¿Por qué nos cuesta tanto entendernos, si el amor nos sobra? Mira cómo la falta de comunicación nos puede llevar al divorcio.

Si no quieres terminar en el divorcio, sigue estos consejos.

Marta Martínez Aguirre

Invítame a sentarme frente a ti, ponme un trozo de torta (pastel) enfrente y una infusión de menta y cedrón y puedo hablar contigo por horas. Por otra parte, te confieso que en una reunión social soy profundamente tímida. Quién diría que iba yo a ser psicóloga, y mucho menos que iba a escribir y tú ibas a estar leyendo. Es más: cuando imparto un taller o doy una conferencia en seguida me sonrojo, y es casi seguro que me lleve de diez a quince minutos aclimatarme.

¡Cuesta tanto saber expresarse! Sin embargo, de niños era tan sencillo, “Agua”, “Teta”, “Nene”, “Mami”, “Papi”, “Gato”… Bastaban dos o tres palabras para conseguir el mundo. De grandes expresamos conceptos mucho más complejos …y las cosas también se vuelven más complejas. ¡Qué crueldad que nadie nos avisó que comunicarse cuesta!

Y lo que es peor, ¿qué ferrocarril pasó entre mi noviazgo y el matrimonio que en unos meses firmamos el divorcio? El escrito del abogado dice, “Causal por separación de cuerpos”, pero legalmente en ningún lugar se indica que antes de esto nos hemos separado de las palabras.

Lo que nos llevó al divorcio no fue la falta de amor, el desempleo, la casa desvencijada, el pueblo rural lejos de Montevideo o la humedad del río. Casi siempre lo que nos lleva al divorcio es un camino que inicia lenta e imperceptiblemente: lo que yo dije y él no entendió, y lo que él quiso decirme y yo no supe interpretar.

De novios pasábamos horas atrapando el mar de la rambla en la mirada, arrinconando las palabras en el alma, hablando de todo lo habido y por haber hasta que el reloj verdugo nos indicara que esas no eran horas para que dos jóvenes estuvieran de charla.

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Con el matrimonio se nos vino la noche encima, comenzaron los silencios infinitos y largos, los monosílabos, la fastidiosa queja, el tener que hacer un esfuerzo sobrehumano para no discutir, el recurrir al cine para cambiar el repertorio de los temas y tener que combatir con la infidelidad de la memoria que nunca estaba al tanto si habíamos dicho o no aquello que tanto le importaba al otro.

¿Te ves reflejada en estas palabras? Esa es mi historia: lo que me llevó al divorcio fue la falta de comunicación adecuada. Te presento aquí ciertos errores que lastiman el amor:

Dificultad para expresar el deseo

Formular el deseo con claridad es un gran problema, sobre todo aprender a decir qué es lo que se quiere. En vez de pedir un abrazo, se opta por la queja, “Tú nunca me abrazas”. ¿Por qué actuamos así? Porque la queja nos permite escudarnos y nos ampara de mostrarnos vulnerables. En especial, los varones no suelen expresar sus deseos y, sin embargo, son quienes primero reprochan su ausencia. Expresar tus deseos debería ser algo natural, como pedir un vaso de agua. ¿Por qué das tantas vueltas para pedir una caricia, seguridad, mimos o paciencia?

Falta de reconocimiento

. Una de las grandes fallas en la comunicación es la falta de reconocimiento entre cónyuges. Por lo general en las discusiones se suelen remarcar los errores y las faltas, olvidando reconocer las áreas o fortalezas de la pareja. La falta de reconocimiento lleva a un deterioro de la estima personal y puede ser un inicio de depresión.

Aparente tolerancia

Este es otro gran problema, poco saludable para una relación exitosa: aparentar que sé es tolerante cuando en realidad se tiene una larga lista de errores y omisiones de la pareja con fecha y hora. Remarcar lo negativo o aquello que te dolió potencia una comunicación basada en un pasado sin solución. La tolerancia implica sobrellevar la adversidad, buscar juntos caminos alternativos a los conflictos y, sobre todo, perdonar lo que ya no puede ser resuelto. Si insistes en reactualizar las heridas del pasado los conflictos seguirán al rojo vivo.

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Leon Tolstoi dijo, “El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde”. Por ende, lograr una buena comunicación es navegar seguros.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: