La muerte de un ser querido no se supera, solo se aprende a vivir con la ausencia

EL dolor más profundo no es la muerte, es la ausencia de quienes se nos adelantaron en el camino.

Erika Patricia Otero

Debo confesar que la Navidad no es una época que me guste especialmente. Para mí, perdió toda belleza el día que me di cuenta que jamás volvería a tener a mi familia completa. Trato que sea una fecha especial por mi sobrino, que aún cree en papá Noel.

La verdad es que cada fecha especial es un dolor lacerante en lo más profundo de mi ser. Lo único que me da consuelo es pensar que algún día voy a poder reencontrarme con ellos.

Todos sabemos lo que es perder a alguien amado; conocemos el dolor de la ausencia. No importan las condiciones de su pérdida, importa que ya no va a estar ahí. Justo cuando pienso en esto, me hago consciente de que cada día puede ser el último que pase con mis seres amados.

Sí, la vida pasa muchas veces sin darnos cuenta de que estamos vivos; peor aún, pasa sin que valoremos a quienes tenemos a nuestro lado.

Una canción con mucha verdad

Hace unos días atrás escuché una canción que hasta ese momento no había escuchado. Llegó en el momento justo para hacerme apreciar lo más valioso que tengo: mi familia.

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El nombre de la canción es Confieso, de Kany Garcia. Escucharla me llevó a recordar a todos los familiares que he perdido. En ese momento fui consciente que aprendemos a vivir con la ausencia de quienes se nos adelantaron en el viaje.

La muerte no es fácilmente superada, eso lo sabes bien, porque cuando alguien muere se “siente el espacio” que dejó.

Para que sepas de qué hablo, dejaré un trozo de la canción; de verdad jamás creí que alguien pudiera plasmar en letras el dolor de la muerte, el vacío de la ausencia.

“Allí miré tu foto en la nevera
De aquel viaje que hicimos en noviembre
Sonrío al descubrir tus mil maneras
Para quererme

Hoy
Como cada tarde
Te imaginaba

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Confieso que me haces tanta falta
Para decirme: “todo va a estar bien”
Para escucharme con una guitarra
Sentado con tu taza de café

Lloré porque tu voz no está en la casa
Reí porque me amaste con todo tu ser
Es una mezcla que me agarra el alma
Y rompe en cada esquina de mi ser

¿Y cómo no?
Si eras mi todo
¿Y cómo no?

La Nochebuena se vuelve más fría
Y en abril se caen todas las flores
Y siento que me hablas cada día
En mil canciones

Miro al cielo y no me basta
Y tus fotos que me engañan
Y me hacen creer que hoy llamas en la tarde
Para saludarme”

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¿Miedo a tu propia muerte o a la de quienes amas?

No me dejará mentir mi familia; saben que cada vez que escucho está canción los ojos se me llenan de lágrimas. La razón es que plasma la realidad de la ausencia que deja la muerte de alguien que amas.

No sé si les ocurre a todos, pero no me da miedo morir; me da miedo el dolor que deja la ausencia de quienes se van.

Me angustia de tal manera que por lo menos una vez al día pienso en eso. Sé lo que se siente ver morir a alguien que amas. Sin embargo, es muy diferente cuando sabes que alguien va a morir; estás preparado para su inminente pérdida. Duele, pero no de la misma manera, porque mientras esa persona estuvo viva, hiciste lo mejor por ella. Es distinto cuando la muerte de quien amas te toma por sorpresa.

Y es justo por esta última razón que debemos aprovechar cada día que tenemos con los nuestros; porque no sabemos cuándo nos dejarán o los dejaremos.

Carpe Diem

“Aprovecha tu día”, eso es lo que quiere decir Carpe diem. Aunque para algunas personas esta frase en latín hace referencia a vivir tu vida al máximo; yo le sumo otro significado.

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No hay nada de malo vivir la vida al máximo; sin embargo, si en ella incluimos a nuestra familia, las cosas tienden a ser mejores. Y la invitación es justo esa: aprovecha el tiempo con tu familia; cuando mueras no habrá flores o lágrimas que valgan.

Si tienes que pedir perdón por algo que hiciste, no dejes que se vaya el tiempo sin hacerlo. No puedes confiar en que mañana estarás vivo porque ninguno de nosotros tiene “la vida comprada”.

No dejes de ir a ver a tus padres o abuelos. Llama a tus amigos, eso que un día dejaste porque tuviste que emigrar en busca de un mejor provenir.

Abraza y dile a tu familia que los amas. Trata de hacer todo esto antes que sea demasiado tarde. Esa será la única satisfacción que te quedará el día que ya no puedas pasar tiempo con ellos.

Solo me queda decirte que espero de corazón que puedas vivir sin arrepentimientos. Que digas lo que sientes a quienes amas para que estas palabras no se queden atascadas en tu corazón.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.