Las madres exitosas son las que nunca se dan por vencidas

El amor y la búsqueda de la felicidad plena de nuestros hijos nos impulsan a darlo todo. Ese esfuerzo, y tu lucha diaria, serán recompensadas.

Marilú Ochoa Méndez

Susana leyó una revista de espectáculos en que se hablaba de una mujer exitosa, que había sacado adelante una empresa de productos químicos en una etapa de crisis, y suspiró.  Tomó de la mano a sus dos gemelos y les dio de cenar, mientras planchaba las últimas prendas que le quedaban, ya que en unos minutos pasarían a recogerlas y a entregarle más.

Marisa escuchó en la radio a una conductora comentando su organización de vida familiar, y cómo le había hecho para pasar las mejores vacaciones en la playa con sus tres hijos, apoyada por su esposo y su suegra que la habían acompañado.  Los invitados del programa la llenaban de elogios, por sacar adelante a su familia y su carrera periodística. Marisa suspiró, y cerró los libros que no podía leer ya, para irse a dormir. Era de madrugada, y tendría que llevar a sus pequeños a la escuela antes de presentar unos exámenes para al fin poder graduarse.

Vicky se sentía abrumada, probándose cuanta ropa encontraba en el clóset, sin encontrar algo que le quedara bien, tenía que acompañar a su esposo a una comida laboral, y resignada, se puso la falda que había usado en la posada navideña, y también en la cena de fin de año.  Soportó con paciencia y una sonrisa casi real, la revisión poco amable de la esposa de su jefe, que la reprobó con la mirada con tan solo verla.  

Estas tres madres, cometen el mismo error: se comparan y se atreven a quitarse un adjetivo calificativo que poseen en grado sobresaliente: son mujeres exitosas. Lee conmigo, te explico por qué.

El éxito no siempre brilla

El éxito no es como el oro.  Este metal destaca cuando se halla. El sol lo hace brillar, y nuestros ojos lo captan.  El éxito no siempre brilla igual, encandilando; en ocasiones se mantiene bajo la superficie, generándose, fortaleciéndose y fortaleciéndonos, hasta que es visible por fin. 

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Para verlo brillar, es preciso también saber reconocerlo

En ocasiones, las madres podemos ver con poca objetividad nuestras luchas diarias, dejándonos apabullar por esfuerzos de otras personas que consideramos más valiosos, más ricos, más notables o más impresionantes. Esta actitud no es saludable.

El éxito es cálido, no brillante

El camino del éxito es sinuoso, y se encuentra escondido para aquellos que buscan soluciones fáciles o aparentes.

Pero esto las madres lo sabemos bien. Nosotras entendemos la belleza de las dificultades.  Valoramos la oscuridad, porque constantemente vivimos en ella. Sabemos que a veces nadie nota nuestro esfuerzo constante por hacer el bien a cada uno de nuestros hijos, y entendemos la grandeza de un logro, por pequeño que sea.

Nosotras entendemos que el éxito es cálido, no brillante.  Llena el corazón, no los ojos. 

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Nos esforzamos por alcanzar el éxito

Y como el éxito que nos importa es el que llena el corazón de calidez, y de ternura, estamos dispuestas a esforzarnos día a día para conseguirlo en cada uno de nuestros hijos.

Las madres exitosas son aquellas que nunca se dan por vencidas, porque entienden que la grandeza es como la semilla.  Saben que enterrándonos amorosamente cultivamos enormes raíces, que pronto serán gigantes plantas que aporten sombra en todas direcciones.

Las madres que lo intentamos día a día, sabemos que lo hacemos bien, pues cada intento deja marcas indelebles en el corazón y mente de nuestros hijos, y tal vez en alguien mas.

Las madres exitosas son como Mónica

Mónica no deseaba casarse, pero en la época en que vivió (siglo IV de nuestra época), esa no era una decisión que tomaba cada mujer en lo independiente; así que aceptó el marido elegido por sus padres, y se casó con Patricio, un noble romano que tenía un carácter fuerte, era aficionado a las apuestas y a las mujeres, y se dejaba llevar por frecuentes ataques de ira.  

Con él, tuvo tres hijos, de los cuales el que mas le preocupó fue el mayor, Agustín. Ella era cristiana, y durante toda su vida procuró con su cariño, serenidad y testimonio de vida, impulsarlos a gustar del bien y la bondad.

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Su vida es un verdadero maratón de resistencia, ya que sus lágrimas e incontables horas de oración, consiguieron -luego de décadas- un cambio radical de vida en los que mas amaba: primero en Patricio su esposo, y al final en Agustín, su hijo mayor, que aún hoy es modelo de varón cristiano y un gran filósofo y teólogo.

Cuando los miembros de su comunidad veían que su hijo encarnaba justamente los valores contrarios a sus creencias, aguantó.  Cuando su hijo se le escondió para dejarla lejos de él e impedir que orara y se preocupara por Agustín, no se sintió humillada ni se hizo de lado, sino insistió amorosa y tercamente.

Las madres exitosas son como tú

Las madres exitosas siguen adelante a pesar de que puedan sentirse poco vistas o escuchadas.  Avanzan aunque sepan que el camino será cuesta arriba. Tú avanzas llena de inseguridades, armada con tu amor incondicional y tu entrega generosa.

Tú estás dirigiéndote hacia el éxito de manera inequívoca. Los pasos que avanzas dejan huellas indelebles y causan temblores hasta lo más profundo de la tierra.

Tu callada y esforzada lucha está hilvanando con hilos de oro el alma y corazón de tus hijos, y en el momento preciso, Dios jalará los hilos, exprimiendo así el esfuerzo que realizas cada día.

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El sudor de cada día que ofreces con amor y sonrisas, riega generoso el camino que tus hijos pronto recorrerán.

Tu insistencia y el que no te des por vencida te hace desde hoy, una madre exitosa. Continúa adelante, los frutos no tardarán.  

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.