Llorar para reír con alegría

Las lágrimas son la forma que tiene nuestro cuerpo de limpiarse de dentro hacia afuera. Llorar es liberar nuestras emociones y que nuestras emociones nos liberen.

Yordy Giraldo

Biológicamente hablando, las lágrimas son un líquido producido por nuestro cuerpo para limpiar y lubricar los ojos; sin embargo, todos sabemos que las lágrimas van más allá de esta parca definición, y lo sabemos por experiencia propia.

Y es que ante situaciones sensibles en las que la ira, el miedo, la alegría, la tristeza, la frustración y el dolor toman el control, éstas se hacen presentes como una forma de lidiar con las circunstancias, permitiéndonos expresar lo que estamos viviendo en nuestro interior.

El llanto es un tema sensible en la sociedad, entre otras cosas porque hemos llegado al punto de discriminarlo: en el caso de las mujeres es visto como un rasgo de la sensibilidad y en los hombres, como una señal de debilidad.

Desde temprana edad condicionamos a los chicos para que contengan las lágrimas, y cuando niñas o niños comienzan a llorar hacemos todo lo que está en nuestras manos para que se detengan, como si llorar fuera algo malo o les provocara un daño irreparable. Cuando lo cierto es que luego de llorar sobreviene una sensación de alivio, de desahogo, de consuelo; dicho eso podemos agregar una función más a las lágrimas, la de permitirnos expiar nuestros sentimientos.

Va siendo hora de que nos reconciliemos con el llanto

; el llorar nos permite entrar en contacto con nuestras emociones, y si bien es cierto que puede ser inducido de manera consciente y ser utilizado para manipular, esto no quiere decir que deban pagar lágrimas justas por pecadoras. Y es que hablando de las lágrimas hasta entre ellas existen diferencias; según estudios, hay tres tipos: la basal, que es la que lubrica los ojos; las reflejas, que se dan cuando se introduce un cuerpo extraño, y ésta contiene sustancias que actúan como bactericidas y la emocional, que contiene más hormonas. Todas son lo mismo sin ser iguales, y todas hacen bien al cuerpo y al alma.

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El llanto emocional empero es el que busco alentar con estas líneas, y es que según algunos sirve incluso para sanarnos, pues ayuda a vaciarnos de esos sentimientos negativos, a eliminar toxinas; produce un efecto tranquilizador, y permite que las personas se conecten de una forma más honesta; sirven para generar empatía, liberar estrés, proteger nuestros ojos y hasta para comunicar, como en el caso de los bebés.

Ya bien sea una reacción física o emocional, es tiempo de reconocerle al llanto los beneficios que obra sobre nuestro cuerpo y que dejemos de contener nuestras emociones, pues ello sólo sirve para obstruir nuestra capacidad de reconocer lo que las diversas experiencias de vida provocan en nosotros.

Ya es quizá un poco tarde para las generaciones pasadas, mas no así para las venideras; hay que permitirles a nuestros retoños la posibilidad de expresar su sentir a través de las lágrimas, entender nosotros y hacerles entender a ellos que llorar no es ser débil, sino la forma que tenemos de dejar salir lo que nos aqueja en nuestro interior; es una forma de educar a hombres y mujeres a que sean auténticos y a que se conozcan a sí mismos.

Podemos llorar de alegría y reír con amargura, reconocer que todo se origina en una misma fuente, nosotros; es el principio para aceptar que todo lo que viene de nuestro interior solo nos hace seres humanos, ni más ni menos.

No huyamos del llanto, lloremos con sentimiento hasta liberarnos de lo que nos acongoja y podamos al final reír con alegría; hagamos nuestras las palabras de la poetisa uruguaya Sara de Ibáñez, y digamos: “Voy a llorar sin prisa, voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa”.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.