¿Por qué a los buenos les suceden cosas malas?

La vida tiene claros y oscuros, grises y azules, pero cada momento de la vida te ayuda a ser una versión mejorada de ti mismo.

Erika Patricia Otero

Esta es quizás una de las preguntas que los seres humanos más nos hacemos a lo largo de nuestras vidas.

No es que esperemos que vivir sea una experiencia libre de dolor. Muchas veces, hay épocas donde experimentamos una dificultad tras otra. Es como si se viviera un círculo sin fin de males que no nos permiten tener un momento de paz.

Me ha pasado muchas veces y en esos momentos, me he cuestionado el por qué de tanto dolor. Honestamente, en ese tiempo no sabía qué responderme. Sin embargo, prendí una lección que me hizo la persona fuerte y resiliente que soy ahora.

El sentido de “las cosas malas”

“Nada en la vida pasa sin un motivo”; esto es algo que jamás debes olvidar. Esta es la lección que aprendí y que hace poco volví a rememorar.

Todo lo que vivimos, cosas tanto buenas como malas, tienen una razón de ser. Algunas experiencias ocurren para que apreciemos lo que tenemos. Otras veces ocurren como recompensa a nuestros actos de bondad; en otras ocasiones, para cerrar ciclos de aprendizaje.

Advertisement

La experiencia que contaré a continuación fue para el último motivo.

Noches de apagones

Un lunes antes de la medianoche hubo un apagón en mi casa. No salí a mirar qué había ocurrido porque en dos ocasiones anteriores la luz se había ido, producto de apagones.

El primero, descubrimos que alguien había bajado el interruptor externo y nos dejó sin luz el resto de la noche. Razón por la cual tuvimos que llamar a la compañía eléctrica al otro día; ellos nos dijeron la causa. La segunda ocasión, fue una falla en las cuerdas de la luz una noche de borrasca y fuertes vientos. Lo curioso es que era la única casa del sector afectada por tal circunstancia. Por eso no salí, ¡Por fortuna no salí!

El susto

Rato después de haberse ido la luz, esta regresó por “arte de magia”; luego, segundos después, escuchamos cómo se rompía el vidrio de la puerta, dejando un gran agujero cerca de la chapa.

Como es lógico, mi madre, hermana y yo fuimos a la sala para ver lo que había pasado. Me asomé a mirar por el agujero; entonces, vi a un hombre joven con un palo de madera bastante largo y bastante grueso. El hombre me retaba a salir con movimientos de su cabeza, pero sin pronunciar una sola palabra. No tengo idea de quién era, jamás lo he visto; lo cierto es que el hombre buscaba golpear a alguien. Él estaba claramente bajo los efectos de algún alucinógeno, porque su mirada estaba “perdida”.

Advertisement

Me enojé, no era posible que un desconocido viniera a nuestra casa a buscar problema. Me dio tanta rabia que fui al patio a buscar algo con lo cual enfrentarlo. Sí, dirás que una mujer no puede contra un hombre; sin embargo, a lo largo de mi vida tuve que aprender a defenderme, esta no iba a ser la excepción. Cuando regresé, él “hombre” ya se había ido.

Lo que concluimos luego del susto

Luego de barrer los vidrios, salí a la calle y me di cuenta del motivo del apagón. Según lo que concluimos, el hombre, pretendiendo que alguien saliera a subir el interruptor externo, quitó la luz. Al esperar un rato y ver que nadie salió, optó por romper el vidrio para que alguien saliera. La intención era clara: que se abriera la puerta y golpear a quien saliera, con el palo, en la cabeza.

La situación es que nada de eso ocurrió. ¿Por qué no paso nada de eso?. Bueno, como ya señalé antes, dos veces antes habíamos sufrido apagones. A la tercera no salimos porque, básicamente, ya sabíamos qué había pasado. La decisión que tomamos fue quedarnos dentro de casa y esperar hasta el día siguiente para llamar a la compañía.

Si yo hubiera salido (que soy quien siempre sale) me hubieran dado un golpe en la cabeza. ¿La razón? desconocida, porque sinceramente, no tenemos idea de por qué este hombre hizo lo que hizo. Lo que sí sabemos, es que él no pudo herir a nadie y nosotras aprendimos que todo pasa por algo.

Aprender nos hace sabios

Tengo claro que muchas veces pasan cosas malas sin que seamos merecedoras de estas.

Advertisement

En mi familia no tenemos problemas con nadie; pese a eso, esa situación llegó. En realidad, no merecíamos vivir esa experiencia; sin embargo, pasó y el peor daño se lo llevó el vidrio. Claramente, el daño pudo ser peor porque ese hombre pudo herirme de gravedad; por fortuna, no ocurrió.

Lo que sí pasó es que mi familia y yo somos conscientes de que toda experiencia, deja una gran lección.

Sí, a los buenos les pasan cosas malas, pero todo tiene una razón de ser. A veces, para poder apreciar las cosas buenas y bonitas de la vida, debemos recorrer caminos cargados de dolor y espinas.

Toma un momento para compartir ...

Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.