No le pegues a tu hijo, mejor prueba estás alternativas; los expertos revelan los mejores métodos para disciplinar a los hijos

¿Cómo corregir a un chiquillo? Aprende la manera correcta y no le destruyas la vida antes de que la empiece a vivir.

Emma E. Sánchez

Si tienes poco más de 40 años seguramente perteneces a una de las últimas generaciones de niños cuyos padres y hasta profesores les pegaban. Para los niños de hace 40 años, los golpes, gritos, e insultos eran parte normal de la formación y educación en la mayoría de los países de Latinoamérica.

Afortunadamente las ciencias sociales, la experiencia y hasta el buen juicio, nos han confirmado que los golpes y todo tipo de agresiones, no dejan nada bueno a los niños ni a ningún ser humano.

Por muy “inocente” o simple que un castigo pueda sonar, por el simple hecho de ser castigo ya no es apropiado y mucho menos si por él se ejerce algún tipo de violencia física o emocional.

Padres y educadores cada vez más se convencen que este tipo de acciones, altera de manera negativa, la seguridad, autoestima y aprendizaje en los menores pero, entonces ¿cómo corregir a un chiquillo?

Viene esta pregunta a la mente de manera lógica porque al haber sido nosotros mismos educados con violencia, desconocemos y no imaginamos alguna otra manera de hacerlo.

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CELA Centro especializado de lenguaje y aprendizaje, publicó recientemente un artículo donde aborda este tema y muy atinadamente nos ofrece algunas alternativas, sanas, positivas y sobre todo, basadas en el amor por nuestros hijos o alumnos que bien podemos hacer sin recurrir a la violencia.

Prevención

Detente un momento y observa el origen de los problemas con tu hijo ¿qué provocó el problema o discusión de esta mañana? ¿pudo haberse evitado? Te sorprenderá ver que en muchos casos, nosotros mismos dispusimos todo para el problema surgiera. Por ejemplo, nos levantamos tarde, no preparamos las cosas de la escuela un día antes, le dimos demasiados juguetes /ropa que no puede manejar en orden, nosotros le compramos el aparato con el que se distrae, lo dejamos solos etc. hay cosas que bien pudimos haber evitado de habernos puesto a pensar en lo que podría pasar.

Contacto

Muchas personas mayores hablan de cómo sus madres “con solo mirarlos” podían ponerlos en orden, y no se refiere siempre a tenerle miedo, se trataba en la mayoría de los casos de lago que había y que hemos perdido: hacer contacto.

Imagina esta escena: el niño da un buen golpe en su clase de karate, inmediato busca la mirada del padre y este está viendo su celular, se perdió ese segundo de hacer un gran contacto con su hijo. Este milagro humano de hacer contacto, puede ser físico, un toque, un abrazo, con una mirada o un gesto en el instante perfecto nos dice que estamos ahí, que te cuido, te observo, estoy atento a ti y mil cosas más.

Haz contacto todas las veces que puedas.

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Baja el volumen de la voz

Si vas a llamar la atención o decir algo muy importante para tu hijo, primero, respira profundo, segundo, habla con calma y baja un poco el volumen de la voz, esto te ayudará a pensar bien lo que dirás, a decirlo de tal manera que te entienda tu hijo y sobre todo, que no transmitas odio, enojo, desaprobación, que estas decepcionado o que le has dejado de querer.

Sé amable

A diario y con todos, trata a tu hijo con el mismo respeto y consideración que manifiestas por otra persona.

Acompañamiento

Otro don maravilloso que en algún momento de la crianza de nuestros hijos nos descuidamos y perdimos: acompañamiento.

Estar con nuestros hijos y acompañarlos no solo en los momentos importantes de su vida, sino en ¡su vida!

El acompañamiento se trata de estar ahí no solo cuando nos necesitan sino en el mayor de los tiempos posibles, para hablar o permanecer en silencio y solo escuchar, para enseñar o corregir, para prevenir e inclusive para reprender. Para muchos los recuerdos buenos de los padres son a veces el simple hecho de ver tv juntos, andar en bici o tomar un helado.

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Empatía

Muchos castigos que dañan el alma y quiebran el espíritu fueron impuestos sin entender cabalmente lo que sentía o pensaba realmente nuestro hijo. Date unos momentos para entender las cosas desde su perspectiva, desde sus zapatos y de esa manera él podrá tener la seguridad que estás de su lado y por eso le corriges.

Validar sentimientos

Tu hijo debe saber que le entiendes, que le crees y que sabes lo que siente, que no lo rechazas a él en ningún momento y que son las conductas o actitudes las que podemos mejorar.

Satisfacer necesidades subyacentes

Un niño latoso o problemático no es así porque el quiera serlo simplemente, hay algo más que siente o necesita pero que no logra identificar y expresar adecuadamente. Puede ser enojo, frustración, necesidad de atención de tu parte, puede ser algo más y tú tampoco lo alcanzas a ver si no le dedicas tu atención.

  • Dialogar

  • Sana alimentación

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  • Controla el enojo

  • Nunca reprendas y mucho menos castigues enojado. Es una ley

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.