Pasajes bíblicos para superar la muerte de un ser querido
"Aunque mi corazón y mi carne se consuman, Dios es mi herencia para siempre y la Roca de mi corazón". Salmo 73:26
Erika Patricia Otero
La muerte es un evento inevitable en la vida de todo ser humano. Es tan natural como el nacimiento, pero llena de emociones dolorosas.
A veces, cuando alguno de nuestros familiares muere, tenemos sentimientos encontrados. Las personas pueden sentirse impotentes ante la pérdida. Algunos sentirán arrepentimiento y culpa por lo que no hicieron o dijeron. Otros más se sentirán en paz porque saben que hicieron por su ser amado todo lo que pudieron. Los sentimientos y emociones que nos embarguen dependerán mucho de las acciones respecto al ser amado fallecido.
Sea como sea, la muerte es el fin y el principio de varios sucesos en la vida de las personas. Marca el fin de una relación física tangible con alguien que significó mucho para nosotros. Es el inicio de una vida sin esa persona. Refiere recordarla en pequeños eventos y festividades, y extrañarla cada momento de la vida.
Todos hemos perdido a alguien
No hay un solo ser humano que no sepa lo que es enfrentarse a la muerte de alguien amado.
Cuando mi abuela murió, yo tenía la edad suficiente para saber que mi madre iba a sufrir mucho. A mi abuela le diagnosticaron cáncer de páncreas y le dieron 6 meses de vida. Estaba tan avanzado que se decidió no aplicarle un tratamiento; queríamos que ella tuviera tranquilidad y comodidad. Bastó con ser diagnosticada para que su salud se deteriorara en cuestión de días.
Nunca estamos preparados para enfrentar la muerte, aunque sepamos que esto es algo inminente. Uno cree que al saber que esa persona especial va a faltar en pocos meses, va a estar preparado; no es así. Uno nunca está preparado para hacerle frente a la muerte.
Orar da fortaleza interna
Recuerdo que desde el mismo momento en que supe la noticia, comencé a orar. Pedía a Dios un intercambio: su vida por la mía. No quería que mi mamá sufriera. Siendo una niña, mi mamá perdió a mi abuelo y su vida cambió por completo. Mi madre ya había sufrido suficiente.
Luego de un tiempo, al comprender que “ese intercambio” no sucedería, empecé a orar a Dios para pedirle fortaleza. Necesitaba ser fuerte para apoyar a mi abuela y a mi mamá. Y lo fui, tanto que llegó un punto donde mi mamá empezó a creer que yo no sentía dolor. ¡Claro que lo sentía!, pero estaba preparándome para el momento de la muerte de mi abuela. No podíamos estar todos llorando y perdiendo el norte.
Cuando llegó el momento de su muerte, como era de esperarse, mi madre estaba muy afligida. Sin embargo, lo tomó con toda la calma posible. No tuvo jamás arrepentimientos porque hizo por mi abuela todo lo que estuvo en sus manos.
Las cosas fueron diferentes para algunos de los hermanos de mi madre. Mi abuela tuvo 7 hijos, pero como en toda familia, no todos fueron buenos hijos. Quienes apoyaron a mi abuela hasta sus últimos días tomaron su muerte con calma; los que no, hasta el día de hoy se lamentan.
Dios como refugio
Han pasado bastantes años desde que mi abuela murió y hay paz en mi madre y en mí. Tenemos claro que hicimos por mi abuela todo lo que estuvo en nuestras manos. Sin embargo, mi madre aún la extraña. Es su madre, yo estaría igual o peor que ella.
La biblia ofrece varios versículos que aportan consuelo en esos momentos de tanta tristeza por la muerte de un ser querido.
Apocalipsis 21:4
4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Mateo 5:4
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Salmo 34:18
(18) Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu.
Isaías 41:10
10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Juan 14:27-29
27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 28 Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. 29 Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis.
Solo me resta decir que luego de la muerte de mi abuela, las pérdidas siguientes fueron más fáciles de asumir. El dolor igual se experimenta, pero ahora sé que para hacerle frente no estoy sola; siempre podemos recurrir a la fortaleza que brinda la oración y las escrituras para hallar paz.
Si es tu caso, espero encuentres algo de tranquilidad en estas palabras.