No te engañes, el castigo físico no es tan efectivo como piensas

Tú puedes criarlo de una mejor manera.

Erika Patricia Otero

Crecí en los años ochentas y noventas; para aquella época aun era común que los padres castigaran de manera física a sus hijos  cuando hacían alguna travesura.

En lo personal, fui “receptora” de unas cuantas nalgadas y gritos por parte de mis progenitores; la verdad es que ciertamente era muy traviesa.

No es que los esté justificando; es más, de vez en cuando les recrimino el haberme tratado de esa manera. Para ser franca no los culpo; por lo que me han contado sé que pasaron por la misma experiencia, y no solo los “corrigieron” mis abuelos, si no también sus profesores lo hicieron pues creían tener el derecho de golpear a los hijos ajenos si se “portaban mal”.

¿Qué dicen los profesionales de la salud respecto al castigo físico?

Al respecto también tengo una anécdota. En una ocasión mi mamá me llevó al pediatra, tendría yo unos 10 años, recuerdo que hacía unos días antes de la consulta me había pegado por algo que había hecho.

Cuando el doctor comenzó a auscultarme (examinarme) se dio cuenta de las ya casi borrosas marcas que me había dejado la chancleta de caucho en la pierna.

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Molesto, el doctor miró a mi mamá y le dijo que jamás se le volviera a ocurrir pegarme con ese tipo de chanclas, que las consecuencias médicas de esto podrían derivar en un cáncer, esto debido a la sangre que quedaba acumulada en la zona del golpe. Después de eso, mi madre jamás volvió a pegarme.

No era que mi madre me pegara con frecuencia; yo tenía que hacer algo muy grave para que llegara a perder la paciencia y me pegará una o dos nalgadas o chancletazos, creo además que esa fue la única vez que lo hizo de esa manera, pero ciertamente se llevó el susto de su vida.

¿Qué es lo que les preocupa a los médicos?

Las consecuencias médicas y psicológicas que ese tipo de castigos pueden dejar en un niño.

Por solo poner un ejemplo médico tenemos el Síndrome del bebé sacudido. Esto ocurre cuando la persona que lo cuida pierde la paciencia por el llanto del bebé y lo sacude; no importa si la sacudida es leve, moderada o grave, pues dependiendo del grado de gravedad, el bebé puede tener lesiones cerebrales, quedar ciego, sufrir parálisis e incluso podría hasta perder la vida. ¿Ves lo grave que puede ser?

Los diarios están colmados de noticias de bebés y niños que mueren a causa de los malos tratos de los padres o de quienes los tienen a su cuidado.

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Ahora, dejando de lado el aspecto físico están los daños psicológicos. Los expertos en el tema afirman que los gritos y humillaciones a las que a veces recurren los padres para reprender a sus niños hacen que éste desarrolle baja autoestima, pierda seguridad en sí mismo y deje de ser independiente. Además los niños comienzan a acumular rencor e ira hacia sus progenitores, les tendrán miedo en lugar de respeto; lo que en adelante podría volverlos más rebeldes y retadores, por solo nombrar algunos efectos negativos.

Entonces ¿Cómo deberías actuar cuando tu hijo no se comporte de la manera adecuada?

Si recibiste tu dosis de gritos y nalgadas y tienes recuerdos nefastos de esto, pues actúa como te hubiera gustado que te reprendieran a ti.

Cuando comentan una falta no les grites, háblales de manera clara para que sepan las consecuencias que podría traer consigo la repetición de la travesura.

Recuerdo un programa de una famosa niñera británica que enseñaba a los padres la manera adecuada de reprender a los niños. Uno de los más famosos “castigos” que recuerdo era el de poner a el niño (según su edad) aislado del resto de la familia mirando hacia la pared; si el chiquillo tenía 2 años, entonces eran 2 minutos de reprimenda.

Pues a ella al parecer le resultaba bien porque los testimonios eran buenos, además es algo que también recomiendan algunos expertos en comportamiento infantil, la efectividad del mismo está basada en la necesidad de atención que el niño quiere recibir de sus padres; así, dejan de portarse mal y a cambio el castigo se termina.

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La verdad es que hoy en día se sabe mucho más de la manera correcta de educar a un niño, sin traumas, sin accidentes, sin golpes; con mucho amor y sabiduría. Además, ¿qué necesidad de recurrir a los métodos de antaño cuando todos podemos ser felices y mejores personas de una manera menos violenta?

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.