Lo que las películas de princesas no nos enseñan sobre el amor

El amor no es como lo pintan en las películas. ¡Es aun mejor! Que tus hijos lo vean como es en realidad. No les vendas a tus hijos un cuento de hadas con la etiqueta del amor.

Erika Otero Romero

Desde nuestra más tierna infancia tenemos acceso a las películas animadas, la mayoría de ellas son cuentos de hadas adaptados al cine de animación, que para nada son un calco de la realidad que de adultos vivimos los seres humanos.

Como toda niña, yo amaba ver las películas animadas como Bambi o Dumbo. Me encantaba ver esas historias. Por una época entre los 7 y 10 años, mi padre empezó una especie de ritual dominical: mi madre nos levantaba temprano, nos poníamos nuestras mejores ropas y todos nos íbamos a ver películas al cine del centro de la ciudad. Recuerdo a Blanca Nieves, Cenicienta, La Bella Durmiente del Bosque, por nombrar unas pocas, que junto a mi hermana, nos robaban gritos, sonrisas y llantos infantiles; eso es algo que no se puede olvidar. Siendo ya un poco más grande, el ritual dominical expiró; sin embargo, una que otra vez teníamos acceso a ese tipo de películas, así que cuando tenía unos 11 o 12 años vi La Sirenita y después Aladín, y ya de mayor, el gusto no lo he perdido.

El desencanto

Siendo una niña, las películas de princesas que se casaban con sus príncipes y vivían “felices por siempre” me llenaban de ilusión, ¿a qué niña no?. Pero mientras iba creciendo, ese mundo que me vendieron esas películas se me desdibujó y darme cuenta que la realidad era diferente a ese universo fantástico me hizo sufrir.

No es que yo viviera engañada e ilusionada al 100 por ciento con ese cuento de hadas llamado amor, pero como muchas personas, anhelaba encontrar a alguien perfecto para mí y aún estoy a la espera de ese amor ideal. Sin embargo, me preocupa ese amor idealizado y lo que le está haciendo a algunas personas que, al no encontrar el amor en edades entre los 20 y los 35, se desesperan y cometen equivocaciones que demuestran la impotencia que sienten debido a que pasan y pasan los años sin que el “amor perfecto” llegue a sus vidas tal como ellas lo buscan.

Las falsas expectativas del amor

Recuerdo un relato que me dejó muy marcada y logró que cambiara mis perspectivas en la vida. Había una mujer que siempre oraba a Dios pidiendo encontrar el amor y fundar una linda familia, ya que ése había sido su sueño desde pequeña. Pese a todo lo que oraba y esperaba con gran fe, llegó un momento en que era demasiado adulta (según ella) para encontrar el amor, así que se sumergió en una profunda tristeza que con el tiempo se convirtió en amargura, y perdió la fe en su sueño.

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No se dio cuenta de que, a pesar de que su oración no había sido respondida como ella lo esperaba, sí disfrutaba de tener una familia que la amaba y estaba dispuesta a apoyarla. Había tenido la oportunidad de encontrar el amor, pero la había rechazado porque no sintió que fuera el hombre que ella esperaba como respuesta. Tampoco se dio cuenta de que los niños a los que ella enseñaba estaban dispuestos a darle todo el amor que sus propios hijos hubieran podido darle. No, ella no pudo apreciar las bendiciones que tenía en su vida y se condenó a sí misma a vivir en soledad y sufrimiento.

El antídoto

Cuando me contaron esa historia, me dije que no podía permitir que me pasara lo mismo que a esa mujer. Primero, decidí ser feliz amando a mi familia; segundo, empezamos a ayudarnos mutuamente para ser felices y a luchar por progresar superando las pruebas del día a día, y tercero, acepté lo que no podía cambiar y batallo día a día por cambiar lo que sí puedo.

Tú que tienes hijos pequeños y que son tan soñadores como yo, diles que el amor existe, pero es un error idealizarlo, enséñale que vale la pena luchar por él, pero sobre todo, que siempre se puede ser feliz si se acepta el amor de las personas que nos rodean. Recuerda que hay muchas variantes del amor y es cuestión de ser sabio para poderlo distinguir.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.