Menos juego libre en los niños supone más depresión y ansiedad

Si supieras el efecto que el juego libre hace en el cerebro de tus hijos, dejarías que eche a volar su imaginación más a menudo.

Emma E. Sánchez

“La mejor forma de arruinar el juego infantil es supervisar, halagar o intervenir”

Peter Gray Psicólogo

 

Tenía años que no visitaba un parque de juegos, y hace unos días acompañé a una amiga para conversar con ella mientras paseaba a su perro, y para mi sorpresa pude darme cuenta de lo mucho que las cosas han cambiado en esos lugares.

Hace unos 25 años, yo, como muchas madres,  salía al parque de la colonia para que mis hijas jugaran un rato fuera de casa.

La rutina era sencilla: caminábamos juntas de la mano y a unos metros  de llegar, yo las soltaba y ellas corrían a ganar uno de los juegos, a mí me tocaba empujarlas en los columpios, esperar a la pequeña al final de la resbaladilla, y cuando ellas comenzaban a jugar con otros niños, yo me sentaba con otras las otras señoras y platicábamos un poco mientras vigilábamos a los niños.

Nunca faltó el niño que se cayó o se rasguñó en un juego; una de mis hijas siempre se rasgaba la ropa,  no sé cómo, pero siempre rompía algo. Después de una o dos horas, regresábamos a casa contentas y cansadas, otras veces sucias y llorando por una caída o un golpe, pero siempre pidiendo regresar al siguiente día.

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En esta reciente visita que hice, el parque era muy diferente: había algunas personas, muy pocas madres con hijos, y otras más como mi amiga, llevaban a su perro. Los juegos estaban algo descuidados pero en funcionamiento. Nosotras nos sentamos a platicar y yo no pude evitar observar a los niños y sus padres.

Los niños y los padres ya no son como antes

De tres padres que estaban con sus hijos, dos no se alejaban de sus niños más que un metro de distancia; estaban demasiado  cerca de ellos y no los culpo, la violencia y malas noticias a cualquiera ponen nervioso, pero el cuidado era excesivo.

Cuando el niño quería subir a un juego, el padre lo cargaba o no permitía que se columpiara muy fuerte, evitaban que los niños corrieran y treparan, y de hacerlo, cargaban al niño simulando que él podía trepar el pasamanos con facilidad; tan pronto el clima comenzó a cambiar, los abrigaron y se los llevaron a casa en carro.

Los niños de hoy en día están jugando muchísimo menos de manera libre, y esto tiene sus repercusiones.

Actualmente usan mucho más los famosos videojuegos y pasan mucho más tiempo en casa. Practicar un deporte, en el mejor de los casos, no se considera juego libre, pues aunque practicar deporte siempre es bueno, se está obligado a obedecer una serie de reglas que limitan la toma de decisiones, así como el hecho de asumir riesgos, explorar opciones, desarrollar intereses propios, resolver sus problemas, y sobre todo: controlar sus emociones que el juego libre siempre favorece.

Tanto padres como maestros debemos tener siempre presente que el juego libre es primordial para el sano desarrollo de los menores. El patio de juegos y el parque son tan importantes como el aula misma si hablamos de aprendizajes.

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José Ramón Ubieto Profesor de Psicología de la UOC (Universitat Oberta  de Catalunya) nos dice:

EL juego es el instrumento que tienen los niños para interpretar la realidad, para entender cómo funciona la vida y para explicarlo todo, y si se pauta, codifica y vigila mucho, si les decimos qué han de hacer en cada momento, se les quietan herramientas para que el juego pueda inventar respuestas con sus propios recursos a las situaciones vitales que se le presenten”

Carecer de este tipo de oportunidades de desarrollo está íntimamente ligado a la depresión y la ansiedad.

Por otro lado, Álvaro  Bibao en su libro “El cerebro del niño explicado a los padres” nos dice que “no es que el juego  influya en el desarrollo psicológico, sino que es una necesidad psicológica; y cuando los padres nos entrometemos y les advertimos, cuando les decimos hasta cómo se tienen que sentir, se les quieta confianza, y un niño con menos confianza se siente más inseguro, más vulnerable, y tiene más riesgo de caer en depresión

Suficiente razón para dejarles jugar con libertad ¿no lo crees?

Ahora, esto no implica que te alejes 4 km del niño mientras juega. Tú puedes y debes estar ahí observando para conocer mejor a tu hijo y cuidarlo de los peligros, sobre todo si estás fuera de casa. Antes que intervenir en su juego, pon límites, por ejemplo: hasta dónde puede irse o subir. Eso les dará confianza y libertad de acción y ¿sabes? Obedecen y se ciñen a las reglas que establezcas.

Los niños que juegan de manera libre se caracterizan por :

Ser niños capaces de negociar

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De resolver conflictos

Resolver problemas prácticos

Se sienten más competentes para lograr algo

Se sienten capaces

Tienen mayor confianza y autoestima

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Tienen mayores herramientas sociales y emocionales

Se adaptan con mayor soltura y comodidad al cambio

Son capaces de gestionar cambios mucho más rápido que otros

Desarrollan más y mejor la creatividad, la imaginación y la fantasía

Son niños con más habilidades sociales, como por ejemplo, saber hacer amigos y conservarlos.

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Jugar con otros niños en la calle o un parque público hace que los chicos:

Aprendan a manejar la frustración de manera natural y puedan superarla

Controlen  y eviten la agresividad, porque de lo contrario nadie se acerca a jugar nuevamente

Aprendan a esperar por  la gratificación y/o recibirla de manera inmediata, como cuando los padres la dan

Convivan con otros que no cederán a sus caprichos ni se moverán a su gusto

También experimenten el aburrimiento, la impaciencia, y aprender a estar solo, para resolver emociones.

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Imagino que al tener hijos pequeños en casa, en este momento, tras leer este artículo tendrás una mejor disposición a salir algunas tardes con los chicos al parque y en las vacaciones dejar que se relacionen con otros niños de su edad.

Los procesos de desarrollo y maduración humana toman su tiempo y requieren de hacer las cosas de la manera más natural que podamos.

En fin, te dejo para que puedas esta misma tarde ir al parque a llevar a tus hijos. Por cierto, ¡al perro también le viene bien muy bien salir a jugar!

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.