Me desperté a las 3 de la madrugada: mitos y verdades de “la hora del diablo”
¿Qué hay de cierto en eso de que es malo despertarse a las 3 a.m? Descúbrelo en este artículo.
Marilú Ochoa Méndez
Según la “sabiduría popular”, si un día te despiertas intempestivamente a las 3 de la mañana, ¡tiembla!, pues es “la hora del diablo”. Algunas personas creen que salir involuntariamente del descanso nocturno a esta hora, muestra algún tipo de influjo del demonio en nuestra vida.
Acá te explicamos algunas razones de esta creencia, que consideramos errónea e inexacta. Según los Evangelios, la muerte de Jesús ocurrió a “la hora nona”, que son las tres de la tarde. Por tanto, algunos creen que el demonio se ha adueñado de la hora contraria. Así como los satanistas voltean la Cruz, para mostrar su rechazo a Dios, usarían esta hora para invocar espíritus inmundos, contaminando este espacio de tiempo para quienes, sin proponérnoslo, a esa hora somos despertados.
Muchos lo creen pero, ¿es cierto?
Esta creencia ha sido reforzada por películas basadas en hechos reales como “El exorcismo de Emily Rose” del director Scott Derrickson. Ahí, el demonio manifiesta su poder perturbando a algunos personajes a esa hora exacta. Sin embargo, esta situación fue una licencia creativa del director, no algo que sucedió en la vida real.
En otros libros, series y películas, se ha repetido esta creencia, validándose continuamente.
Conocemos ya las historias o leyendas urbanas. Veamos ahora la visión religiosa positiva. ¿Es Dios dueño del tiempo?, ¿tiene el demonio un espacio reservado para su único y personal uso en detrimento de los humanos que luchamos en este “valle de lágrimas” (Salmo 84)?
Una razón neurológica para ello
El diario español El Mundo entrevistó a la neuróloga Dra Gemma Sansa, quien se especializa en trastornos del sueño. Le cuestionaban el por qué de estos despertares involuntarios entre las 3 y las 5 de la mañana.
Su explicación es bastante sencilla: “Habría que aclarar que no dormimos de la misma manera durante toda la noche, sino que pasamos por diferentes fases. La primera mitad lo hacemos con más porcentaje de sueño no REM, que es un sueño más profundo y reparador para el cuerpo, y la segunda, uno REM, que es más frágil, por lo que tendemos a despertarnos más en esa franja“.
Como ves, la razón de estos despertares, según la científica, estaría en que nuestro sueño es más ligero, y por tanto, somos más sensibles a estímulos, incomodidades o ruidos, por lo que despertamos con más frecuencia y facilidad alrededor de esta hora.
Lo que dice la Biblia
La madrugada es un momento especial en la Biblia. Veamos algunos ejemplos. El salmo 63, recoge la oración del rey David, quien dice “Oh Dios, tú eres mi Dios; temprano te buscaré. Mi alma tiene sed de Ti“. Jesús mismo, se levantaba de madrugada para orar, y los Evangelios recogen muchos de esos momentos, incluso el de la oración en el Huerto de los Olivos antes que Jesús fuera aprehendido y sufriera su amarga Pasión.
Marcos, en el capítulo 1 de su Evangelio, nos relata que “muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario donde se puso a orar.” (Mc 1: 35). También Lucas lo afirma, cuando dice: “y aconteció en aquellos días que él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” (Lc 6, 12).
Para ese caso, los que creemos en Jesús, lo amamos y lo seguimos, podríamos afirmar con una seguridad abrumadora, que Dios mismo santificó las madrugadas, pues constantemente las eligió en su vida terrena, para hablar con Su Padre.
Lo que me dice mi corazón
Dialogaba con mi esposo el otro día sobre este tema, preguntándole su opinión sobre esta “hora mala”, según la percepción de tantos, y me escuchó mi listo preguntón de cinco años. ¿Existe la “hora del diablo”?, nos cuestionó, interrumpiéndonos.
¡No!, le dije con seguridad. Me di cuenta de que mi pequeño me daba la oportunidad de enseñarle sobre el poder de Dios, así que hice una pausa y traté de explicarme con detalle.
Mi negativa rotunda pretendía hacerle ver que este personaje, el demonio, no es “dueño” de ninguna hora. Él puede encandilarnos, engatusarnos y engañarnos, pero su acción y dominio son limitados. Platicamos largo rato sobre el lugar tan triste y frustrante que tiene el otrora poderoso y bello ángel Luzbel, ahora Lucifer. Este ser, siempre se sabe vencido, siempre se encuentra amargado, atado irremediablemente a su soberbia, a su coraje, a su rechazo absoluto a la felicidad, al Amor y a la paz, a Dios.
¡No tiene hora si no se la damos!
No soy ingenua, sé que tiene un papel importante en el mundo. Sé que la soberbia, la impureza, la búsqueda excesiva del placer, la violencia, son fruto de su acción manipuladora. Veo cómo nos abruman los pecados y cómo nos roban la paz y la felicidad, en el peor de los casos, la esperanza. Pero también conozco el poder inmenso de Dios, Su Amor que nos salva, libera, sana y reconforta en cuanto nos acercamos a Él.
¡Claro que no tiene una hora suya el demonio!, le decía a mi niño hermoso. Su “dominio” depende de la libertad del hombre. Depende de las rendijas que el hombre quiera dejar a su influjo.
¿Te despertaste a las tres de la mañana? Bien. Ese es un hecho objetivo. Tú decides si es un momento para perder la paz o para buscarla. Abrir el corazón a Dios, dueño y señor de todo, que nos ama locamente y se entregó hasta el límite por nosotros, puede bendecir esos minutos de desvelo, insomnio o posible inquietud.
En esa hora precisa en la que hay tantas personas durmiendo, y falta bastante para el amanecer, puede ser un momento de gracia para ti, para los tuyos. ¡Hazlo fructificar!
A las dos de la tarde, a las nueve de la noche y a las tres de la mañana, Jesús amoroso nos espera a ti y a mi. Dejémonos de ideas supersticiosas, ninguna hora es “del demonio”, si no lo queremos así. Que Dios nos ilumine y nos lleve, de día y de noche, siempre de Su mano, y hacia Su divino corazón.