Lee aquí por qué los padres llegamos tarde para hablar sobre sexualidad a nuestros hijos y por qué es malo

¿Deben los padres hablar con sus hijos sobre sexualidad o es responsabilidad del colegio?, ¿qué es lo que hay que decirles?, ¿es mejor preservar su inocencia o informarles de los riesgos?

Marilú Ochoa Méndez

Édgar sabía que había llegado el momento de tener “la plática” con su hijo de quince años. Se sentaron en la cafetería y le sudaban terriblemente las manos. Entonces, decidió animarse y de golpe soltar todo, pues no aguantaba la presión. Comenzó diciéndole a su hijo que estaban ahí para hablar de sexo. Lo que su hijo le dijo a continuación le cayó como balde de agua fría. Sonrió ampliamente y le dijo: “Claro papi, ¿qué quieres saber?”

Es muy triste decirlo, pero en la mayoría de los casos, los padres llegamos tarde a la oportunidad de explicar claramente los cambios a que enfrentan nuestros hijos con la pubertad, y en general a hablarles sobre sexualidad. Lo peor de todo esto es que permitimos que los amigos, Internet o los programas de televisión enseñen a nuestros hijos lo que debíamos sembrar amorosamente nosotros.

¿Es responsabilidad de los padres hablar de sexualidad con los hijos?

Muchos padres quisieran que la respuesta a esta pregunta fuera un “no”. Creen que es mejor que en la escuela sea el profesor quien aborde este tema, pues “les da pena”. Han sido educados con muchos tabúes o se sienten inseguros. Sin embargo, esta es una labor fundamental que corresponde indudablemente a los padres, quienes han creado esa vida que ha sido fruto de su amor esponsal. Son los encargados de hacer de esos pequeños seres, hombres de bien.

Es verdad que el tema se aborda también en los centros educativos, pero ¿sabes con base en qué criterios se maneja?, ¿conoces lo que opina el profesor sobre la vivencia de una sexualidad sana?, ¿concuerdas con él?, ¿deseas arriesgarte a que aprenda valores o vivencias que tú no compartes?

El problema de permitir que tu hijo aprenda fuera de casa sobre el tema

Un problema importante de la enseñanza sobre sexualidad en escuelas e instituciones es que lo que se imparte es información, pero sin formación. Muchas personas piensan que hablar de sexualidad con los hijos es mostrarles cómo se deben colocar los preservativos, hablarles de métodos anticonceptivos y sobre el SIDA. Pero, ¿hay algo más que deberían aprender? ¡Por supuesto! Sería maravilloso que aprendieran a conocer primero su cuerpo, a conocer y dominar sus emociones, a dominar su carácter para dirigirse a metas altas en vez de sucumbir a la pereza o a la dejadez.

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Hoy en día se ha “animalizado” mucho a los jóvenes, y se considera que si no se masturban o aún son vírgenes a los dieciséis, se encuentran reprimidos. Se les impulsa a dar rienda suelta a los instintos provocando así que los embarazos adolescentes aumenten exponencialmente y que su corazón se llene de cicatrices, pues la entrega física envuelve también el alma, y el alma tiene ansias de permanencia y eternidad.

¿Qué deseas que aprendan tus hijos sobre sexualidad?

Es conveniente entonces que te sientes con tu marido y que juntos dialoguen sobre lo que quieren que aprendan sus hijos sobre sexualidad. Les sugiero que discutan temas como los siguientes:

  1. ¿Cómo ayudarlos a que se conozcan a sí mismos?

  2. ¿Es bueno seguir siempre los impulsos?, ¿cómo controlarlos?

  3. ¿Cómo ayudo a mis hijos a ser independientes y maduros y evitar que sean influenciables?

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  4. ¿Para qué es el amor?, ¿cómo se “hace el amor”?

  5. ¿Qué hacer cuando me encuentro con un contenido que me turba y me quita la paz?, ¿cómo preservar su inocencia?

Se comienza a educar en la sexualidad desde la primera infancia

Lo ideal para guiar a tus hijos a asumir una sexualidad plena es comenzar desde su primera infancia viviendo con naturalidad sus descubrimientos y los roles que asumen. Es común que enseñemos a nuestros hijos a mostrarnos dónde está su boquita, dónde sus ojos y dónde sus orejas. Nos parece muy tierno que las ubiquen y nos las muestren con sus manitas, pero al llegar a los genitales, en ocasiones imponemos un velo impenetrable. Entonces, les decimos que no se agarren su “cosita”, o simplemente “déjate ahí”. Y vamos perdiendo naturalidad. Las orejas son las orejas, no son “cositas al lado de la cabeza”. Una invitación es que nombres cada parte del cuerpo por su nombre y que le muestres a tu hijo la razón de ser de cada una, de acuerdo a su nivel de comprensión.

Conectar: la herramienta básica de los padres

Conseguir una relación cercana con nuestros hijos es consecuencia directa del tiempo de calidad (prestando atención) que vivimos con ellos. Un fruto natural de esta convivencia es la conexión, y lograrla garantiza que podremos ubicar los momentos en que es preciso ampliar la información sobre sexualidad (y muchos otros temas con nuestros hijos).

De esta manera, y luego de ir viviendo con ellos cada etapa, podremos garantizar que confiarán en nosotros y que seremos los primeros ante quienes acudirán para satisfacer sus dudas.

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Si tuvieras la mejor empresa en tecnología, ¿enviarías a tu hijo a capacitarse a otro lugar, o lo acercarías lo más posible a ti para que aprendiera del experto? A veces los padres olvidamos que nosotros somos quienes los hemos creado justamente como fruto del amor. No permitas que “contamine” el corazón y mente de tus hijos un mensaje que no provenga del amor y trascendencia. Les harás un regalo valiosísimo que rendirá frutos para la eternidad.

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.