Los círculos de diálogo y la resolución de problemas en la escuela y el hogar
Aprender a dialogar de manera efectiva siempre será un abono a la civilidad y la cultura de la paz.
Emma E. Sánchez
Los círculos de diálogo no son da nuevo, de hecho, son tan antiguos como la raza humana. Muchas tribus alrededor del mundo han practicado el sentarse alrededor del fuego para hablar sobre los asuntos que les competen a todos o tomar decisiones que impactarán la vida de su comunidad.
Los círculos de diálogo son una práctica que poco a poco ha sido aceptada y bien vista en los recintos escolares por los buenos resultados y transformaciones que sus participantes logran.
¿Qué son los círculos de diálogo?
Los círculos son un elemento básico en el repertorio de las llamadas “prácticas restaurativas”, pues fomentan la participación y el conocimiento entre los miembros del grupo. Como la palabra lo dice: restauran el orden, el equilibrio y lo más importante, la dignidad humana en una sociedad.
No se trata de una herramienta que solo se usa para la resolución de conflictos, sino que es una manera de organizarse para vivir de manera civilizada, pues previene el surgimiento de problemas y fortalece las relaciones entre sus miembros.
Así funcionan los círculos
Los integrantes del grupo social se sientan en círculo; siempre hay alguien que ocupa el puesto de facilitador o mediador, puesto que puede rolarse entre los participantes.
Este facilitador propone los temas que se tratarán o ayudará al orden de los participantes.
También se usa un objeto simbólico que le permite hablar a quien lo posee, y todos entender que solo quien lo tiene puede hablar y los demás escuchar. El objeto se pasa alrededor del círculo.
Esto se hace lo mismo en la escuela que en la casa y es magnífico cuando los niños viven la misma manera de dialogar, suceden cosas magnificas.
De hecho, estos círculos son tan fantásticos que los pueden hacer perfectamente en cualquier situación de adultos y de hacerse con buena voluntad y ánimo, los resultados siempre son excelentes.
Los beneficios alternos de los círculos
Hablar y escuchar con respeto siempre será bueno y cuando se hace en un círculo bien conducido se pueden lograr estos otros beneficios:
Favorecen la participación y compromiso de los jóvenes en las actividades escolares o familiares, pues ahora pueden ser parte de los organizadores o responsables de esas actividades.
Los más jóvenes tendrán sentimientos mas fuertes de apego entre ellos y hacia los mayores; los grupos se fortalecen las familias se unen. Y de las cosas que más me gustan de esto es que, sin adultos, los niños buscan organizarse y repetir lo que aprendieron para resolver sus problemáticas. Eso me emociona muchísimo verlo.
Algunas reglas y recomendaciones para que esto funcione
El círculo no debe ser largo, lo ideal es que se establezca un día la semana y como máximo de duración sea una hora y para niños hasta 30 minutos son más que suficientes.
Al iniciar el círculo, se pueden repetir algunas reglas sencillas:
El objetivo de la reunión o qué asunto se va a tratar o a resolver
El respeto y consideración hacia quien habla
El respetar el uso del objeto
Ceder el tiempo a quien fungirá como moderador o mediador
La reunión inicia presentando el tema y solicitando que alguien lo explique o mencione la problemática del grupo, luego se piden opiniones, y el objeto se pasa a aquellos que levantan la mano y desean compartir sus ideas.
Se pueden hacer votaciones, toma de acuerdos y finalmente asignar responsabilidades.
Cuando en un círculo se acordó algo, la semana siguiente se inicia revisando los compromisos adquiridos. En caso de que no se hayan cumplido, no se sanciona ni se acusa a nadie, se vuelve a hablar sobre el tema y nuevamente se ponen acuerdos.
Se puede invitar especialista a un círculo y tras despedirlos, el grupo toma decisiones.
No todos son problemas
Los círculos también aprendemos y nos enseñamos mutuamente
Se celebran los éxitos de algún integrante
Se otorga consuelo a quien está padeciendo
Los participantes también pueden disfrutar de un juego o estrategia según los propósitos o necesidades del grupo social.
Y ¿qué pasa cuando no quiere hablar?
Primero respetar. Los participantes deben siempre tener la seguridad de que su persona y decisiones se respetarán y que no serán presionados para hacer o decir algo que no le nace hacer.
Conforme los círculos se van desarrollando habitualmente, los más tímidos tomarán confianza para expresarse y cuando lo hagan nadie deberá hacer bromas o felicitar o hacer algo que los denote, simplemente se le escucha como a cualquier otro participante.
En privado, se puede agradecer el comentario, reconocer el esfuerzo hecho y seguir animando a participar.
Como todo proceso, debe hacerse de manera regular y siempre buscar que los participantes lo disfruten y se sientan bienvenidos. Ahí radica su éxito.
Te invito a llevarlo a cabo en tu familia, con tus hijos y fortalecer su práctica en los centros escolares. Sus beneficios valen mucho el esfuerzo pues formarán personas más dispuestas al diálogo y la cooperación que al caos y la indiferencia.