La importancia del compromiso parental ante el divorcio

Cuando se da el divorcio, se rompe el vínculo de pareja, pero debe permanecer el vínculo parental en beneficio de los hijos.

Danitza Covarrubias

Los divorcios están a la orden del día. En algunas ciudades hay mayor número de divorcios que de matrimonios. Es un tema importante, pues se da en nuestra actualidad más de lo que tal vez la sociedad se da cuenta. Esto tiene un impacto en las futuras generaciones: los hijos de esas parejas.

Muchos hablan de cómo a los hijos -de cualquier edad- les afecta vivir en un hogar donde papá y mamá se pelean, incluso se agreden. Incluso llegan a afirmar que les afecta más que el mismo divorcio de sus padres.

Ante este tipo de afirmación, creo que puede perderse de vista varios aspectos fundamentales para cumplir la premisa.

Estos aspectos fundamentales los detallaré a continuación.

1 El respeto entre los padres

Cuando se llega al divorcio, generalmente es porque se llega a un punto de no retorno. Faltas de respeto, desacuerdos fundamentales, y heridas profundas que suelen achacar el uno al otro. Estas heridas en realidad vienen de mucho más atrás, y resaltan en la vulnerabilidad de la relación de pareja.

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Lo que es importante resaltar es que no pudieron sostener la relación de pareja, y hay una ruptura fuerte y dolorosa; esto dificulta en general la posibilidad de diálogo y relación respetuosa después del divorcio. Esto traerá por consecuencia en los hijos una confusión profunda, donde no podrán integrar su personalidad.

El jaloneo entre los dos padres permanecerá como un jaloneo interno en sus sentimientos, en sus creencias. en sus decisiones. Idealmente, la relación de los padres después del divorcio debe ser cordial y de apoyo por el bienestar de los hijos. Sin embargo, la pareja atraviesa por enojo, intolerancia el uno del otro, que posibilita la separación. Esto obstaculiza la relación armónica entre los padres. Esto es un elemento importante a tener en cuenta al buscar el bienestar de todos, especialmente los más vulnerables: los niños.

2 El compromiso parental

Cuando hay una familia, hay muchos vínculos entre los miembros de esta. Concretando y focalizando entre el hombre y la mujer, quienes fundan la familia, todo comienza con el vínculo de pareja. Después, cuando se convierten en padres, crece la relación. Ahora también hay otra relación, que es de padres. Para muchas parejas, es difícil poder separar ambas.

¿Por qué es esto importante? Cuando se da el divorcio, se rompe el vínculo de pareja, pero debe permanecer el vínculo parental en beneficio de los hijos, como mencioné en el punto anterior. ¿Para qué?  Para que ambos puedan estar en un diálogo armónico, para que los hijos puedan fluir de la casa de uno, a la casa del otro sin problema. Posibilita que apoyen ambos ante las adversidades de los hijos, o de los mismos padres para sostener a los hijos en casos de emergencia. Y pensando a futuro, esto logrará que puedan estar presentes ambos en las fechas importantes de sus hijos como graduaciones, eventos religiosos, y viendo aún más allá, su boda, eventos de los nietos, etc.

La cruda realidad

La ruptura de la pareja no debe implicar, por ningún motivo, la ruptura de los compromisos tanto emocionales, materiales, y cotidianos hacia los hijos.  Ver por sus necesidades y lograr que se atiendan, sin que implique pelea y discusión de los padres. Lamentablemente no es así. En general, el progenitor que se va suele buscar solo la convivencia para celebraciones, y da el menor dinero posible. Al dejar el compromiso de pareja, disminuyen o nulifican el compromiso parental.

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3 La dignidad personal

Ante la separación de la pareja suele haber una batalla interminable entre éstos. Al “terminarse” la vida en común, la relación de pareja, no pueden hablar de los conflictos que quedaron sin resolver. Sin embargo, ambos usarán a los hijos para poder atacar ferozmente a su ex, a través del dinero, de detener u obligar la convivencia con los hijos.

La comunicación entre los padres se utiliza para proseguir la guerra que no terminó en el divorcio. En este fuego cruzado, quienes terminan heridos son los hijos. Sin sustento emocional suficiente, con un ambiente hostil cada vez que tienen que ir y volver con uno u otro padre.

Generalmente, uno de los progenitores termina con mayor carga, a veces económica, a veces con las responsabilidades diarias que requiere criar a los hijos, a veces con ambas. Y en este desbalance de responsabilidades, los hijos pierden a su progenitor, puesto que está envuelto en estrés y obligaciones que no dan la posibilidad más que  de “sobrevivir”. Esto, no es calidad de vida. Esto, atenta con la dignidad del ser humano en sus etapas primarias de formación y crecimiento.

Enfoque

Con esto, podrían leer muchos y pensar “¿entonces debemos quedarnos en la relación a fuerzas en pro del bienestar de los hijos? Mi respuesta es no. Si deseas superar las adversidades que afrontas como pareja, trabajalo en terapia.

Aunque te divorcies, revísalo en terapia. Hay una solución que va más allá del resultado de permanecer en pareja o el divorcio: el trabajo personal. Sin él, no importará si sigues casado, o te divorcias. La guerra no terminará, pues es una guerra interna la que debes ganar.

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Al ganarla, podrás mirar a tus hijos, mirar sus necesidades. Podrás sostener tu compromiso parental. Esto te permitirá poder tratar al padre o madre de tus hijos con respeto. Más allá de que sea o no tu pareja. Comprenderás lo importante que es el amor, a ti mismo, y al ser con quien tuviste a tus hijos. He ahí la clave.

Sólo así, podrás amar a tu hijo completo, cuando puedas amar y respetar el pedazo que lleva en sí de ti mismo, y de su otro progenitor. He ahí el reto: amar a nuestros hijos completos.

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Danitza Covarrubias

Danitza es originaria de Guadalajara, Jalisco, en México. Licenciada en psicología y maestra en desarrollo transgeneracional sistémico, con certificación en psicología positiva, así como estudios en desarrollo humano, transpersonal y relacional. Psicoterapeuta, docente, escritora y madre de 3. Firme creyente que esta profesión es un estilo de vida.