Los niños felices se comportan mejor

“La felicidad es la certeza de no sentirse perdido”. .Jorge Bucay

Erika Patricia Otero

¿Qué es la felicidad? Esa es una pregunta con la que muchas personas tienen conflicto.

La realidad es que la felicidad es un concepto que se adapta a cada ser humano existente. Para algunas personas la felicidad está sujeta a lograr riquezas materiales. Otras, buscan paz espiritual y varios más hallan felicidad viajando o estando rodeados de muchas personas.

Ahora bien, algo que todas las afirmaciones antes explicadas tienen en común es que en todos los casos, otorgan bienestar personal. De esta manera, se puede decir que cualquier situación que te ofrezca bienestar significativo da felicidad.

Con los niños no es muy diferente. La felicidad para un niño es también depende de lo que les otorgue bienestar; sin embargo, un niño va hallarse feliz si los padres le conceden todos sus caprichos. Con todo, puede que en ese instante sea la persona más feliz, pero a mediano y largo plazo no.

En este punto es donde muchísimos padres fallan. Al desear que sus hijos disfruten de comodidades que ellos no pudieron, no tienen límites. Les permiten que hagan lo que deseen, que consigan lo que quieran y se comporten de maneras -a veces- reprobables.

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Un niño feliz no es un niño consentido

Todos los padres desean que sus hijos sean felices; no hay nada de malo en esto; sin embargo, el largo camino hacia la felicidad requiere que el niño aprenda a superar la frustración.

Un niño necesita saber lo que es sufrir, lo que es enfrentarse al dolor emocional. ¿Por qué lo necesita? porque el sufrimiento hace parte de la vida. Todos los seres humanos sufrimos en algún momento de nuestras vidas, nadie se salva, ni los ricos ni los bellos.

Esto se pone más interesante aún. Es necesario saber lo que es sufrir para distinguir cuándo entras a un estado de felicidad. No podrás jamás distinguir algo si no sabes la diferencia entre uno y otro. Y esto es algo que todos debemos aprender en la infancia.

Dirás que es una tontería, que el sufrimiento es evitable, pero no, no es así. Si crías a un niño caprichoso, va a llegar al jardín creyendo que todos están para saciar sus caprichos. De esa manera, el chiquillo se va a llevar una desagradable sorpresa; quizás hasta se haga a un enemigo y no la va a pasar nada bien. No interesa cuántas veces lo cambies de jardín, siempre va a ser la misma historia; la razón es que el problema ni es el instituto, es tu hijo caprichoso. Es por eso que antes decíamos que el niño va a sufrir a mediano o largo plazo.

Ahora, tampoco hay que apelar siempre sí o sí a duros correctivos. A veces, con solo hablarles claro sobre algo que no les puedes o deseas conceder, basta para que entiendan. Si igual hacen berrinche, pues de llorar y revolcarse un rato no pasará. Obviamente, si el berrinche escala a agresión o autolesiones (sí, hay niños que frustrados se golpean) es momento de pararlo.

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¿Cómo hacer a un niño feliz?

Al contrario de lo que muchos creen, la felicidad no depende de cosas materiales; es un estado mental de paz y armonía.

Un niño que sabe que es amado por sus padres, empieza a tener conocimiento de la felicidad. Si además vive con cierta estabilidad emocional, tiene sus necesidades físicas cubiertas; este niño crecerá en un ambiente que le ayudará a desarrollarse como un adulto responsable y gentil con la sociedad.

Lógicamente, también puedes proveerle cada tanto algún deseo que tenga, pero siempre con mesura.

¿Por qué un niño feliz se comporta mejor?

Es bastante fácil de entender.

1 Un niño feliz tiene mejor carácter y dispondrá de buen ánimo. Además, gozará de una mejor salud física y psicológica.

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2 Tendrá una buena disposición para incorporar excelentes valores. Será un niño honesto, humilde, resiliente, amoroso y servicial; además, se esforzará para superar épocas difíciles de su vida.

3 El niño será más receptivo al afecto de sus progenitores. Además, desarrollará un apego emocional sano y la comunicación de sus afectos será más fluida y mejor.

4 Tiene un mejor aprendizaje porque está más abierto a aprender. Entiende mejor conceptos y también es hábil para resolver problemas. Además, es muy capaz e diferenciar lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de la malo. También aprende a tener sus propias opiniones sobre situaciones adversas o buenas.

5 El pequeño aprenderá a establecer prioridades. Sabrá que cosas y personas son realmente importantes y aportantes a su vida. Sabrá invertir su tiempo en lo que realmente merece el esfuerzo.

6 Sabrás aceptar un no como respuesta. Un niño feliz es consiente de que un día podrá tener algo que desea, pero que otras veces no. Puede que se sienta triste, pero comprenderá la situación y no juzgará a sus padres de malvados.

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Claramente, un niño feliz tendrá una experiencia de vida más placentera y estable. Tu rol como padre no es concederle todo lo que desea. Es sembrar en su mente y corazón las bases necesarias para que se desarrolle como un adulto responsable de sus actos y que no permitir que nadie le pisotee. ¿Estás haciendo bien tu trabajo?

 

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.