Pasar por momentos de turbulencia te acerca a Dios

La vida es una montaña rusa, eso lo sabes. Pero, ¿no tienes la menor idea de dónde sujetarte en momentos de turbulencia?

Erika Otero Romero

Una historia que leí hace poco me recordó un capítulo de mi vida, donde lo más valioso que tenía era confiar en Dios:

Una niña abordó un avión para viajar a Nueva York. Llamó la atención de todos al subir a la aeronave con boleto en mano. Se sentó al lado mío. Se veía que era una niña educada, segura e inteligente. Me miró, sonrió, sacó un libro y comenzó a dibujar y a colorear. A pesar de su corta edad ―a lo mucho 8 años―, no presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo cuando despegó el avión. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. Tras una fuerte sacudida todos los pasajeros se mostraban nerviosos, pero la niña mantenía la calma y la serenidad. ¿Cómo lo hacía? ¿A qué se debía su calma? Entonces, una mujer frenética le preguntó:

―Niña, ¿no tienes miedo?

―No, señora ―contestó la niña, y mirando su libro, agregó―, mi papá es el piloto.

Este relato me hizo pensar que a lo largo de nuestra vida vamos a encontrar sucesos que, de manera literal, van a “sacudirnos como una turbulencia”. Habrá momentos en los que veremos el suelo y, aun así, nuestros pies no pisarán lugar seguro; otros donde no encontraremos de dónde sostenernos y estaremos inseguros. En épocas de turbulencia debemos recordar que nuestro PADRE es el piloto y quien tiene el control de nuestra existencia, a pesar de las circunstancias; nuestras vidas están puestas en las manos del Creador, y si perdemos la fe, quedaremos a la deriva.

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Recuerda

  1. Todo lo que sucede en la vida, bueno o malo, pasa por algo.__ Quizá no encontremos explicación para este suceso, pero debemos reconocer que pasado un tiempo, momentos y situaciones que parecían no tener sentido ni motivo, empiezan a “encajar” en el rompecabezas de la vida.
  2. Antes de decidir algo importante analicemos los pros y contras y, según esto, ACTUEMOS. Pero sobre todo, permitamos que sea nuestro Padre quien nos guíe.
  3. Enseñemos a nuestros hijos a “poner sus vidas” en las manos de Dios. Es de mucha importancia que criemos hijos con bases espirituales fuertes, con valores morales que los ayuden a tomar las decisiones correctas para su vida, su bienestar y su futuro.
  4. Planteémonos metas, luchemos por alcanzarlas y no nos sintamos frustrados si a la mitad del camino las cosas no se presentan como deseábamos.__ Lo mejor es no ser testarudos. En ocasiones las cosas que deseamos no son las que nos harán más felices o nos beneficiarán; esta es una lección que aprendí a regañadientes.
  5. “Perder por conocer no es perder”. Yo diría que es APRENDER. No pierdas tu norte o tus esperanzas porque no has alcanzado la meta que tenías en mente. Siempre se aprende algo y lo que se aprende, sirve de experiencia para no volver a cometer los errores del pasado.
  6. Antes de alcanzar una bendición se presentará una prueba.__ Esto es una gran verdad, ya que seremos probados para ver si somos fuertes y merecemos la bendición por la que hemos luchado. Es cuestión de no renegar y no darnos por vencidos mientras andamos el camino que, creemos, nos llevará a lograr nuestros sueños.
  7. “El trabajo arduo bien vale la pena”; te sorprenderá lo que puedes lograr si te esfuerzas. Esta es una frase que tengo en la pared frente a mi escritorio, y cada que voy a escribir, la leo e interiorizo. Escribir antes que un trabajo, es gratificante, es mi sueño, mi pasión y sé que el esfuerzo trae gratas recompensas, y más cuando lo que más deseas es agradar al Padre celestial.

Siempre ten presente lo siguiente: no hay metas imposibles, solo hombres incapaces. Confía en Dios y pon tu meta en sus manos, ten la certeza de que si confías en Él no habrá un solo paso en falso u obstáculo que no se derribe en tu camino hacia el éxito. Pero, sobre todas las cosas, enseña a tus hijos a no temer el camino incierto; las escrituras dicen, “Y Jesús les dijo: por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘pásate de aquí allá’, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20).

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NOTA: El punto de vista del autor no necesariamente representa la opinión editorial.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.