Madres intimidantes: creciendo cuidados, pero sin amor

Las madres intimidantes cuidan de sus hijos, pero les niegan lo más importante: amor.

Erika Patricia Otero

Cuando hablamos de mamá, la imagen que viene a nuestra mente es la de una mujer amorosa, amable y gentil. Es normal que tengamos esa imagen mental porque para muchos de nosotros tuvimos la gracia de tener madres benevolentes. Lastimosamente, así no sucede para muchas otras personas en el mundo.

Muchos hijos crecen en hogares donde el amor materno siempre está en un segundo plano. Reciben cuidados, alimentos y una educación de calidad en valores y principios, pero mucha distancia emocional. Este tipo de madres se conocen como madres intimidantes.

¿Cómo son las madres intimidantes?

Las madres intimidantes generan una gran confusión en sus hijos. Esto se debe a que los niños crecen sin saber qué esperar de su mamá.

Como decíamos, la madre intimidante cuida que sus hijos estén limpios, bien cuidados. Ella procura que sean bien educados y no los descuida en ningún momento. Siempre procura que sus hijos tengan fuertes valores y principios. Sin embargo, si sus hijos se acercan buscando un abrazo o palabras de consuelo, ella simplemente no está disponible.

Las madres intimidantes son una mezcla de severidad y distancia. Ella está muy presente para guiarles el camino a seguir y volverlos al camino si es que se descarrían. Pese a eso, en términos de las necesidades emocionales de sus hijos, es ausente.

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Esa actitud tan desapegada hace que los hijos crezcan desarrollando apego ansioso  y evitativo.

Otras características de las madres intimidantes es que aunque son severas, jamás pierden el control. Corrigen, guían, regañan castigan alimentan, pero no dan amor. Es como si el estado emocional de sus hijos no importara para nada.

Un vínculo evitativo

Una de las preocupaciones más comunes de las madres es desarrollar un lazo de amor inquebrantable entre ella y sus hijos. Esto le dará la garantía a los hijos de que pueden confiar en su madre para siempre.

Con la madre intimidante las situación es distinta. Este tipo de madres buscan que el vínculo con sus hijos sea lo más superficial posible. Ella simplemente no quiere una unión afectiva que haga o estimule en sus hijos la búsqueda de afecto en ella.

Las madres intimidantes no desean intimidad afectiva con sus hijos. Ellas entienden la maternidad como una labor donde se requiere que cuide de los hijos de manera funcional, pero no que el niño establezca un vínculo amoroso.

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Esa manera de relacionarse confunde a los hijos porque por un lado cuida de ellos; esa actitud les da a entender a los hijos hay algún tipo de cercanía. Sin embargo, al ser un tipo de madre fría, exigente y severa, los hijos se sienten rechazados. Es tal la ambivalencia, que la relación se impregna de una atmósfera que a los niños les resulta amenazadora.

Ante esa actitud, es inevitable que los niños no se pregunten si están haciendo algo mal, si son niños “malos”. Lo triste es que además se sienten culpables por juzgar a una madre tan dedicada, de no amarlos. Es que “¿cómo es posible que no me ame si me cuida?”. En estos niños que tarde o temprano serán adultos siempre estará esa semilla de inseguridad y el sentimiento de no ser suficiente.

¿Por qué hay madres intimidantes?

Las madres intimidantes no son así porque “les dio la gana”. No, hay mucho más detrás de esto. La realidad es que ellas tienen un conflicto de tipo afectivo que no han logrado resolver.

Un conflicto puede ser que durante el embarazo haya tenido problemas con el padre de sus hijos. Este tipo de problemas puede llevarla a sentirse abrumada y sobrepasada. Esto generará dudas sobre ella misma, su capacidad para ser madre y mucha incertidumbre sobre su futuro.

Otro aspecto interesante, es que es muy posible que ella haya sido receptora de ese mismo tipo de crianza; es decir, también tuvo una madre intimidante. Es posible, incluso, que ella haya sufrido traumas y abusos de todo tipo. Esto la llevó a cubrirse de una armadura afectiva para poder enfrentarse al mundo.

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Con estos antecedentes tan dolorosos, las madres intimidantes crían hijos que dudan de sí mismos. Esto les lleva a temer expresar sus sentimientos; además, tiene problemas para identificar sus emociones y el amor para ellos es una especie de amenaza. Es una situación tan compleja que marca la vida de los afectados para siempre.

Sanar estás heridas de crianza es posible. Hay que asumir la responsabilidad de una terapia psicológica intensiva de perdón materno y reconciliación con uno mismo. La persona debe tener claro que es merecedora de amor y también que es capaz de amar sin ser rechazada.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.