La increíble fábula que te hará valorar aún más a tus padres

En la labor de criar, todos cometemos errores, pero es de sabios enmendar el camino para beneficiar a las generaciones futuras.

Erika Patricia Otero

Cuando se es niño, es inevitable ver a los padres como seres ultra poderosos e inmortales. Toda cambia a medida que se crece.

La adolescencia es dura y te haces rebelde; ves a tus padres como tus mayores oponentes y deprecias sus reglas y condiciones. No eres capaz de ver que mucho de lo que hacen -aunque se equivoquen- es por tu bien.

Cuando llega la adultez, muchos de nosotros se vuelven pretenciosos. Creen que llegaron a tener lo que poseen y a estar donde se encuentran por esfuerzo propio. Es así como le restan importancia al sacrificio que papá y mamá hicieron para que lograran sus metas.

Algunos son tan crueles que se olvidan de sus padres. Otros más aterrizados, valoran a sus padres a pesar de ser consientes de que no son perfectos. No les guardan resentimiento por cómo los criaron y les apoyan.

Sí, criar hijos de bien es difícil y nadie sabe cómo hacerlo. Es natural que en la labor se cometan errores, pero nadie es perfecto. Es justo por eso que debemos ser agradecidos y amables con nuestros padres. Porque ellos desde el desconocimiento dieron lo mejor que pudieron y tuvieron para que fuéramos una mejor versión de ellos.

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La fábula del lápiz y el borrador

Esta pequeña fábula en pocas palabras deja una gran enseñanza. Espero que, al igual que yo, puedas ver la magnificencia de estas pocas palabras.

-Lápiz: “Lo siento”.

-Borrador: “¿Por qué?”

-Lápiz: “Lamento que te lastimes por mi culpa. Cada vez que cometo un error, estás ahí para borrarlo; sin embargo, cuando haces que mis errores desaparezcan, pierdes una parte de ti y te haces cada vez más pequeño“.

-Borrador: “Eso es cierto, pero no me importa. Ya ves, estoy hecho para hacer esto. Me hicieron para ayudarte cada vez que haces algo mal, aunque algún día me iré. En realidad estoy feliz con mi trabajo; así que por favor deja de preocuparte, no puedo ser feliz si tú estás triste”.

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La moraleja

Para ser completamente franca, jamás entendí la relación padres e hijos de esta manera. Pese a eso, al leer esta pequeña fábula debo decir que no se equivoca en nada.

Es inevitable no sentirse conmovido por la labor del borrador (padres). Ellos al “borrar” (corregir) los errores de sus hijos, van desgastándose de a poco y sin quejarse. Su labor es desinteresada y colmada de amor y entrega; para eso -como dice la fábula- fueron hechos.

No es fácil corregir los errores de los hijos, en el proceso todos los padres e equivocan; es más, cuando te toque, si es que decides ser padre, también cometerás errores. Diferentes o los mismo, no lo sé, pero es perfectamente comprensible; ninguna persona nace con el conocimiento de cómo ser un buen padre o madre.

El error que cometemos todos

Un error de los hijos que encuentro muchas veces es que ellos juzgan fácilmente los errores que sus padres cometieron.

Cuando nos sentimos con el poder moral para juzgar las acciones de los demás, eso solo habla de prepotencia. Todos cometemos fallos, solo que diferentes.

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Sentir que como hijos tenemos la potestad de juzgar los errores de nuestros padres, nos hace ciegos. Sí, puede ser que nos hayan herido mucho; pese a eso, solo te invito a que conozcas las historias detrás de ellos, te sorprenderá lo que descubrirás.

Esto me atrevo a exponerlo porque yo era justamente así. Mis padres cometieron muchos fallos en mi crianza; ellos los saben, yo lo sé. Sin embargo, cuando supe sus historias, entendí las razones por las cuales me educaron como lo hicieron. Supe entonces que para ellos ser hijos tampoco fue fácil.

No los estoy justificando, y es muy atrevido de mi parte juzgarlos ahora sabiendo lo que sé. Los entiendo y estoy plenamente consiente de qué debo corregir en el tipo de crianza que doy.

Como hijo debes ser humilde, como padre, sabio

Ese es el punto vital como adultos: entender que tus padres no son perfectos. Que como tal hicieron lo que consideraron pertinente y que también se sintieron mal por castigarte. Que sufrieron contigo y se alegraron por ti.

También es un hecho que hay muchas personas en el mundo que jamás debieron ser padres. A pesar de eso, no está en nosotros el poder para hablar de lo que desconocemos.

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Todos cometemos errores, lo único que nos queda es ser capaces de reconocerlos y corregirlos. Es un trabajo doble para el borrador: corregirse y corregir a sus hijos.

Esa es la labor sabia de los padres: dar un buen ejemplo para que sus hijos sean buenos padres. Para que su “desgaste” no sea en vano. Esa es una manera eficiente y hermosa de proyectarse a la eternidad.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.