también lo hace. El punto angular es analizar lo que tu mente te dice respecto a algo que te preocupa. Muchas veces todo lo que te dice es : “no podrás”, “eres un inútil”, “no lo vas a lograr”. El punto acá es que pienses: “¿Es cierto?, ¿Qué tan cierto es que no puedo?

Este análisis sobre tus pensamientos negativos va a tomar tiempo. Cambiar la manera como se estructuran tus pensamientos toma un tiempo de reeducación consciente que se puede lograr de a poco. Para esto, cada vez que tu mente te diga: “¡No puedes, eres una ilusa”, pregúntate en qué proporción tiene razón y en qué no; entonces hallarás una respuesta a tu dilema.

3 Enfócate tus fortalezas

Todos tenemos debilidades y fortalezas, pero la diferencia entre las personas que son capaces de seguir adelante en la adversidad se enfocan en sus puntos fuertes.

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Esta es una invitación para que te detengas a pensar en todos los logros y metas alcanzadas a lo largo de tu vida. ¿Por qué las lograste? Cuando lo piensas te das cuenta que fue gracias a tus rasgos particulares, valores fortalezas que a veces olvidas que tienes. De esta manera te darás cuenta que dentro de ti hay un gran potencial por explotar.

4 Fomenta las emociones positivas en tu día a día

Aunque no lo creas, cada día trae consigo cosas maravillosas que provocan en ti emociones agradables. Quizás te guste la lluvia y adoras caminar bajo esta. Enfoca tu perspectiva en apreciar lo que sientes al hacer las cosas que te generan bienestar.

Los buenos momentos disparan hormonas en tu cuerpo que te hacen sentir bien y listo para seguir adelante.

5 Ponte objetivos que te motiven a seguir adelante

Cuando deseas poner en práctica la esperanza aprendida necesitas metas que te den GANAS de ser alcanzadas. Si, digamos, lo que deseas es participar en una maratón de atletismo, entonces levántate cada día con el pensamiento firme de entrenar para lograr alcanzar la meta. Siempre que sientas que alcanzar eso te hace feliz, encontrarás las fuerzas para lograrlo.

Como puedes ver, las personas podemos re-entrenar nuestra mente para sentirnos esperanzados y que esta sea una fuerza impulsadora para triunfar. Solo es querer cambiar la perspectiva en la que vemos la existencia.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.