Los beneficios de hablar abiertamente con los niños

Emma E. Sánchez

Cuando un nuevo bebé llega a casa, los padres pasan mucho tiempo hablándole, inclusive lo arrullan en brazos o en su cuna mientras le cantan alguna canción de cuna o le hablan de los grandes sueños y aspiraciones que tienen para él.

Luego, cuando crecen un poco más, siguen dedicándole tiempo para hablarle en voz alta, repetir muchas veces las palabras para que las escuche muy bien, gesticulan, cantan bailan y por las noches leen cuentos para ellos; cada nueva palabra del niño se celebra a lo grande y se mandan audios a los abuelos y amigos para compartir ese gozo de escuchar al pequeño desarrollar su lenguaje.

Pasan unos dos años más y de repente, tu hijo habla ya sin parar, viene la época donde para todo y de todo pregunta ¿por qué?, sus películas favoritas las repite una y otra y otra vez hasta memorizarlas y hasta tú te aprendes los nombres de todos los personajes, las canciones. Hasta llegas a bailar  o cantar en el carro junto a tu hijo. Platicar con tu pequeño es algo que disfrutas mucho en esta etapa de vida.

Luego algo ocurre: los padres y  adultos  dejan de platicar con los niños

Tal vez porque ahora los niños ya tienen sus propios amigos, y conforme van creciendo, pareciera ser que nos cuentan menos de sus asuntos.

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Quise compartir este artículo contigo, pues en este momento es donde muchos padres equivocamos el camino y sin darnos cuenta, el camino de la comunicación con los hijos lo vamos haciendo angosto, cuando podríamos ensancharlo todavía mucho más.

Existen 3 momentos dentro de la comunicación a nivel padres e hijos:

El primero, cuando el padre y la madre enseñan al hijo a hablar, dedican mucho tiempo, hay un alto nivel de interés. Hay  placer por esta tarea, está llena de satisfacciones y por supuesto hay un alto nivel de motivación por lograr escuchar a nuestro hijo hablar.

La segunda, inicia entre los 6 y 7 años donde el lenguaje ya está consolidado. Los niños se expresan con claridad, hacen juegos de palabras, chistes, inventan palabras y comienzan a relacionarse de una manera más cercana con sus pares.

Los padres ya no tiene interés en la enseñanza del lenguaje o el idioma, ahora corrigen y se enfocan en los aprendizajes académicos de los niños y en su sano desarrollo.

La fractura se da cuando el adulto no cree que pueda tener una conversación interesante con un niño, piensa que no están en los mismos niveles de comprensión y por lo tanto,  la comunicación es solo en la relación padre e hijo a nivel confianza, pero no a nivel intelectual que es el eslabón a la última etapa que inicia en la adolescencia.

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Ahora, vamos a concentrarnos en  los beneficios que  tiene el platicar con los niños. Cuando digo platicar, me refiero a hablar de distintos temas, concediendo a nuestro interlocutor, que tiene algo interesante que decir, aportar a mi vida o enseñarme.

No se trata de que me cuente cómo le va en la escuela o cuál es su animal favorito, se trata de hablar sobre los temas que hablarías con un amigo o con un conocido con quien disfrutas conversar de cualquier tema pues te resulta interesante, ameno y nunca deja de sorprenderte.

¿Imaginas una charla así con tus hijos menores?

Para lograr disfrutar de este tipo de charlas y conversaciones con tus hijos, el primer paso es desaterrar de tu mente las frases o creencias como:

¡Tú no sabes de eso!

¡Esos temas no son de tu edad! (Créeme, si te lo dice es porque ya ha escuchado mucho sobre el tema, más de lo que imaginas o quisieras saber)

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Estás muy chico para estar aquí escuchando, vete para otro lado

Los niños solo saben cosas de niños, no entienden a los adultos

Un niño que habla con los adultos cae mal

Los niños no pueden saber más que un adulto

Cuando nosotros consideramos a un niño inteligente, debemos creer que esa inteligencia no es porque saca muy buenas calificaciones en la escuela, sino porque entiende, comprende y analiza la información que hay a su alrededor. Tal vez no ha profundidad, pero es capaz de muchas cosas, como por ejemplo, tener una conversación seria sobre lo que le preocupa o le interesa aprender e inclusive, es capaz de aportar y generar nuevas ideas.

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El primer gran beneficio que un niño obtiene al conversar con los adultos es que gana seguridad y aprende

Aprende nuevas palabras, expresiones analiza ideas, comparte lo que piensa, contrasta sus ideas con las de sus padres, poco a poco va a perder el miedo a expresarse en público y decir lo que piensa y sabe con confianza y convicción.

Segundo, la relación con los padres ¡mejora cantidades!

¿Sabes por qué? porque ahora el diálogo se privilegia, los razonamientos dejan atrás a los castigos, se apela a la inteligencia del niño y a su comprensión, se argumenta, no se pelea ni discute.

Poco a poco verás como ese tipo de charlas el niño las amará y gustará de pasar tiempo contigo, invitará a su amigos para que platiquen juntos, nacen nuevas y mejores relaciones entre padres e hijos sin romper la disciplina y el respeto.

Tercero, la confianza y entendimiento entre padres e hijos se vuelve mucho más fuerte, pues se eleva a una relación mucho más personal y profunda

Cuando puedes hablar de los grandes temas con tu hijo sin regañar, sin criticar o juzgar, surge una mayor empatía y comprensión, la confianza se fortalece y las mentirás no tienen lugar.

Entonces ahora pensarás…

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¿Por qué mi hijo no me platica? O ¿cómo hago para tener ese tipo de pláticas con mis hijos?

Aquí van unas sencillas recomendaciones:

Deja de preguntar sobre la escuela y los maestros

Deja de preguntar ¿cómo estás? Y mejor pide su opinión sobre un tema

No intimides diciendo “en mis tiempos yo lo hacía así”, “yo soy un experto en eso”, etc. Eres adulto, eso ya es intimidante de entrada, así que busca hablar desde un plan más sencillo y modesto, aquí no hay nadie a quien debas impresionar.

Deja de sermonear y escucha más. No limites la participación de los niños en los temas de discusión en casa, al contario ¡pide su opinión! ¡pide sus ideas! Fomenta su creatividad

Cuando tu hijo crezca, podrán pasar horas hablando de libros, películas, sus deseos o temores mas profundos. Cuando tú seas anciano, tu hijo seguirá gozando de plática contigo y escucharte, de jugar juntos un partido de ajedrez y hablar de la vida, de esta hermosa vida que nos ha tocado compartir.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.