Llamar a tu pareja con un apodo fortalece el vínculo entre ambos, según los expertos

No te avergüences si él te dice "mi cosita". Es señal de que la relación va muy bien.

Fernanda Gonzalez Casafús

Cuando mi marido me llama “Pi” en público, la gente voltea a mirar. Yo creo que se quedan pensando qué clase de apodo es ese, o de qué nombre deriva. No soy ni una letra del alfabeto griego ni una fórmula matemática. Pero así es el lenguaje del amor.

No recuerdo el momento en que empezó a llamarme “pipi”. Y de pronto, de alguna manera, se fue acortando aún más. Además, también soy “gordi”, pero ese ya no me agrada demasiado, aunque en mi país sea uno de los apodos más comunes que usan las parejas.

La fórmula del amor

De acuerdo a los expertos, llamar a tu pareja de forma cariñosa, con apodos graciosos y originales, significaría que la satisfacción en la pareja es alta.

Un estudio conducido por Carol Bruess y Judy Pearson indica que el uso de las expresiones idiomáticas en la pareja tiene estrecha relación con la satisfacción y bienestar de los miembros de la misma. La investigación, publicada en el Journal of Personal and Social Relationships, tomó en cuenta el estudio de 154 parejas.

Mientras más ridículos, más fuerte

El estudio arrojó la conclusión que aquellas parejas que utilizaban apodos cariñosos y ridículos se sentían más íntimos y satisfechos que aquellas parejas que no los usaban.

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Gatito, cachorro, bomboncito, chanchi, gordi, y muchos otros apodos más que varían a lo largo y a lo ancho del mundo, según las culturas y el idioma. Los expertos aseguran que no hay nada de qué avergonzarse, pues ésto sería indicativo de que la relación va viento en popa.

Llámalo como un perrito

La autora de la investigación, dijo que llamar a la pareja como a un cachorrito, de forma cariñosa,  no es casual , pues se trata de un comportamiento humano muy natural, debido al hecho de apropiarnos del lenguaje para determinados fines.

Para Carol Bruess, los términos que usamos con nuestras parejas son efectivos no sólo para demostrar el cariño, sino también para cuando las cosas se ponen difíciles. Llamar a tu pareja de forma cariñosa en una discusión puede demostrar que no estás en modo bélico.

Los apodos alrededor del mundo

BBC hizo una recopilación de los apodos cariñosos más usados a lo largo y ancho del mundo, teniendo en cuenta el idioma y las diferentes culturas.

Fue gracioso enterarme que Carla Bruni llamaba a su ex esposo Nicolás Sarkozy como “chuchu”, pues en una época, así me llamaba también mi marido. Hasta tengo cartas dirigidas hacia mí con ese nombre ridículo, pero tierno a la vez.

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Petit chou en Francia, que significa repollo pequeño y también ello deriva en  “chouchou” (que se pronuncia chuchu). “Paloma pequeña” en Rusia. Pequeño elefante en Tailandia (menos mal que no vivo en tailandia). O gacela en árabe.

Los apodos son cientos alrededor del mundo.  Pero todos denotan el cariño por el otro. Tener con tu pareja una forma particular de llamarse los hará sentir únicos y especiales.

Qué sucede cuando ya no nos decimos apodos cariñosos

Muchas parejas suelen llamarse de forma graciosa, cariñosa y hasta ridícula durante muchos años, incluso si han estado casados por décadas.

Pero son la excepción. Pues de acuerdo a los expertos llamar a la pareja de forma cariñosa es más habitual en las parejas recientemente casadas, y puede ir disminuyendo con el correr del tiempo.

En el estudio se convocó a parejas que iban desde recién casadas hasta aquellas que ya llevaban 50 años juntos. Y se descubrió que aquellas parejas que reportaban menos apodos entre ellos decían sentirse menos satisfechos en su vida amorosa.

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Apodos que irritan

No todos son de agrado. No es lo mismo que te llame “bichi” a que te llame “bicho”. Tampoco es lo mismo que te digan “gordi” a que te llamen “gorda”. Y en mi país, muchos esposos que llevan años de convivencia suelen llamar a sus mujeres “bruja”.

Aunque he escuchado a muchos hombres referirse a sus mujeres como “la bruja”, aunque sea utilizado con fines cariñosos y graciosos, no todas las mujeres estarán contentas con el apodo. y otras, simplemente les enternece y se ríen de la ocurrencia.

Elige el apodo adecuado

Elige aquel apodo que maximice sus cualidades y no sus defectos. No lo llames “pelado”, “barriguita”, “gruñoncito”. Al principio pueden sonar tiernos, pero en un mal momento de la pareja estos apodos pueden agravar la situación.

Indaga si se siente cómodo con el apodo que has escogido para él, pues ello es fundamental. Y conversa con tu pareja si algún apodo que utiliza contigo te incomoda o te irrita.

Fortaleciendo el vínculo

Cuando nos sentimos cómodos con el otro, el lenguaje es una de las formas más poderosas para demostrar amor. No es casual que querramos decirle cuanta palabra cariñosa pase por nuestra mente para dirigirnos a esa persona.

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El efecto de los apodos es maravilloso. Cuando lo escuchas llamarte de la forma cariñosa y habitual con que lo hace, te predispones de otra manera a escucharlo. Se trata de un código comunicacional privado, sólo de ustedes, que donota que la salud emocional de la pareja va marchando sobre rieles.

Mientras tanto, el apodo también puede omitirse cuando la persona está enfadada. Si siempre llamas cariño, osito o conejito a tu amor, pero de repente te diriges a él con su nombre de pila, probablemente sepa que hay algo que te está disgustando y necesitas que él sepa.

Que siga siendo tu bomboncito

Los apodos cariñosos nos hacen sentir más apegados a nuestra pareja. Aunque también es cierto que algunos pueden avergonzarnos en público. Lo cierto es que es una forma de mostrar que esa persona es única para nosotros. Mientras algunos te llaman Paula, María o Carla, él te llamará ovejita, michina o bichi.

Que siga siendo tu bomboncito a pesar que pasen los años. Dirigirte a tu pareja de forma cariñosa hará que se sienta especial, y mantendrá entre ustedes una mejor comunicación y una más fluida relación.

 

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.