Las familias no son perfectas, y eso las hace especiales

Las familias perfectas no existen, pero sí existen aquellas que se esfuerzan por ser felices.

Erika Patricia Otero

No hay nada perfecto en este mundo. Para que algo humano fuera perfecto, todos y cada uno de nosotros deberíamos ser perfectos, y no lo somos. Por lo tanto, es un poco absurdo perseguir la idea de tener una pareja perfecta para formar una familia perfecta. Eso es un absurdo.

La perfección que muchas personas venden en redes sociales como las familias “10”, no existe. Somo humanos, y por lo tanto, siempre habrá problemas de pareja, niños berrinchudos y caprichosos y padres desesperados.

El asunto es que hay gente que busca esa perfección. Están enceguecidos buscando esa fantasía; y esa persecución insana les hace sufrir a ellos y a sus familiares.

El sueño imposible que los hará sufrir

Perseguir el sueño de la familia perfecta muchas veces hace que familias funcionales se vuelvan disfuncionales.

Es importante tener claro que el hecho de que hayan niños berrinchudos y padres que pierden el control de vez en cuando, la familia es un caso perdido. No es así; las familias “normales” tienen problemas, pero al final de día todo el mundo se lleva bien.

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Por el contrario, por desear tener “la familia perfecta”, hay mujeres que soportan malos tratos, hijos que sufren en silencio y padres autoritarios. Esto sí que es una familia disfuncional.

Ten en cuenta esto: una familia debe tener un 80% de dinámicas positivas y 20% de problemas; si este balance se mantiene, todo irá bien.

Es que es normal que existan peleas entre hermanos y padres que los corrijan; también es normal que cada tanto el matrimonio no pueda ponerse de acuerdo. Todos esas desacuerdos, mientras se sepan manejar, hacen de la vida familiar “perfecta” de cierta manera. El problema surge cuando estos problemas toman todo el control de la dinámica familiar, pero ese es otro asunto.

Ahora, si lo único que recuerdas de tus padres es que viven en función de tener una “familia perfecta”; entonces hablamos de un serio problema.

Una persona que sueña con la familia perfecta educa hijos en medio de la infelicidad y una exigencia sin precedentes. También será común que se les exija a los hijos y a la pareja comportarse de cierta manera; todo solo para perseguir ese sueño imposible.

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Los hijos como foco de esa perfección

No es secreto que muchos padres buscan que sus hijos sean una proyección de los sueños que ellos no pudieron concretar.

Pretenden a toda costa que sus hijos estudien esa carrera porque “esa será la que le dé estatus a la familia”. Sacrifican a sus hijos en pos de un sueño que no hace más que generar niños estresados, ansiosos e hipercompetitivos. Sin embargo, si le preguntas a un niño si es feliz, verás un signo de interrogación en sus caras. No, un niño al que se le cargar la responsabilidad de “sacar” la cara por la familia, está muy lejos de ser un niño feliz.

Los hijos no se traen al mundo con la idea de que sean los que te mantengan feliz a mediano y largo plazo. La responsabilidad -si es que de ser feliz se habla- es tuya, no de ellos. Tú como padre o madre debes garantizarle una vida satisfactoria aunque imperfecta, y eso está bien.

Construyendo una familia imperfecta, pero feliz

La verdad es que es bastante simple construir una familia feliz y eso es lo que todos deberíamos perseguir. La forma de lograrse está al alcance de todos nosotros, solo se necesita querer y esforzarnos solo un poco, bueno, y algo de lo siguiente:

1 Ser comprensivos, empáticos y flexibles

La crianza de los hijos como la relación entre los padres debe estar basada en la validación emocional. De igual manera también debe haber comprensión y empatía.

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Unos padres que se esfuerzan por criar a sus hijos en una familia feliz saben que deben saber escuchar ponerse en el lugar de los otros; además, se adaptan a las necesidades de su familia.

2 Pasan tiempo de calidad juntos

No es cuestión de establecer horarios para poder pasar buenos momentos familiares. Es que los momentos que se pasen en familia dejen huellas de plenitud en los miembros.

Ya se trate de momentos luego de la comida, un paseo de fin de semana o una charla nocturna con ese hijo que tuvo problemas en la escuela; el punto es que ese tiempo sea valioso.

3 Saber comunicarse y negociar

Una comunicación sana implica un intercambio receptivo de información. Es decir, escucharse y luego expresar lo que se piensa y siente.

Las familias que saben comunicarse no se juzgan, no se tienen miedo y no se mienten. Son honestos y sinceros; además, saben que son diferentes y cometen errores, pero jamás se hacen reproches y se maltratan. Cuando la situación genera un conflicto, saben negociar.

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4 Tienen tradiciones y rituales de familia

No tiene que ser festividades comunes a las del resto del mundo. Quizás se trate de celebraciones especiales de cumpleaños, celebran la navidad, el año nuevo de cierta manera.

El punto es que para estas familias esos eventos son sagrados porque significan que la familia está unida y pasan lindos momentos juntos.

5 Motivan para alcanzar la independencia

Los padres saben que tarde o temprano sus hijos abandonaran el nido. Para ellos eso no es problema porque saben que están criando hijos que pese a la distancia, siempre estarán presentes y atentos a ellos. Han procurado que sus lazos de amor sean indelebles, y lo lograron con éxito.

Como puedes ver, no son familias perfectas. Tiene problemas, pero saben afrontarlos. Esto les garantiza que, pese a la distancia que pueda haber entre los miembros, se mantengan unidos porque el amor con el que crecieron los mantiene unidos.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.