No estás sola: 4 consejos para madres que no pueden manejar la culpa

Sabes que tu trabajo te exige mucho, y tu familia también. ¿Cómo lograr el equilibrio y liberarte de la culpa?

Fernanda Gonzalez Casafús

Hace un tiempo, cuando el mundo se venía abajo por la pandemia del coronavirus, mi vida dio un giro radical, pero para bien. La oferta de un nuevo trabajo era tan tentadora como irresistible, y me embarqué en ella. La culpa, claro, vino conmigo.

Siempre fui una madre 24/7, y mi trabajo me permitía estar en casa con mis hijos y ocuparme de mi familia como tanto me gusta hacerlo. Sin embargo, llegó a mi vida una decisión difícil de tomar: mi nuevo trabajo exigía estar unas ocho horas a la computadora, aunque era algo que me encantaba hacer. Entonces, acepté.

La culpa me sigue como una sombra

La culpa es muchas veces una compañera de camino para las madres, quienes queremos estar disponibles para nuestros hijos pero también desempeñarnos eficientemente en nuestro trabajo. 

Al día de hoy tengo un cargo que implica estar pendiente del teléfono casi todo el día, por lo que muchas veces siento que esto de la vida de madre y mujer trabajadora que todo lo puede, no van de la mano.

La culpa muchas veces oprime mi pecho. Es una carga enorme que siento y que no siempre sé cómo manejar. Sé que mis hijos crecerán y entenderán que el cambio de vida fue para bien, y que también es bueno que vean que su mamá es luchadora. Pero allí, en un rinconcito, la culpa me dice al oído “estás restando tiempo a tus hijos”. Entonces, ¿cómo manejarla?

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¿Por qué sentimos culpa?

Desde el embarazo, por no estar comiendo sano, hasta la adolescencia, porque nuestro hijo no nos escucha, la culpa siempre nos persigue. Siempre pensamos que la culpa es nuestra, pero encontrar el equilibrio entre ser la madre que queremos ser y la mujer que soñamos, al mismo tiempo, suele ser estresante y agotador. 

En otras ocasiones, nos sentimos culpables por no pasar más tiempo con nuestros hijos, por haberles gritado en algún momento, porque pasan muchas horas con la niñera, etc. Sin embargo, hay algo que podemos hacer para encauzar y gestionar esa culpa para que no se convierta en un lastre para toda la vida.

1 Atiende los motivos por los que te sientes culpable

Por quedarte en casa y dejar de lado tu carrera, por crecer en lo laboral y dejar de lado a tus hijos, porque a veces los dejas comer comida “chatarra”, por sentir ese sentimiento de querer alejarte de casa por unas horas, o simplemente porque sientes que no lo estás haciendo bien. 

Revisa y repasa todos esos sentimientos y qué es lo que te lleva a sentir culpa. Es el primer paso para comprender qué es lo que sucede en nuestro interior y cómo podemos solucionarlo.Escríbelos en una lista y mientras lo hacés trata de identificar qué estás haciendo para solucionarlo.

2 Ponte en acción

Ahora que ya sabes todo lo que te genera culpa, es hora de ponerte en acción. Si tu problema es que pasas menos tiempo con tus hijos, busca la forma de hacer cosas diferentes pero enriquecedoras junto a ellos. Algo que recuerden, que quede grabado a fuego en su corazón. Una salida especial, cocinar juntos, etc. De seguro encontrarás algún tiempo en tu apretada agenda  en la semana.

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La culpa nos paraliza, por lo que es necesario pasar a la acción y hacer aquello que queremos hacer. Traza un plan para liberarte de esa carga y en vez de quedarte en lamentos, intenta ponerte el firme objetivo de cambiar aquello que te hace sentir tan mal.

3 No te presiones

La sociedad actual exige demasiado de nosotras. Que seamos madres, esposas, trabajadoras, jefas y que todo lo hagamos bien. Muchas veces esa presión se siente en el cuerpo y en el alma. Sentimos esa presión de ser la madre ejemplar y poder con todo, pero no, no siempre podemos.

Si un día no puedes cocinar lo que esperabas para tu hijo, y debes comprar comida hecha, no te presiones. Si buscas ser la empleada del año y ves que se te hace cuesta arriba cumplir con tus objetivos laborales, no te presiones. Deja de castigarte por querer ser lo que los demás esperan de ti y pregúntate ¿me hace feliz esto?

4 Evita compararte con otras madres

Muchas veces es inevitable compararnos con otras madres, sin embargo, eso no ayuda en absoluto. Cada familia es un mundo, y en cada hogar las cosas se amoldan de forma diferente. Lo que a ti te funciona, tal vez a otras madres no, así que deja de mortificarte por todo aquello que las demás madres hacen y tú no.

Eres la mejor madre para tu hijo. Y la única competencia es contigo misma, por lo que el hecho de querer hacer las cosas bien, ya es un progreso en sí, porque demuestra tu entrega y amor hacia tus hijos.

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No eres la única responsable de la felicidad de tus hijos

Por más que lo único que quieras en la vida es ver a tus hijos felices, no eres la única responsable de ello. Ellos son seres únicos e individuales que irán encontrando en su camino la gestión de su propia felicidad. Con tu ayuda, claro, pero no pongas sobre tu espalda esa carga de ser la única responsable de ello.

Libérate de la culpa y ábrete paso a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Si fuera necesario, busca ayuda, pero no dejes que la culpa influya tanto en tu vida como para perder la alegría de vivir. Tus hijos necesitan verte bien y feliz.

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.