La única medicina para aliviar el alma es el perdón

Cuando tu corazón y alma están fracturados por el rencor, es posible que tu salud física también. Aprende a liberarte y sanar tu interior.

Adriana Acosta Bujan

Nadie se libra de tener algún conflicto, ya sea familiar, con los compañeros del trabajo, con los amigos o seres queridos. Es algo que ocurre muchas veces sin desearlo, ya que somos diferentes unos de otros y porque tenemos distintas maneras de pensar, de ser y actuar.

Sin embargo, cuando estas discrepancias se llegan a resolver de inmediato, nuestro interior deja de sufrir y estar triste, puesto que se da por entendido que se encontraron soluciones para continuar con una excelente convivencia. Pero no siempre ocurre de esta manera, existen conflictos que duran por muchos años, incluso por toda la vida; y es posible que por esa razón el corazón y el alma, nunca encontrarán paz absoluta.

Es como decía mi padre, “se deben cerrar ciclos para continuar con la vida”, en este caso me refiero al perdón; si aprendemos a pedir y aceptar el perdón ajeno, nuestro ser interior estará preparado para recibir nuevas cosas, puesto que el alma estará en paz, aliviada y liberada.

Más vale tarde que nunca

La historia que te voy a contar brevemente es un ejemplo de que el perdón sana el corazón, mejora las relaciones y la convivencia; después de hacerlo con un verdadero sentimiento de arrepentimiento, de manera mágica se abre una puerta donde se reciben bendiciones y cosas maravillosas.

Después de la muerte de mi madre, mi familia quedó destrozada; en aquel entonces estaba mi padre a cargo de la crianza de sus hijas adolescentes. Puedo imaginarme el origen del porqué mi hermana y yo nos peleamos por muchos años; tal vez sucedió porque mi padre estuvo más apegado a mí, creo que fui su hija favorita por ser la menor.

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Ahí comenzó todo el problema entre mi única hermana y yo. Entre rivalidades, competencia, desacuerdos, envidias y violencia psicológica, las dos nos destrozamos. Incluso, existieron momentos en los cuales lo único que yo deseaba en la vida era salir de casa de mi padre y poder vivir sola.

Así fue, en poco tiempo me casé y tuve un hermoso hijo. Sin embargo, a pesar de la distancia los conflictos con mi hermana siguieron, incrementándose cada día más. No fue hasta que murió mi padre, cuando comenzó la reconciliación.

El tiempo perfecto

Escrito está en la Biblia que los tiempos de Dios son perfectos. Él nunca se equivoca, ya que actúa a su voluntad a favor de nosotros.

Los conflictos con mi hermana duraron muchos años; hasta que un día al vernos sentadas llorando por la muerte de mi padre y compartiendo el mismo dolor, fue cuando nos dimos un gran abrazo, de esos tan fuertes que sientes que las almas se tocan y el corazón palpita rápidamente, al mismo tiempo las dos nos pedimos perdón.

Después de este acontecimiento tan doloroso, de manera milagrosa comenzamos a platicar, como si nada hubiera pasado, como dos amigas que se dejaron de ver y que tienen que contarse todo lo que han vivido.

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El verdadero arrepentimiento y el hecho de habernos perdonado, sin duda nos alivió el alma y corazón. Hoy por hoy, puedo decirte que mi hermana es mi mejor amiga, la quiero mucho y estoy dispuesta a hacer todo lo que esté en mis manos para verla feliz.

El poder del perdón

Cristo tiene el poder para sanar todas nuestras heridas y perdonar todos nuestros pecados, si Él que es maravilloso y misericordioso, ¿por qué los humanos no podemos actuar conforme su ejemplo?

El perdón parece ser una acción difícil de realizar, más cuando creemos que las cosas que sucedieron y afectaron son injustas, podemos decir “quienes hicieron daño no merecen ser perdonados”; ya que el corazón se va llenando de tristeza y daños (muchas veces irreversibles). Sin embargo, ¿quiénes somos para juzgar las acciones de otros?, ¿será que nunca nos equivocamos y cometemos errores?

De qué sirve perdonar

1 Para sanar

Cuando las personas no perdonan, en el corazón se va guardando, dolor, rencor, estrés, y sentimientos de venganza; todo eso perjudica la salud física y mental. Según un estudio, el acto de perdonar brinda tranquilidad y bienestar, mejorando la salud , ya que se relaciona con una menor frecuencia cardíaca y tensión arterial, aliviando el estrés.

Tal vez no se trate de olvidar algo doloroso que sucedió o aceptar que la otra persona tuvo razón, sino de liberarse de los sentimientos negativos, de la furia y el dolor, reconociendo que el pasado quedo atrás y que podemos cambiar el presente para mejorar y sanar.

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Es como dejar de cargar en los hombros un peso imaginario, que impide caminar libremente. Cuando perdonas no solo se sana el alma, sino nuestro organismo.

2 Para aprender

Siempre de las situaciones malas habrá una enseñanza de vida. Se trata de reconocer que no somos perfectos, de dejar a un lado el ego, la dominación y el control sobre los que nos rodean; aceptando que todos pensamos distinto y que debemos ser humildes y empáticos.

Tal vez actuaste de una manera que perjudicaste o heriste a alguien, sin darte cuenta. Por ello, es que será necesario reflexionar y mirar en el interior las causas que originaron tal conflicto, para así trabajar en esos puntos débiles y poder mejorar como personas.

3 Para mejorar las relaciones

El acto de perdonar ayuda a restaurar los pensamientos, los sentimientos y los compartimentos de manera positiva. Esto se refiere a que cuando perdonamos, automáticamente hacemos cosas para beneficiar a otros; nuestro sentido de empatía aumenta y por ello es que nos convertimos en personas más altruistas, incluso solemos interceder para mejorar los conflictos ajenos.

Recuerda, perdonar implica una aceptación de lo que sucedió, para abrir una puerta hacia el profundo desprendimiento que impide seguir adelante. No solo se trata de perdonar a los demás, también es conveniente perdonarse uno mismo, reconociendo que somos imperfectos. Perdonar alivia el alma, el corazón, la mente y nuestra salud física. Ahora que ya lo sabes, no dejes que el orgullo gane la pulseada.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.