Mi niño no deja de tocarse los genitales. ¿Qué hago?

Si descubriste a tu hijo o hija en alguna conducta sexual “inapropiada” para su edad, no te alarmes, solo sigue leyendo.

Diana Brante Morales

Antes de que el pensamiento se adelante, primero aclaremos que la masturbación es el acto de tocarse los genitales en búsqueda de placer. Si bien normalmente lo relacionamos con la adolescencia y las primeras experiencias sexuales, también es natural apreciarlo en niños preescolares, quienes están descubriendo su cuerpo y su sexualidad y encuentran gran placer en tocarse los genitales.

La primera vez que me di cuenta reaccioné como muchos padres lo harían frente a una situación así: con miedo. De inmediato me comuniqué con una amiga matrona quién me orientó respecto al tema e hizo hincapié en lo natural de tocarse, además de aconsejarme sobre lo que debía y no debía decir cuando volviera a suceder.

¿Por qué lo hacen?

Por el mismo motivo que hacemos la mayoría de las cosas en nuestro diario vivir: porque les gusta. A pesar de no tener una noción sobre lo sexual de lo que están haciendo, tienen claridad de que les produce placer (o cosquillas) y les permite calmar la ansiedad o liberar estrés.

Recuerdo que cuando le pregunté por qué estaba haciendo “eso” me contestó con total naturalidad: es que las cosquillitas son ricas. Para mí fue muy importante estar consciente de que, más allá de entender que la forma en que se tocaba tenía una connotación sexual, mi hijo solo sabía que era agradable hacerlo.

¿Qué situaciones se pueden considerar normales?

  • Tocarse los genitales: De la misma manera en que descubren sus manos o pies, así también lo hacen con su zona genital.

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  • Balancearse o frotarse: Al tener contacto con sus genitales se produce la estimulación necesaria para sentir placer, por lo que es normal que se froten con peluches, cojines u otros objetos.

  • Mirar su zona íntima o la de otros: Es parte de su desarrollo tener curiosidad por su cuerpo y el de sus similares, ya sean niños o niñas de su edad, o bien los adultos con los que convive.

La frecuencia con que lo hagan tendrá relación con la cantidad de energía que necesiten liberar, el estrés que tengan o qué tan aburridos estén, por lo que no te espantes si le ves haciéndolo 3 o 4 veces en un mismo día.

Es importante que si alguno de tus hijos ya descubrió lo placentero que puede ser conocer su cuerpo tengas en cuenta estas recomendaciones:

1. No te espantes

Evita el miedo (en ti y en él). No lo enfrentes como si fuera lo peor que podría hacer. Recuerda que es algo natural y parte de su desarrollo, por lo que si lo tachas de “malo”, evitarás que complete su proceso cognitivo o incluso podrías generar algún trauma en la adultez.

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2. Explícale

No es necesario ser explícito en el tema sexual, pero sí debes decirle que la masturbación es algo íntimo, que nunca debe hacerlo en lugares públicos. Además hacer énfasis en el cuidado personal, por ejemplo en las niñas que no utilicen objetos ajenos ni puntiagudos para evitar que se hagan daño y tanto en niños como niñas que mantengan sus manos limpias y así disminuyan el riesgo de infecciones.

3. Cambia el foco de su atención

Tal como explicaba antes, habrá veces en que lo harán para quitarse el aburrimiento, así que solo debes buscar alguna otra actividad en que puedan divertirse y se olvidarán de lo que estaban haciendo.

Y lo más importante, no le retes. No critiques lo que hace ni le digas que es algo malo porque no lo es, es natural, es parte de su desarrollo y definitivamente en alguna etapa de su vida lo iba a hacer, por lo que solo debes guiarle en la forma adecuada de hacerlo sin que se exponga a peligros innecesarios.

No se volverá un depravado, promiscuo ni adicto al sexo. En esta etapa de su vida tu hijo solo le es placentero, y no tiene ninguna otra connotación, así que no te asustes y procura conversar del tema con tus hijos con naturalidad, respeto y de acuerdo a la edad que tengan.

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Diana Brante Morales

Me gusta comenzar cada día como un nuevo día, darme la oportunidad de ser feliz y sonreír por las cosas básicas. Dar sin esperar nada a cambio. Siempre sorprenderme.