Pequeñas grandes personas. ¿Sabes cómo tratarles?

Las personas de talla baja son tan grandes como tú y como yo. Averigua en este artículo en qué consiste su condición y cómo tratarlos de un modo más cordial.

Emma E. Sánchez

Hace algunos años tuve el privilegio de tener en mi clase a una niña encantadora, una alumna como cualquier otra estudiante, excepto porque se distinguía entre el grupo por su estatura. Ella era la más pequeña no solo del salón, sino de la escuela entera: esta preciosa niña vive con displasia ósea.

Permíteme hablarte un poco más sobre el tema: Todos los seres humanos tenemos cuerpos diferentes y una de las diferencias más comunes es nuestra estatura. Hay personas mucho muy altas y otras muy pequeñas quienes en su mayoría suelen llegar a padecer alguna displasia ósea, también conocida como acondroplasia.

El origen

Esta condición se presenta en uno de cada 25 mil nacimientos en el mundo y sus causas pueden ser diversas, como genes recesivos de alguno de los padres, quienes lo portan sin saberlo, o en un cambio genético durante la concepción. El 75 por ciento de las personas de talla baja tienen padres o hermanos con una estatura promedio.

Hay algunos otros estudios que sostienen que la edad avanzada de los padres puede llegar a ser un factor que influya en la concepción de un niño de talla pequeña. Las características en general consisten en el acortamiento de las extremidades y la conservación en el tamaño normal de la columna vertebral. Los varones pueden llegar a medir aproximadamente hasta 1.50 y las mujeres hasta 1.30 en promedio.

Estas características pueden ser visibles desde el momento del nacimiento y durante el desarrollo los resultados son muy notables y por lo regular, no se presentan problemas de desarrollo neurológico. Es muy importante acudir a un especialista si detectamos una de estas características para evitar el surgimiento de complicaciones traumatológicas.

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No cedas ante los prejuicios

Contrario a lo que muchos podamos pensar, aún hay muchas personas que debido a la falta de información o educación, continúan pensando que las personas de estatura baja son seres mágicos, duendes que poseen poderes, que son una maldición o que su condición física es contagiosa. Todas esas ideas son completamente equivocadas y falsas.

La realidad de las cosas

La gente pequeña es como tú y como yo: tienen vidas tan largas como el promedio de la población y son igualmente importantes para la sociedad donde se desarrollan. Asisten a la escuela, se divierten y forman familias como cualquier otra persona.

Sus mayores desafíos están relacionados con el trato que reciben de otras personas, pues durante mucho tiempo han sido objeto de burlas, señalamientos y discriminación por el solo hecho de que su estatura no corresponde al de la mayoría de la población.

Cuando tuve a esta estudiante de talla pequeña en mi grupo, fue necesario enseñar a los padres de familia, más que a los niños, la manera correcta de dirigirse hacia ella así como al resto de la gente pequeña y estas fueron nuestras aportaciones:

  • No es correcto llamarlos “enanos” y mucho menos hacerlo con intención despectiva.

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  • Tampoco es apropiado referirse a su condición como discapacidad o enfermedad.

  • No les resulta agradable que otros quieran persistentemente ayudarles como si fueran niños pequeños. Si necesitan ayuda, seguro la pedirán. Debemos recordar que ellos son perfectamente capaces como cualquiera.

Los términos apropiados para referirnos pueden ser gente pequeña o persona de talla baja. Es preferible no utilizar la expresión “estatura normal”, estaremos insinuando que su estatura los convierte en anormales o raros. Es mejor usar la expresión “estatura promedio”.

Todas estas recomendaciones pueden sonar muy complicadas. Mi mejor consejo es que trates de recordar que a nadie le gusta que se le llamen por su condición médica.

Aunque actualmente hay muchas asociaciones y organizaciones, tanto civiles como gubernamentales, que apoyan y ayudan a la gente pequeña a tener una mejor condición de vida en todo sentido, cada uno de nosotros puede colaborar educando a nuestros hijos y familiares a ser sensibles respecto a la condición de quienes nos rodean, evitando las burlas, el miedo o el maltrato ante todo lo que nos resulte diferente.

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Mi pequeña estudiante ha sido de los muchos seres que me han dejado las más grandes enseñanzas de mi vida.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.