Mujeres depresivas: cómo la enfermedad puede destruir el hogar

Cuando una mujer depresiva no recibe el apoyo y la ayuda médica necesaria, la familia puede llegar a vivir una verdadera tragedia.

Emma E. Sánchez

“La mujer sabia edifica su casa, mas la necia con sus manos la destruye”

Salmo 14:1

Hace unos meses tuve la oportunidad de recibir en mi consultorio a un matrimonio con poco más de 10 años de casados, dos hijos pequeños. El mayor recién cumplió los 8 años y el segundo está empezando la escuela.

Este matrimonio llegó con la idea de darse la última oportunidad antes de comenzar su proceso de divorcio, y bajo la presión de sus familiares y amigos.

Al iniciar, escuché al esposo hablar durante casi una hora sobre todo el dolor, enojo resentimiento y frustración que su esposa le causaba. Me habló frente a ella de la profunda decepción que sentía, pues él se había casado con alguien de cierto peso, talla, actitud, y pues ahora, no había nada de eso. Él también habló de las cosas buenas que ella hace o dice pero ciertamente, fue lo menos.

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La esposa, en silencio, escuchó todo, no contradijo en nada a su esposo, hasta me pareció ver que en algún momento coincidía con lo que él decía. No había mayor expresión en su rostro y su apariencia era de total descuido.

 Cuando llegó su turno de hablar, ella solamente dijo:  “¿Cuántas veces debemos venir para poder terminar con esto?

 El hombre estaba a punto de estallar contra ella, así que intervine solicitando que visitaran a un especialista y traer sus resultados para nuestra siguiente reunión.

Pasaron 3 semanas hasta entonces, me entregaron los resultados y mi sospecha estaba confirmada: ella padece una depresión profunda que requería de medicación y no solo de apoyo psicológico.

La depresión es una condición médica real

No se trata de estar triste, de “no tener un buen ánimo”, tener un carácter débil, ser flojo y desear solo dormir o quedarse en la cama, o de no querer ser feliz con todo lo que se tiene, incluyendo hijos, casa, carrera, amigos medios económicos, etc.

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Hoy sabemos que la depresión es una combinación de factores genéticos, biológicos ambientales y psicológicos. No es algo que se quite simplemente “echándole ganas”

La mayoría de quien la padece requieren de un tratamiento médico antes de recibir un tratamiento psicológico, y en su mayoría la padecen mujeres.

En muchos casos, un buen diagnóstico requiere de un examen físico, entrevistas y pruebas de laboratorio.

La depresión causa dolor físico

Una persona depresiva puede tener síntomas físicos y malestares como dolores de cabeza, calambres, problemas digestivos, problemas para dormir y al despertar, sentirse muy cansado.

Otros síntomas de la depresión:

Ansiedad, sentir un “vacío” constante, sentimientos de desesperanza o pesimismo, irritabilidad, culpa, impotencia, fatiga, nulidad, falta o disminución de energía.

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Perder interés por las cosas que antes le gustaban, perder el placer de los pasatiempos,  en la intimidad sexual, cambios en el apetito,  subir o bajar de peso, pensar en la muerte y hasta intentar suicidarse.

La depresión en mujeres

Como en muchas otras cosas, la depresión en la mujer es mucho más compleja, frecuente, mal entendida y pasa una factura muy cara para quien la padece y los que le rodean.

El embarazo, el post parto, la lactancia, la perimenopausia y los ciclos menstruales producen cambios hormonales drásticos y frecuentes, por lo que la depresión puede parecer en diferentes etapas de la vida de la mujer.

De todos estos momentos, el más grave, quizás sea la depresión perinatal, previa o posterior a este.

Imagina a una mujer recién parida o recuperándose de una cesárea con serios sentimientos de infelicidad, preocupación, incapacidad, agotamiento, angustia y que se siente incapaz de cuidar de sí misma y su bebé o hasta de toda su familia.

Una imagen muy grave y preocupante

Aquí viene la parte dura de esta situación: cuando una mujer padece depresión, por lo menos en Latinoamérica, la ignorancia y la mala economía, convierten lo grave en una verdadera tragedia.

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Si cerca de ti o de tu núcleo familiar existe una mujer que presenta esta sintomatología, lejos de culparla, reprocharle o atacarla por el daño que “está causando a su familia” hay que atenderla y cuidarla.

No es mi intención ni quiero minimizar el daño que ciertamente vive la familia cuando la madre es depresiva y no tiene ningún apoyo médico o psicológico.

No es posible ignorarlo, inclusive, hay que hacerlo visible para que los integrantes también reciba la ayuda que requieran independientemente, si la madre recibe o no tratamiento.

Los esposos de mujeres depresivas

Los hombres cuyas esposas padecen depresión suelen, en su mayoría, tomar uno de dos caminos: abandonar a la familia dando diversas excusas (pero nunca aceptar que dejan a una familia porque no saben o tienen la capacidad de sacarla adelante), o se destruyen junto con sus esposas e hijos.

Es un porcentaje muy pequeño, desafortunadamente el de hombres que aceptan que su mujer tiene un problema de salud, que buscan ayuda profesional y que no ceden en el camino de la recuperación.

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Una mujer depresiva necesita de ayuda, y el apoyo de su pareja puede ser decisiva en su recuperación.

Los hijos de mujeres depresivas

Como siempre, los hijos son los más vulnerables en un escenario tan duro como este. Sin embargo, también es mucho más probable que los hijos asuman la situación y los mayores ayuden a los más pequeños, cuiden de ellos y hasta de la madre, aclarando por supuesto que este escenario no es el ideal para un niño o un adolescente.

Desafortunadamente, a futuro, estos pequeños tienen muchas probabilidades de desarrollar ansiedad, desordenes alimentarios, adicciones y desafortunadamente, también depresión.

De ahí lo importante que es darles atención psicológica, pero sobre todo ayudar a  recuperar a su madre.

La depresión es tratable y curable

Aún los casos más graves de depresión se pueden tratar con mucho éxito. La depresión se trata regularmente con medicamentos y psicoterapia, una buena combinación de ambos.

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El camino no siempre es fácil o sencillo pero existe, es transitable y hay muchos caminándolo que te pueden apoyar y vale mucho la pena dar el primer el paso.

Concluyo este artículo platicándote que aquella familia que recibí hoy están mejor, siguen juntos, se olvidaron del divorcio como salida a su problema.

Él cambió la percepción que tenía de su esposa cuando supo que no era “capricho de ella” sino que estaba enferma y que tal vez él había contribuido a su daño emocional.

Siguen visitándome para dar seguimiento a sus metas y procesos; los niños se ven alegres en la sala mientas los esperan, pero ella es lo mejor de esta escena: es una mujer que ha vuelto a caminar con la cabeza levantada, de hecho se ve muy guapa, su arreglo es prolijo y la sonrisa que muestra tras hablar de sus avances y a pesar de sus malos momentos, lo valen todo.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.